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   Navidades

               alsacianas...

                          alemanas...

                                     y suizas...


El cuarto viaje “navideño” a tierras alsacianas

fue el del “3 en 1”.


 

Este fue el cuarto viaje a tierras alsacianas y alemanas en navidad -y también a Suiza- pero tampoco el último. Hemos regresado a Alsacia en 2002, 2006, 2007, 2009 y 2010 y repetiremos en 2011, así que no se nos acaban las ganas de volver.

 

 

Esto es una ventana navideña alsaciana...

 

Todos estos viajes se encuentran disponibles en esta web y dado que la información disponible de la zona es muy, muy amplia os animamos a revisar también el resto de los relatos. Con el tiempo hemos tenido ocasión de recorrer a fondo Alsacia, pero también la vecina y encantadora Selva Negra, así como otras zonas de Alemania. No importa, todo resulta francamente "apetitoso". Y el que prueba, repite. Seguro.
 

FICHA TÉCNICA DEL VIAJE

Noviembre/Diciembre 2007 (datos actualizados en 2011)

Duración del viaje:

9 días y medio.

Kilometraje total:

4.679

Relato publicado en “El Camping y su Mundo” (nº 241 - noviembre 2009)

 A pesar del tiempo transcurrido desde la realización del viaje, se ha actualizado toda la información susceptible de ser puesta al día, por lo que su contenido mantiene, en la medida de nuestras posibilidades, su plena vigencia.

 
Hacemos también constar que la información práctica que se facilita en el relato se hace a título personal, con la intención de que pueda resultar lo más útil y ajustada posible. No obstante recomendamos que, en evitación de sorpresas y contratiempos, antes de emprender el viaje, confirméis los horarios, precios, y demás datos susceptibles de variación o modificación. ¡Y buen viaje! 

 

RUTÓMETRO

FECHA

ETAPA

KM./DÍA

Viernes, 30 de noviembre ‘07

Valladolid - Área de Bordeaux-Cestas

599

Sábado, 1 de diciembre ‘07

Área de Bordeaux-Cestas - Vignoles (Dijon)

641+97

Domingo, 2 de diciembre ‘07

Vignoles - Europort - Colmar

Colmar - Ribeauvillé - Basel (Basilea)

343 + 190

Lunes, 3 de diciembre ‘07

Baden Baden - Karlsruhe

335

Martes, 4 de diciembre ‘07

Ruta por Suiza y Alemania:

Bad Säckingen, Cataratas del Rin,

Stein am Rhein y Konstanz

426

Miércoles, 5 de diciembre ‘07

Vogelgrun - Freiburg - Thann

196

Jueves, 6 de diciembre ‘07

Eguisheim, Colmar, Riquewihr y Freiburg

169

Viernes, 7 de diciembre ‘07

Europort - Colmar - La Souterraine

138 + 622

Sábado, 8 de diciembre ‘07

La Souterraine - Gradignan (Burdeos)

Burdeos / Bordeaux

293 + 48

Domingo, 9 de diciembre ‘07

Gradignan - Valladolid

582

 

                                       TOTAL

4.679

 

UN SOLO VIAJE, TRES PAÍSES

Volver a Alsacia cada navidad, aprovechando el puente de “la Consti” ya se ha convertido en un clásico que cuando falta se echa mucho, pero mucho de menos. Y no es de extrañar, porque todo el que lo ha probado una vez, quiere repetir. Cuatro viajes en ocho años dan fe de ello. (Eso pasaba en 2007, porque ya llevamos seis en diez años, que no está nada mal...)  

Ventana navideña alsaciana. De esas hay muchas...

 En Alsacia, la región francesa más nororiental, se vive y celebra la Navidad en mayúscula, a lo grande. Es “marca de la casa”, ¡porque incluso tienen una caravana publicitaria que recorre media Europa anunciando los saraos que allí se montan en adviento!. Y es que no hay pueblo ni ciudad que no engalane calles, casas y ventanas con todo lujo de detalles, ni que no tenga su mercadillo navideño, aunque sólo sea un único fin de semana durante el Adviento.

