resupuesto

 

 

Serrat nos cuenta que “la vida te la dan, pero no te la regalan”.

 

Con los viajes pasa algo parecido. Para salir maleta en mano normalmente hay que rascarse el bolsillo. Y a veces, mucho más de lo que nos gustaría.

 

El presupuesto disponible -“la pasta” para el viaje- no sólo nos dirá qué destinos serán asumibles y cuáles no, sino también hasta dónde podrán estirarse nuestras vacaciones, al menos por cuestiones económicas.

 

Así pues, el primer paso para poner en marcha la cosa es tener claro qué dinero contamos para el anhelado viaje.

 

 

 

 

El siguiente paso es, de acuerdo con la idea que tengamos en mente, hacer una lista de gastos previsibles -el presupuesto- para poder llevarla a cabo.

 

El tercero es la auténtica “prueba del algodón”: la validación del presupuesto. Si el resultado del análisis presupuestario ha sido un éxito y se encuentra dentro de nuestras posibilidades… ¡luz verde al viaje soñado!

 

No obstante, si los gastos previstos parecen irse un poco de madre, seguramente la cosa todavía tenga arreglo haciendo algunos arreglillos por aquí y por allá.

 

Y cuando la diferencia resulte inasumible, entonces no quedará otra que dejar la idea para mejor ocasión y buscar otro destino que nos haga dar en el clavo.

 

Por último me permito hacer un llamamiento a la cordura de los que se puedan sentirse tentados a endeudarse para ir de vacaciones.

 

Seamos sensatos, cuando se puede, se puede y cuando no, pues paciencia y a esperar tiempos mejores. Que acabarán llegando.

 

Ya se han hecho demasiadas tonterías en este país -y así nos vemos- para seguir engordando aún más la lista…