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“Reloj no marques las horas…” canta el bolero.
Lástima que cuando uno habla de viajes liberarse de su “tic-tac” no es tarea fácil. No lo queremos, pero cuesta vivir sin él. Lo necesitamos y vituperamos a partes iguales.
Como tantas otras cosas en la vida, su uso (y disfrute) dependerá de nuestra habilidad para armonizar las necesidades de cada momento.
Aunque para que un viaje o las vacaciones sean reposadas la regla general a seguir sea: “Pendientes del reloj, lo justo”, lo cierto es que no siempre podremos prescindir de sus agujas: necesidad de hacer un trayecto determinado, respetar los horarios de apertura o cierre, en fin… ¡la lista es tan larga!
En suma, estando de vacaciones intento no depender demasiado de él, pero como le tengo cariño y su compañía me mola, por si acaso, ¡siempre llevo uno de repuesto en la caravana!