 

El aroma a canela y a vino caliente impregna el ambiente y hace que la visita sea algo muy especial. Además su proximidad con Alemania - la Selva Negra – y Suiza, permite “repartir” la estancia entre esos países, que si bien comparten unas mismas raíces germánicas, cada cual lo celebra a su manera.

 

En Centroeuropa las fiestas navideñas se celebran durante el Adviento, esto es, desde finales de noviembre al día de navidad, aunque en algunas localidades lo alarguen un poco más. Por eso mismo nuestro “puente de la Constitución”, con algunos días “extra” de vacaciones, por supuesto, es el momento perfecto para disfrutar de la experiencia navideña europea.

 

La navidad 2007 no fue distinta a la de 2006 y para Alsacia nos fuimos de nuevo, aunque con algunas variaciones respecto a viajes anteriores. Podéis conocer algo más sobre la navidad en Europa en los siguientes relatos de nuestros viajes: Alsacia 2000, Alsacia y Alemania 2002, Baviera 2004, Bélgica, Alemania y Holanda 2005 y Alsacia y Alemania 2006. (Los datos de esos relatos han sido debidamente actualizados para que no pierdan vigencia).

 

Y QUE EL MIEDO AL FRÍO NO "ENFRÍE" LAS GANAS DE ALSACIA...

 

A menudo el temor al frío y al mal tiempo suele ser uno de los “frenos” más usuales para cortarnos de viajar en invierno. Sin embargo, tras seis viajes a Alsacia, en general podemos decir que la climatología de la zona, en diciembre, es bastante soportable y hasta el invierno de 2010 jamás nos había nevado (y fue a causa de una ola de frío polar que bloqueó a media Europa), pero no tuvimos problemas especiales, así que la climatología invernal no debiera desanimar a nadie que disponga de una caravana mínimamente preparada para el frío, que son la inmensa mayoría.

 

Heladas sí las ha habido y la temperatura suele rondar entre 0º y 10º de media. Las lluvias suelen aparecer a menudo, pero la mayoría de las veces han sido chaparrones de poca entidad. El sol, eso sí, no suele dejarse ver demasiado, pero cuando sale, se agradece mucho. Resumiendo, hasta ahora el mal tiempo nunca nos ha fastidiado el viaje, así que os animamos a conocer una zona que, a buen seguro, os maravillará y querréis volver muchas veces más. El viaje de 2002 fue, en términos de frío, el peor, por la tremenda humedad ambiente. El mejor, por temperatura, ha sido el de 2009. El resto, pues ni mucho ni poco y se lleva bastante bien a condición de ir bien pertrechados para el frío, pues nos pasaremos el día prácticamente en la calle.

 

En cualquier caso, hay que ir preparado para la ocasión y no olvidarse en casa, por ejemplo, unos buenos plásticos para proteger los cristales del coche de las heladas y evitarnos, de esa manera, el tener que rascar el hielo por las mañanas. No siempre son necesarios, pero no estará de más echarlos al maletero porque a buen seguro que algún día nos vendrán muy, pero que muy bien.  

Proteger los parabrisas evita mucho trabajo...

 Los pocos camping de Alsacia abiertos en esas fechas – Obernai y Colmar principalmente- están bien preparados para los rigores invernales y disponen de calefacción en los servicios. De los dos, el municipal de Obernai – Le Vallon de l’Ehn- es el mejor con diferencia, pero esta vez –ya que pensábamos visitar Suiza- optamos por acampar en el de Colmar/Horbourgwihr y no está mal, pero puestos a elegir, el de Obernai nos gusta más. En Heimsbrunn, localidad cercana a Mulhouse, también tenemos un camping abierto todo el año. Y en tierras alemanas no faltarán camping abiertos, como el de Kirchzarten, cerca de Friburgo. Allí nos alojamos en 2010 y está muy bien, pero es bastante más caro que los franceses, pero idóneo para visitar la Selva Negra a fondo.

