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Brooklands Museum

 

La cuna de la aviación y
la competición automovilística

británica

 

 

 

  

  

 

El "Brooklands Museum" se encuentra situado en la localidad inglesa de Weybridge -condado de Surrey- al suroeste de Londres, junto a la autopista M25, más conocida como "Orbital".

 

Este museo rezuma historia por los cuatro costados. Aquí dieron sus primeros pasos tanto la aviación británica como la competición automovilística inglesa, con la inauguración del primer circuito de carreras del mundo.

 

En 1907, por iniciativa del entusiasta terrateniente Hugh F. Locke King, se construyó el primer circuito, que fue sustituido por el peraltado de 1937 del cual aún se conservan algunos tramos en no muy buen estado. De hecho en su trazado se encuentra ahora un aparcamiento, pero de eso ya hablaremos más adelante.

 

Tanto en su circuito de carreras como en su aeródromo y fábrica de aviones, Brooklands ha visto batir numerosos récords de velocidad en el primer tercio del siglo XX o volar a "aquellos chalados en sus locos cacharros". Compañías de aviación como Bleriot, Hawker, Sopwith, Martinsyde o Vickers han tenido su sede en Brooklands.

 

Por todo ello y desde 1991, el Brooklands Museum, como el dios romano Jano, muestra dos caras: una muy interesante colección de automóviles de competición -casi exclusivamente británicos- de todas las épocas y un fascinante museo aeronáutico que tiene al Concorde como su gran atracción, especialmente por su "Concorde Experience" que incluye la visita al interior del aparato, con despegue virtual incluido, entre otras cosas. Nosotros no pudimos vivirla en primera persona por falta de tiempo y porque es necesario reservar con antelación, ya que las plazas son limitadas. Esta atracción cuesta en 2018, 5 libras los adultos y 3 libras los niños y, lógicamente, se paga aparte de la entrada.

 

 

Los que no podamos disfrutar la "Concorde Experience" deberemos conformarnos con ver el magnífico y estilizado avión supersónico desde fuera. No obstante, si queremos sacarnos la espinita de alguna manera, en el Museo del Aire y del Espacio de París o en el Museo de la Técnica de Sinsheim (Alemania), podremos visitarlo de manera gratuita y sin necesidad de reservas.

 

Pero que nadie se agobie si, al igual que nosotros, no puede ver el Concorde por dentro. ¡Brooklands tiene mucho más que ofrecer!

 

Más aún si tenemos en cuenta que desde 2011, el Museo del Transporte del Londres abrió aquí una delegación y, por tanto, podremos disfrutar también de los preciosos autobuses londinenses de dos pisos, pues la colección es bastante amplia.

 

Una característica realmente curiosa y "muy británica" es que el museo está dirigido por una organización caritativa y los pabellones están cuidados por voluntarios jubilados realmente amables y atentos deseosos de contarnos mil y una historias. Ya he comentado que todo el lugar rezuma nostalgia, a lo que también contribuye, sin duda, la conservación de antiguos edificios que han contemplado las aventuras y desventuras que ha sufrido el lugar a lo largo del siglo XX. 

 

Su condición de aeródromo de entrenamiento y fábrica de aviones hicieron de Brooklands un claro objetivo militar para los bombarderos nazis en la Segunda Guerra Mundial. A pesar de que los camuflajes -especialmente del reconocible circuito de carreras- ayudaron lo suyo a dificultar su localización desde el aire, lo cierto es que Brooklands no salió del todo indemne de las bombas alemanas. Partes del circuito fueron alcanzadas y éste ya no volvió a recuperar su función. 

 

En la foto de la derecha podemos apreciar uno de los pocos lienzos que quedan en pie del antiguo circuito. El trazado peraltado llama la atención y nos recuerda, indefectiblemente, a las pistas peraltadas del "Scalextric"

de hace muchos años...

 

   

 

   

 

El memorial del circuito

 

El circuito en sus días de gloria

 

El circuito de Brooklands

 

 

 

Aspectos prácticos

 

  

El museo abre todos los días del año, salvo el día de navidad. La entrada para adultos, en 2018, cuesta 13,50 libras y 7,70 € los comprendidos entre 6 y 16 años.  Los precios detallados y horarios pueden consultarse en la web www.brooklandsmuseum.com/your-visit/opening-times-prices

 

En la web del museo también encontraréis una amplia información de los vehículos y aviones expuestos, además de otras informaciones de interés.

