intín
A Tintín lo conocí unos años antes que Astérix, más que nada porque el periodista belga le llevaba unos cuantos años de ventaja al bigotudo galo.
Así pues, gracias a las andanzas del viajero periodista -aunque nunca le hayamos visto publicar una sola crónica- hemos podido viajar por las cuatro esquinas del mundo.
Junto a su inseparable Milú supimos que había unos países muy poco recomendables, de esos a los que era mejor no ir, empezando por Borduria. Y también volamos a la Luna con él y sus amigos.
Gracias a Tintín y sus aventuras me hizo mucha ilusión pasear por la orilla del Loch Lomond en la brumosa Escocia, aunque ese lago sólo aparezca en “La Isla Negra” como una marca de whisky.
Lo realmente importante es que mi empeño en visitar el Lomond se debió a la influencia tintiniana.
Este sí es el auténtico Loch Lomond...
Y ya puestos, aún me queda por conocer Saint Nazaire, puerto del noroeste de Francia que aparece en varias viñetas de “Las 7 bolas de cristal”. Viñetas que encontraremos en formato cartel por toda la ciudad gracias al entusiasmo de unos admiradores locales.
Y gracias también a sus aventuras y desventuras lo vimos vagar por el desierto abrazado a su inseparable y malhumorado Capitán Haddock o conocimos al gamberrete Abdallah allá en la misteriosa Arabia.
Bonitos recuerdos que forman parte de la vida de muchos de nosotros y que nos impulsan a hacer las maletas…