 

PREPARANDO EL VIAJE...

 

Como este era el cuarto viaje a la zona, lo que hicimos a la hora de planificar el itinerario fue compatibilizar los “incontournables” del viaje, como dicen los franceses, con alguna que otra “novedad”, pues allí hay mucho que ver.

 

“Los incontournables” -esas visitas imprescindibles que hay que repetir año tras año- son Colmar, Riquewihr, Estrasburgo, Kaysersberg, etc. aunque en este viaje la capital alsaciana, Estrasburgo, se nos quedara en el tintero por falta de tiempo. En los viajes de 2000, 2002 y muy especialmente en el de 2006 encontraréis el relato de nuestra experiencia en Estrasburgo, que presume de ser “la capital de la navidad” y os podemos asegurar que no exageran en absoluto. Y desde luego nadie debiera pasar de ir si se trata del primer viaje.   

El mercadillo navideño de la Place Broglie - Estrasburgo

 También nos gusta hacer, por lo menos, una escapada a Alemania – que está a un paso- y así repetimos estancia en Friburgo (Freiburg im Breisgau) y Baden Baden, que no quedan lejos de Colmar, bueno Baden Baden, algo más. De todas maneras siempre procuramos incluir algún pueblecito “desconocido” para ir completando, poco a poco, el conocimiento de toda la geografía alsaciana y alemana.

 

De todas maneras la gran novedad del año iba a ser la toma de contacto con la navidad suiza (zona norte), incluyendo escapadas a Basilea (Basel) y a la zona del Rin – Cataratas del Rin, Schaffhausen y Stein am Rhein. Había que innovar. Pero las novedades tampoco terminaban ahí, pues antes de llegar a Alsacia hicimos una breve parada en la Borgoña, en Dijon, la ciudad de la mostaza y del vino para conocer un poquito más las navidades fuera de Alsacia.

 

En cualquier caso el conocer la zona nos facilitó sobremanera el “diseño” o planteamiento del itinerario, pero desde luego no nos cansaremos de insistir en la importancia que tiene una cuidadosa preparación para el éxito de nuestro viaje. Así que si quieres saber más sobre cómo preparar a bien fondo un fantástico viaje por libre sin dejarse nada en el tintero, pincha aquí.

  

NAVIDAD EN LA TIERRA DEL VINO Y LA MOSTAZA.

 Salimos de Valladolid el viernes, 30 de noviembre de 2007, por la tarde, con nuestra caravana “Rapido” de techo elevable, fiel compañera de fatigas viajeras. Nos acompañaban nuestro amigo Gonzalo y su hija Inés, con su caravana “Bürstner”, pero no iban a ser ellos los únicos compañeros de viaje. Una vez en Alsacia recogeríamos a Isabel, Gloria y Andrea que viajaban en avión desde Valladolid, vía Madrid, y también a nuestra amiga Marta, que hacía lo propio desde Barcelona. Pero, entretanto, Dijon nos esperaba...

 

La ruta que habitualmente seguimos para llegar a Alsacia desde Valladolid es: Burdeos, Angoulême, Guéret, Chalon sur Saône, Besançon, Mulhouse y Colmar. Leer más sobre la mejor ruta para llegar a Alsacia, ahorrando en peajes, (ruta noreste) desde la frontera de Irún, (incluido en el apartado “Las mejores rutas para cruzar Francia” de esta web). Y si además queréis saber cómo ahorrar unos euros en los repostajes franceses, pinchad en el enlace.

 

Solemos pernoctar en el área de autopista de Bordeaux-Cestas, que por distancia, es un buen lugar para hacerlo. Sin embargo este año “inaugurábamos” también una nueva forma de plantear el viaje hasta Alsacia y Alemania. En vez de dedicar el sábado a recorrer los novecientos kilómetros que separan a Burdeos de Colmar, esta vez nos habíamos propuesto hacer “una parada intermedia” para visitar Dijon –la capital de la Borgoña y tierra de vino y mostaza- en navidad.