 

La taquilla se encuentra en la tienda del museo, donde podremos hacernos con algún recuerdo de nuestra visita.

 

 

   

La tienda y entrada al museo

 

 

 

El museo, como ya se ha comentado, se encuentra situado en Weybridge, al suroeste de Londres. La mejor manera de acercarse a él es en vehículo propio, pues queda a un par de kilómetros a pie desde la estación de tren de Weybridge, por un camino solitario. No obstante es bueno tenerlo en cuenta.

 

Si disponemos de vehículo propio, podremos aparcar gratuitamente junto al museo. Y si, al igual que nosotros, viajáis con la caravana detrás, podréis aparcar en el trazado del antiguo circuito que hoy sirve de aparcamiento para el enorme concesionario Mercedes. Desde ese aparcamiento a la entrada del museo no hay ni 200 metros a pie. 

 

La marca roja señala la entrada al Brooklands Museum.

El aparcamiento apto para caravanas o vehículos muy grandes es el tramo del circuito que veréis, a la izquierda de la foto, encima del punto azul que señala el concesionario Mercedes Benz Brooklands.

  

En esta foto se aprecia mucho mejor el acceso al aparcamiento "en el circuito", lo que no deja de tener su gracia.


 

   

El acceso a ese aparcamiento es un poco enrevesado,

así que hay que abrirse bastante si llevamos remolque..

 

Vista del antiguo circuito-aparcamiento.

La calzada es la original y está muy estropeada.

 

El museo es grande y tiene mucho que ver, especialmente si incluimos la "Concorde Experience" en la visita, por lo que deberemos prever si no todo el día -suponiendo que lleguemos a las diez de la mañana- si la mañana entera o más. Cinco horas pueden quedarse francamente cortas.

 

El museo dispone de varios restaurantes y cafeterías para relajarse y tomarse un té con scones o un "sandwich", aunque es perfectamente posible llevar comida.

 

Y como es de suponer que somos entusiastas de las cuatro ruedas, nuestra visita al Brooklands puede complementarse con la visita al cercano "London Motor Museum", que es una auténtica gozada o al "British Motor Museum", cerca de Warwick, aunque ese ya queda algo más alejado. Tampoco queda demasiado lejos el fantástico "Beaulieu National Motor Museum" o el insuperable "Donington Grand Prix Collection" -el mejor museo de Fórmula 1 del mundo-, aunque ese sí que ya queda mucho más lejos. Si queréis daros un "paseo virtual" por todos ellos os invito a pinchar en la foto del recuadro...

 

 

Museos del Automóvil de Gran Bretaña

 

 

 

 

El "Jackson Shed":

El pabellón de los coches de Gran Premio

 

  

A la llegada, tras pagar la entrada, lo más probable es que dirijamos nuestros pasos al "Jackson Shed", el "cobertizo, pabellón o hangar (eso significa "Shed" en inglés) en el que se encuentran expuestos los monoplazas de Grand Prix del Brooklands Museum. Ambientado como un antiguo taller de reparaciones, podremos contemplar un buen puñado de Formula 1 y monoplazas de todas las épocas.

 

Además de los coches también encontraremos multitud de objetos de equipos y pilotos, fotos y modelos a escala. Una gozada para cualquier buen aficionado.

 

El "Jackson Shed" dispone también de un simulador de F1 montado en un chasis McLaren de 2008.

 

  

 

A la izquierda, un Aston Martin Special "Razorblade" de 1923.

A su lado, de verde, un Alva 100 Formula Junior de 1959. El gran Jim Clark lo pilotó.

En las paredes, las fotos de algunos de los "Ases del volante" de todas épocas.

 

  

El Wolf WR1 de 1977 ganó su primera carrera, el GP de Argentina, con Jody Scheckter

  

   

 

El Jordan Honda de HH Frentzen

 

Y el bonito Wolf WR7 de James Hunt de 1979

  

 

   

   

   

La mascota del mítico

equipo Hesketh de F1

(1973-1978)

 

Con Hesketh debutó James Hunt.

