Las guías de viaje son una de las herramientas más potentes a disposición del viajero independiente. De ellas obtendremos, de una manera fácil y didáctica, “casi toda” la información necesaria sobre un país, región o zona.
Su mayor ventaja, aparte de las detalladas informaciones que nos proporcionará, es que nos permitirá obtener, de un vistazo, los principales puntos de interés de la zona a visitar, pues la mayoría se encarga de dejarlo claro.
Al mismo tiempo su lectura nos ofrecerá una útil “visión de conjunto” que nos permita hacernos una primera idea de por dónde podemos enfocar nuestro itinerario.
Dicho de otra manera, las guías de viajes son tan importantes que aningún viajero “por libre” medianamente sensato debería ocurrírsele prescindir de ellas.
No pretendo en absoluto hacer aquí un” tratado sobre el uso y disfrute de las guías de viaje”, sino más bien aportar nuestras experiencias con su uso.
Lo primero que se me viene a la cabeza es que casi nunca suele ser suficiente una única guía de viajes. Por muy amplias que puedan o pretendan ser algunas, lo cierto es que cada guía tiende a hacer hincapié en unos aspectos más que en otros, así que tendremos que buscar las que mejor se complementen. Unas son “más de autor” y aportan información basadas en sus comentarios e impresiones, como las “Guías Azules” o la “Guía del Trotamundos”, con detalladas informaciones sobre alojamientos, restaurantes, etc. En general esas suelen ser bastante útiles para nosotros, los campistas viajeros, mientras que otras se centran más en datos y descripciones de los lugares de una forma más general.
Unas contienen fotos, otras no. Unas ofrecen mapas y planos, otras no. Unas detallan itinerarios, otras no. Otras ofrecen informaciones prácticas sobre horarios y precios, otras no.
Vamos, que nos harán falta, al menos, un par de ellas, tanto para preparar a fondo el itinerario del viaje como para su consulta durante el mismo.
Antes de la popularización de Internet venía muy bien contar con una guía que priorizase las fotos y los dibujos, tal como las “Guías Visuales” El País-Aguilar, muy buenas en ese sentido, pero más escasas a la hora de dar información “práctica”. Actualmente gracias a Internet, que nos permite encontrar fotos de casi todo, la dependencia de tales guías ya no tan acuciante, pero yo sigo recomendando su adquisición. Son caras, pero valen lo que cuestan.
Eso sí, recomiendo muy seriamente “confirmar” que las descripciones del autor se ajustan a lo que esperamos, buscando en internet fotografías del monumento, lugar o paraje que nos interese. Prevenir es curar y de esa manera nos ahorraremos más de una decepción y también algún kilómetro de más, pues... ¡anda que no nos habremos hecho kilómetros a lo tonto para acabar llegando al lugar elegido y quedársenos cara de bobos al ver cómo el entusiasmo descriptor del autor de la guía nos la había jugado!. Afortunadamente para el autor, en aquel momento no andaba por allí porque más de un instinto asesino nos ha entrado...
La verdad es que ahora, gracias a la abundante información existente en internet, tenemos una formidable herramienta para “asegurar el tanto” y no pisar en falso. Solamente hay que saber buscar.
En general, si buscamos fotos de una localidad, lugar o monumento en particular y no logramos dar fácilmente con ellas, lo más probable es que la cosa no merezca mucho la pena.
Lo mismo sucede cuando al buscar fotos de una ciudad, por ejemplo, en vez de casas, calles o monumentos, aparecen fotos de artistas, flores y cosas por el estilo. Malo. Hay que sospechar que no tienen mucho que ofrecer... ¡porque no van a ser tan bobos de no exponer lo mejor que tengan, verdad!.
Si intentamos localizar fotos de lugares extranjeros, suele facilitar mucho la tarea incluir en el “Google” las palabras “photo”, “photo gallery”, o “picture” junto al nombre del lugar o monumento buscado.
En fin, dejemos internet y volvamos a las guías. Otras que me gustan mucho, por la cantidad de información práctica que suelen ofrecer –dependiendo de los autores- son las de “Fodor’s Aguilar”. Carecen de imágenes, pero las descripciones e informaciones prácticas suelen ser de gran calidad.
Tampoco vale cualquiera. Hay guías francamente chuchurrías, con informaciones muy generales y, por lo tanto, no demasiado útiles. Otras editoriales destacadas por su calidad son “Lonely Planet” y “Sin fronteras/The Rough Guide”.
Para los viajes a Francia, me encantan las “Guías Verdes” de Michelin dedicadas a las regiones francesas. Están escritas en su idioma, lo que hace necesario un cierto control del francés, pero su nivel de detalle es espectacular. Las tenemos casi todas y las que aún nos faltan acabarán cayendo.
Para elegir una buena guía lo principal es tener claro qué buscamos y qué tipo de información necesitamos. Una visita a una librería especializada en viajes o a una con una potente sección de viajes, nos ayudará, sin duda, a encontrar las guías que mejor se adapten a nuestras necesidades.
Por supuesto no siempre es necesario hacer el desembolso de buenas a primeras. Seguramente tendremos a mano alguna amistad que nos la pueda prestar. Al menos para hacernos una idea sobre el tema, porque para comprar siempre estamos a tiempo.
En suma, invertir en guías es una excelente inversión, porque no sólo nos valdrán para nuestro viaje inmediato… ¡también nos servirán para los que están por llegar!.