 

El trayecto discurrió sin problemas y cenamos en el área de Bidart, tras entrar en Francia, y a las doce y media de la madrugada -hora de llegada más o menos habitual- entrábamos en el área de autopista de Bordeaux-Cestas, a las puertas de la circunvalación de Burdeos, con idea de pernoctar. Esa es una gran área, con estación de servicio, restaurante y un hotel “Campanile”. Si a pesar de sus enormes dimensiones estuviese llena – nos ha pasado ya alguna vez – frente al Campanile hay un túnel que enlaza con el área del otro lado y allí suele ser más fácil encontrar hueco. Al loro, pues.

 
El sábado salimos de Burdeos a las seis y media de la mañana, a fin de poder llegar a tiempo al camping con tiempo suficiente para poder ver Dijon con el comercio abierto. El único camping abierto en esas fechas por aquella zona estaba a las afueras de Beaune, en Vignoles, a unos 50 km. de distancia de la capital regional y a unos 640 km. de Burdeos, ("Les Bouleaux", que abre todo el año). Más información en:

www.eurocampings.es/es/europa/francia/borgo%f1a/cote-d%27or/camping-les-bouleaux-107562/

 

Tras un viaje sin sobresaltos – no como el del año pasado, con el problema del manguito- llegamos en el horario previsto al camping, acampamos a toda prisa y salimos zumbando hacia Dijon. Gracias al GPS, fuimos directos al parking de la Place Darcy, que estaba bien engalanada para la ocasión. “El montaje navideño” de Dijon no tiene el empaque del alsaciano, pero para ir abriendo boca no estuvo nada mal. Además la lluvia nos dio una tregua muy de agradecer.

 

Era nuestra segunda visita a Dijon, tras haberla recorrido durante el verano 2006 a la vuelta de Chequia y Hungría, y tiene un centro histórico muy interesante y aunque en esta ocasión también pudimos darle una vuelta, la prioridad “a visitar” eran los eventos navideños.

 

El mercadillo navideño de Dijon se sitúa en la elíptica Place de la République, frente al palacio de los Duques de Borgoña. Los puestos del mercadillo, como es habitual, se componen de artesanía, artículos navideños y gastronomía local. Cenamos allí, por supuesto, pero la variedad “alimenticia” era bastante menor que la que suele haber en los mercadillos alsacianos ¡y ya no digamos en los alemanes, que son los reyes en ese sentido!. De todas maneras el casco histórico es interesante y la visita vale la pena. 

El mercadillo navideño de Dijon

 

Nota actual: En 2010 había bastante "mal rollo" entre la gente del mercadillo navideño de Dijon porque se quejaban de que la gente no iba y que el asunto peligraba, así que antes de planear una parada en la ciudad sería buena idea comprobar previamente que aún se sigue celebrando el mercadillo. Por ejemplo aque, en la web de la oficina de turismo local... www.visitdijon.com 

   

Dijon en navidad

 

El casco antiguo

 Lo que estaba fuera de toda duda era que, parando en Dijon, habíamos conseguido el doble objetivo que perseguíamos: conocer una manera más “de hacer navidad en Francia” y ahorrarnos la maratón kilométrica hasta Colmar. Antes eso importaba menos, pero desde hace algún tiempo procuramos evitar las larguísimas etapas de coche, siempre que ello sea posible. Y esta vez lo fue.

  

LLEGADA A ALSACIA Y DOMINGO “DE TRAJÍN”

A las siete y media del domingo salimos de Vignoles, rumbo a Colmar. Como el horario de recepción del camping de Colmar es un poco peculiar en estas fechas –cierra de doce a quince horas y hay barrera- era imprescindible poder llegar antes del mediodía para que los planes salieran como estaban previstos y que no se nos complicase la visita al mercadillo medieval de Ribeauvillé.