Hesketh fue testigo de una época

en la que un equipo privado podía

ganar carreras de F1.

El GP de Holanda 1975, por ejemplo

 

 

"The ERA Shed":

El hogar del "Napier-Railton 24 litros".

 

 

El siguiente pabellón que visitaremos es el ERA, un antiguo taller de los años 30 del siglo XX que hoy muestra una amplia colección de coches de la primera mitad del siglo pasado, junto a una excelente exposición de motocicletas y bicicletas.

 

Aquí encontraremos a una de las joyas del museo Brooklands, el "Napier-Railton" de 1933. Una "bestia" de 12 cilindros en W y 24 litros de cilindrada nada menos, que alcanzaba los 580 cv de potencia y una velocidad máxima de 270 km/h. que fue construida en los talleres del Circuito de Brooklands. 

 

Con semejantes credenciales no debería sorprendernos que fuera capaz de batir 47 récords mundiales de velocidad entre los años 1933 y 1937.

 

Suyo es, todavía y para siempre, el récord de velocidad del circuito de Brooklands. El "Napier Railton" marcó la vuelta rápida en 230,86 km/h en 1937. El advenimiento de la Segunda Guerra Mundial acabó con el circuito y, por lo tanto, ese récord será para siempre del "Napier-Railton". 

 

 

El Napier-Railton en sus buenos tiempos.

 

 

Por lo tanto, el "Railton" es el "hijo pródigo" del museo, pues a lo largo de su historia ha tenido varios propietarios hasta que, en 1997, el Consorcio que administra el museo pudo hacerse con él gracias a los ingresos de una lotería y a donaciones privadas. Desde entonces "vive" en el Brooklands Museum.

 

Como el "Napier-Railton" se encuentra todavía en plena forma, es un asiduo participante en eventos como el "Goodwood Festival de la Velocidad" en los que demostrar "sus poderes". Eso supone que, en ciertas ocasiones, no estará presente en el Brooklands y no lo podremos ver. Eso es precisamente lo que nos ocurrió a nosotros. No estaba. Claro que eso solo supuso una simple anécdota porque pudimos compensar el fiasco viéndolo en acción precisamente en Goodwood. ¡Eso fue, sin duda, muchísimo mejor!  

 

El "Napier Railton" en acción en el Festival de la Velocidad de Goodwood.

Sonaba que era una pasada...

 
  

Vista general del "ERA Shed"

 

   

¡Cómo iba a faltar un "Bentley" en Brooklands!

 

Hubo una época en que los monos ignífugos eran

pura ciencia-ficción...

 

 

Puestos a poner alguna pega, quizás se echa en falta algo más de espacio...

 

   


 

Como tampoco podía no estar Bugatti

¡No todo tienen que ser coches británicos!

   

   

El Brooklands dedica un pequeño espacio a los

"caza-récords" británicos que marcaron toda una época

en los años 20 y 30 del siglo XX.

Podéis verlos "en persona" tanto en el Beaulieu National

Motor Museum como en el British Motor Museum.

(Si no, visitando nuestros artículos de esos museos también

os haréis una buena idea)

 

 

 

   

   


     


  

El espacio ciclista, con especial atención a "Raleigh", por supuesto.

  

   

Y el espacio motociclista, "of course".  

Curioso sidecar de competición "Norton"

   

En un museo tan "vintage" las antiguas gasolineras quedan fenomenal

 

 

Todos los edificios son originales y albergan el antiguo "Club", el restaurante y la cafetería.

 

 

La hora de la aviación...

 

Tras la visita a los pabellones dedicados a la competición de dos y cuatro ruedas, llega la hora de las "alas con motor". Tres grandes pabellones nos ilustrarán ampliamente sobre la aviación británica, además de los grandes jets expuestos en el exterior, donde luce con luz propia el imponente "Concorde". 

 

El imponente "Corcorde" de la British Airways. Recordemos que solo es visitable con la

entrada al "Concorde Experience".

  

   

Numerosos aviones de pasajeros "Vickers" se pueden visitar libremente.

