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Un “ferry” es un barco que te lleva a ti y a tu vehículo de una orilla a otra siempre y cuando no le lleve mucho tiempo hacerlo.

 

 

 

 

Esperando a embarcar rumbo a las Islas Lofoten (Noruega)

 

Cuando el viaje dure más de un día y la nave tenga varias piscinas, salón de baile, gimnasio, campo de fútbol, centro comercial y tropecientos mil restaurantes estaremos mucho más en un crucero que en un ferry, pero es cierto que también los hay muy apañaditos.

 

Como viajeros ambos nos valen, pero como campistas los que más usaremos serán los “ferries”

(o “transbordadores” si no queremos salirnos de la lengua de Cervantes).

 

Por suerte el “Costa Concordia” y el “Titanic” no lo eran...

 

“Ferries” los hay de muchos tipos y tamaños. Los hay más grandes, que sirven para cruzar el Canal de la Mancha o el Báltico y otros más pequeños como los que nos llevarán de un lado a otro de un fiordo.

 

Embarcar tiene su encanto, pero generalmente nos obligará a reservar previamente lo que siempre es un engorro.

 

Es el precio por intentar pagar lo menos posible y por asegurar plaza. Eso sí, procuraremos “guardarnos un as en la manga” y poder anular la reserva sin grandes costes por si el viaje se complica.

 

En fin, que nada es perfecto, pero navegar tiene un puntito aventurero y épico muy atractivo.

 

Si no nos mareamos, claro.