El camping de Colmar (Camping de l'ill) está a las afueras de la ciudad, en Horbourg Wihr, junto al río ill y bastante cerca de la salida de la autopista. La web del camping es www.campingdelill.com - Dispone de un bloque de aseos con calefacción, muy nuevo. 

En el camping de Colmar

 La cuestión clave radicaba en que, antes de llegar a Colmar, había que recoger a las tres vallisoletanas que nos esperaban en un hotel cercano al aeropuerto de Mulhouse-Basel-Freiburg y eso significaba desviarse unos treinta kilómetros en dirección opuesta, lo que hacía casi imposible que todos pudiéramos llegar antes de las doce al camping. Sin embargo viajar en grupo tiene muchas ventajas y una de ellas es que se puede “repartir la tarea”...

 

Y así lo hicimos. Gonzalo e Inés marcharon raudos y veloces hacia Colmar mientras nosotros hacíamos lo propio hacia el “Europort”, el aeropuerto. Así llegaron al camping antes de que cerrase la recepción y, de esa manera, nosotros pudimos acampar sin problemas de horario gracias a que nos pudieron abrir la barrera para entrar. Después ya nos registraríamos...

 

Pero antes de proseguir con el relato de nuestro viaje, veamos una forma distinta de conocer Alsacia dejando la caravana en casa...

 

ALSACIA EN AVIÓN, COCHE Y HOTEL

Sin duda la caravana o la autocaravana son un medio estupendo para conocer Alsacia y otros países en navidad (o fuera de ella, claro), pero no son la única forma posible de hacerlo, especialmente para aquellos que no disponen de elemento de camping o aún teniéndolo, simplemente, prefieren dejarla en casa si la distancia, la falta de tiempo o la climatología les impone demasiado respeto.

 

La “solución” viene de la mano de la compañía “Easy Jet”, una de las “low cost” más activas junto a “Ryanair”. “Easy Jet” vuela desde Madrid y Barcelona al “Europort” de Mulhouse-Basel-Freiburg, el aeropuerto que da servicio a esas tres ciudades, situadas en Francia, Suiza y Alemania respectivamente, pero separadas únicamente por unos 30-80 km. entre sí. Y con unas tarifas realmente espectaculares. La alternativa al Europort es viajar al aeropuerto de Karlsruhe-Baden  - al norte de la Selva Negra (Alemania) - con “Ryanair” desde Girona y Alicante. Una vez allí, el coche de alquiler y el alojamiento en hotel o casa rural completarán el panorama. leer más sobre nuestra experiencia viajando en plan “avión + coche de alquiler + hotel”. 

 

El hotel "Le Relais du Ried" - Bischwihr

 

Y eso fue lo que hicieron nuestras amigas, con la salvedad de que el coche lo poníamos nosotros. Les busqué un hotelito muy mono en Bischwihr, a tres kilómetros del camping de Colmar, y como con Marta eran cuatro, reservamos por teléfono una habitación de ese número para ellas en el hotel “Relais du Ried”. La habitación de 4, con desayuno incluido, costaba en 2007, 98 euros por noche. (107 € en 2011)  

Blotzheim - "Le Captain Hotel"

 Y como llegaron a Alsacia el sábado por la noche y hasta la mañana siguiente no las recogeríamos, esa noche se alojaron, a muy buen precio, en el “Captain Hotel”, a dos kilómetros del aeropuerto, en Blotzheim. Este hotel dispone de un servicio gratuito de furgoneta para la “recoger y dejar” pasajeros en el aeropuerto a cualquier hora. De esa manera con sólo una llamada de teléfono las recogieron en la terminal. Un servicio cómodo y barato. Ambos hoteles fueron reservados directamente por internet, sin ningún problema. Y sin desembolso previo. ¡Desde luego si alguien se queda sin conocer la navidad centroeuropea no será por falta de ideas!.

 

MERCADO MEDIEVAL EN RIBEAUVILLÉ Y FIN DE JORNADA EN BASILEA.