 


 

 

Ya hemos dicho que se pueden visitar libremente, je, je

 

 

   

 

 

 

  

Entre tanto avión de pasajeros no podía falta el modo de llegar a pie de pista...

  

       

Aquellos viejos "cacharros"...

 

El túnel de viento

 

La sala de los motores

   

   

Un "Bleriot" de la época en que hacía falta

estar realmente "chalado" para querer volar

en semejante "cacharro"...

 

 El "Vickers Wellington"

Bombardero británico de la 2ª Guerra Mundial

construido en ese mismo hangar de Brooklands

 

El "Vickers Wellington" impone desde cualquier ángulo.

No se visita su interior, pero poder ver "sus tripas" es muy interesante.

 

 

 

Otra joya de la aviación británica, el "Hawker Siddeley Harrier", el caza de despegue vertical

más exitoso de la historia.

El "Harrier" todavía se encuentra en servicio en varios países, incluido el nuestro.

En la RAF ha jugado un importante papel en la Guerra de las Malvinas, en Afganistan e Irak.

Su despegue vertical lo convierten en el caza ideal para servir en la "aeronaval".

   

 

Este otro "Harrier" biplaza fue utilizado como avión de entrenamiento.

La escalera amarilla ya nos da una idea de su fin...

¡Poder sentarnos en la carlinga y sentirnos pilotos de combate por unos instantes!

 

   

 

Ancho y cómodo no es...

El abuelo que lo vigilaba nos contó un montón de

detalles del aparato. Son "súper-majos".

 

 Funcional es, pero no precisamente bonito

   

 

 

 El "Harrier" biplaza

 

   

El "Sopwith Camel" fue el caza aliado más exitoso

de la Primera Guerra Mundial.

A sus mandos los pilotos británicos y franceses abatieron nada más y nada menos que 1.294 aviones alemanes a lo largo del conflicto.

¿Su secreto? Un ingenioso mecanismo que permitía sincronizar los disparos de la ametralladora con el movimiento de las aspas sin dañarlas.

Los alemanes tardaron en pillar el truco, pero cuando lograron capturar a un "Camel" pudieron equilibrar

esa ventaja. De eso el "Barón Rojo" sabía lo suyo...

 

Y si el "Sopwith Camel" fue un puntazo en la Guerra del 14, el "Hawker Hurricane" cogió el relevo en la Segunda. Gracias a los "Hurricane" y a los "Spitfire" los pilotos de la RAF inclinaron la victoria a su favor en la decisiva "Batalla de Inglaterra" librada en 1940.

Ganar esa batalla supuso mantener a los nazis a raya y evitar así la prevista invasión de Gran Bretaña.

Cuatro años más tarde, en 1944, la isla británica fue el punto de partida del Desembarco de Normandía.

 

 

A poco más de una centena de kilómetros del "Brooklands", cerca de Dover y del Eurotúnel, podremos visitar el fantástico museo de la "Batalla de Inglaterra" y el Memorial erigido como homenaje a aquellos valientes pilotos que, en clara inferioridad numérica, llevaron a Winston Churchill a declarar su frase más famosa: "Nunca tantos debieron tanto a tan pocos"...  El complemento perfecto a la visita al "Brooklands". Bueno, de hecho los visitamos uno tras otro...

 

 

 

Memorial y Museo de la "Batalla de Inglaterra"

 

 


 

Los autobuses londinenses...

 

Como ya he comentado, el "Brooklands" acoge una sucursal del afamado museo del "Transporte de Londres", cuya sede principal se encuentra en el mismísimo centro londinense, en Covent Garden. En cualquier caso no quedaremos decepcionados, pues la colección del "Brooklands" es realmente amplia y hace un agradable repaso a la historia de los autobuses londinenses desde que iban tirados por caballerías hasta prácticamente nuestros días. De dos pisos o "Double Deck" "of course"...

 

Ya en el siglo XIX privaban los "Double Deck"

 

 

   

En los años 40 y 50 del siglo XX se llevaban así

 

Y también lo más recientes...

 

Con el pabellón de los autobuses de Londres ponemos punto final a la visita al "Brooklands Museum", un lugar donde la historia se respira por los cuatro costados y que no conviene perderse...

 

 

Verano, 2018

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