 

Una vez acampados, recogimos a las chicas en el hotel y partimos raudos y veloces hacia Ribeauvillé, población cercana a Colmar, que los fines de semana de adviento también celebra su típico mercadillo navideño, aunque con un matiz distinto al resto, pues le dan su “toque medieval”. 

"Elixir de Noël" en Ribeauvillé

 Y realmente hay que decir que el ambiente medieval está muy logrado, especialmente en el patio cerrado donde se encuentran la mayoría de puestos de comida. Allí comimos, rodeados de parrillas donde asaban panceta y horneaban “tartes flambées”. ¡Daba la impresión de estar en pleno rodaje de “El nombre de la Rosa”!. 

El "monje" no hubiera desmerecido en "El nombre de la rosa"

 Puede que Ribeauvillé no sea uno de los pueblos “top” de Alsacia como Riquewihr, Kaysersberg, Obernai o Eguisheim, pero no desmerece en absoluto. Abundan las típicas –y preciosas- casas de entramado de madera que le dan ese aire tan bonito de “cuento de hadas” y la decoración y el ambiente “medieval” en esas fechas, como ya hemos mencionado, es espectacular. ¡Incluso asaban un jabalí entero, al más puro estilo de Astérix y Obélix, en plena plaza mayor!.

  

Obélix hubiera sido feliz aquí...

 El mercadillo medieval se celebra cada año y nos gustó tanto que a partir de ahora ya sabemos “dónde pasaremos el domingo” cada vez que volvamos a Alsacia. El mercado echa el cierre a las diez de la noche en sábado, mientras que en domingo, acaba a las seis. (En 2009 lo cumplimos y regresamos a Ribeauvillé) 

 

   

Ribeauvillé

 

Asando panceta...

  

Fachada decorada en Ribeauvillé

  

   

Alsacia es tierra de vinos...

 


 

“LAS TRIBULACIONES” DE PISAR SUELO SUIZO...

 

Teniendo en cuenta que por la tarde teníamos que recoger a Marta -“la cuarta pasajera”- en el aeropuerto, hubo que acelerar un poco la visita a Ribeauvillé para llegar a la hora acordada, por eso nos quedamos todavía con más ganas de volver otra vez. La “recogida” se produjo sin problemas y una vez juntos nos fuimos a Basilea (Suiza) a pasar el resto de la tarde.

 

Aunque el Europort está en territorio francés, Basilea está sólo a 3 ó 4 kilómetros de distancia, es decir, “a un tiro piedra”. Sin embargo la visita al territorio suizo me generaba no poco “desasosiego”, tanto por el cálculo de la cantidad de moneda necesario para una visita tan corta y en grupo –no olvidemos que los suizos no tienen euros sino francos- y por el tema del peaje suizo, pues el uso de sus autopistas requiere de la compra de una viñeta de duración anual y que costaba, en aquel entonces, unos 27 euros por cada coche y claro, no era cuestión de pagar tanto dinero sólo por dar un paseo por la ciudad y su mercadillo, por grande y bonito que pudiera ser. Leer más sobre los peajes suizos y de otros países.

 

El tema de los francos suizos lo resolvimos “en equipo”, llevando la moneda cambiada desde España, para todos. Así simplificamos los gastos por cambio de moneda. De todas maneras lo realmente complicado, cuando la estancia en el país es corta, es acertar con el montante a cambiar para no quedarnos cortos, pero lo resolvimos por el sistema más expeditivo: llevar suficiente moneda como para que no hubiese problema. Luego devolvimos el sobrante, claro, porque en grupo los gastos siempre se llevan mejor. si quieres leer más sobre nuestra experiencia cambiando moneda extranjera, pincha aquí.

 

Resuelto el tema de la moneda, mi plan para capear el asunto del peaje era bastante simple... ¡Bastaba con entrar en Basilea por la carretera -libre de peaje- y no por la autopista!. Pues bien, eso que parecía tan sencillo, en la práctica no lo fue tanto. Es más, resulto un completo fiasco, porque no hubo manera de “encontrar el camino correcto”.

 

Desde el aeropuerto el GPS se empeñaba, una y otra vez, en llevarnos a la autopista. Y a pesar de “la ruta correcta” que habíamos sacado del “Vía Michelin”, por más vueltas que dimos, no logré encontrar esa supuesta salida que nos permitiría llegar a Basilea por la antigua carretera. Así pues, tras varias intentonas infructuosas, ¡acabábamos siempre en la autopista!.

 

Como tampoco era cuestión de pasarnos la tarde perdiendo el tiempo –a las ocho de la tarde el mercadillo cerraba puertas- nos resignamos a pagar la viñeta anual –pues no hay posibilidad de “comprar” períodos inferiores al año- y enfilamos la frontera por la autopista. Sin embargo la fortuna se alió con nosotros y el aduanero nos preguntó a donde íbamos. Al decirle que al mercadillo de Basilea, simplemente nos dejó pasar sin más. ¡Uf, “prueba superada”!. Aunque mejor no arriesgarse y buscar realmente el acceso por carretera. Lo del GPS ahora no me pasaría, pero en aquel viaje acaba de estrenarlo y todavía no le tenía yo pillado el tranquillo. Ahora, combinando el Google Maps y el GPS, vamos, entro por carretera como me llamo Paco...

 

En cualquier caso el asunto nos deja una enseñanza interesante. Si nos empeñamos en pasar por el puesto fronterizo de la autopista y nos preguntan el destino, pues mejor que mejor, pero si no lo hacen, es cuestión de probar y pedir que nos dejen pasar para acudir al centro de la ciudad. Visto lo visto no parece que pongan demasiadas trabas, algo inusual en un país tan rígido y cuadriculado. Leer más sobre  la "cuadriculatura helvética" en nuestro viaje a Suiza...

 

BASILEA EN NAVIDAD y los horarios de los mercadillos.

El mercadillo navideño de Basilea es bastante grande y presume de tener una de las calles iluminadas más largas de Europa, la que va de la plaza del Ayuntamiento a Barfüsserplatz. Como es habitual por aquellos lares, el mercado se inaugura a finales de noviembre y termina en vísperas de nochebuena.

 

El horario suele ser de 11 a 20 horas y como buenos suizos que son, a las ocho de la tarde echan el cerrojo y allí no queda ni un alma.  

   

El "Baseler Weihnachtsmarkt"

 

El ayuntamiento.

 Ese aspecto es, quizás, la mayor diferencia con sus vecinos germánicos, pues aunque allí los puestos de artesanía y artículos navideños también suelen cerrar a las ocho de la tarde, la oferta gastronómica alarga la jornada, al menos, hasta las ocho y media o las nueve. Claro que los franceses, en muchos casos, ya bajan la persiana... ¡a las siete de la tarde!; siendo las ocho la hora más o menos normal de cierre durante los fines de semana. Algunas ciudades tienen también su “marché nocturne” hasta las 22 h. en algún día especial. Por todo ello es fundamental comprobar antes los horarios de apertura en internet.

 

Dos direcciones de internet muy buenas para eso son, para Alsacia: www.marche-de-noel-alsace.com y para Alemania, www.weihnachtsmarkt-deutschland.de Para facilitar las búsquedas en internet, “mercadillo navideño” en alemán se escribe “weinachtsmarkt” o, en algunas ciudades, “Christkindelmarkt” Así pues poniendo esas palabras junto al nombre de la ciudad que busquéis no os será difícil dar con la información deseada, aunque en muchos casos sólo se encuentre en alemán. “Horario/Apertura” se dice “Öffnungszeiten”, por si eso puede ayudar...

 

EL MERCADILLO DE BASILEA

Pero volvamos al mercadillo de Basel/Basilea. Antes comentaba que los horarios tempranos de cierre posiblemente sean el elemento más diferenciador entre los mercadillos suizos y alemanes, porque ni por idioma, ni por aspecto, las diferencias reales son relevantes. Bueno en algo sí... ¡en Suiza no se puede pagar en euros!.

 

Y también se nota que estamos en el país del queso por excelencia, porque allí es facilísimo tomarse una “raclette” o una “fondue” en los puestos de comida, además de las sempiternas “bratwurst” o, dicho de otro modo, las salchichas asadas. Los precios en Suiza son más altos que en Alemania. 

 

   

La "Racletteria"

 

Y aquí "la raclette"...

 

 

 

Bratwurst y paraguas, la combinación "Basel"

 

En el aspecto arquitectónico lo más relevante de la ciudad es su ayuntamiento de color rojo, de estilo pseudogótico (se levantó a primeros del siglo XX), pero que es muy impactante, tanto por su color, como por su decoración. El patio interior, de libre acceso, es particularmente bonito. 

 

Todos en el patio del ayuntamiento de Basilea

 

A orillas del Rin, la zona de la catedral, la parte más antigua de la ciudad, también tiene su punto, pero en conjunto la ciudad no es de las que más encandilan. Realmente la visitamos en nuestro anterior viaje a Suiza, porque en esta ocasión el objetivo era, única y exclusivamente, la visita al mercadillo navideño. La falta de tiempo y que fuera domingo acabaron con cualquier otra posibilidad.  

 

   

El mercadillo navideño

 

La plaza del ayuntamiento

 

 

Ambiente navideño a tope

 

En suma, entre que nos cerraron los chiringuitos de comida a las ocho –aunque tuvimos tiempo de saciar el apetito- y que empezó a llover a raudales, agarramos el coche y regresamos a nuestros “cuarteles” a descansar para el día siguiente.

 

EL TURNO DE ALEMANIA: BADEN BADEN Y KARLSRUHE

 

El lunes decidimos tirar hacia el norte y cambiar nuevamente de país. Baden Baden y Karlsruhe serían nuestros objetivos, teniendo a Ettlingen –a las afueras de Karlsruhe- como posibilidad añadida, si el tiempo lo permitía, cosa que finalmente no sucedió. Baden Baden nos había encantado el año anterior. Su fama de ciudad señorial es más que merecida, siendo el balneario y el casino sus referentes. 

 

   

Baden Baden

 

El casino y parte del mercadillo

 

El aspecto del mercadillo está también en consonancia con su nivel y clase. Mesitas con mantel y velitas no son cosas que se vean habitualmente, pero allí, sí. En cambio los precios, afortunadamente, no siguen la misma tendencia “superior” y se mantienen en línea con el resto. 

 

Disfrutando la gastronomía alemana...

 

Como en el viaje de 2006 habíamos visto la ciudad de noche y con el comercio cerrado, esta vez nos propusimos hacerlo al revés, para ir a comer en el mercadillo, pues la oferta gastronómica es muy amplia y buena, visitando la ciudad cuando estuviera “viva comercialmente”. Y realmente fue una excelente decisión. 

 

Una de las "calles" del mercadillo

 

El paseo por las calles baden-badenesas fue plácido y agradable y aprovechamos la ocasión para comprar unas tabletas de “chocolate de navidad”, con fuerte sabor a canela.

 

KARLSRUHE

La tarde avanzaba y nos fuimos directamente a Karlsruhe, la ciudad más importante de la zona, aunque su carácter industrial y su historia reciente –fue fundada en el siglo XVIII- no la hace particularmente atractiva, salvo por el palacio barroco del Príncipe Elector y la pirámide que alberga sus restos en la Marktplatz, la “plaza del mercado” que ejerce de plaza mayor. 

 

El palacio del Príncipe Elector

 

 

 

La "Pirámide" en la Marktplatz

 

Sin embargo nuestro interés se centraba en el mercadillo, ubicado en Marktplatz, por supuesto. Grande como casi todos los de las ciudades “ídem” alemanas, está muy bien surtido en todos los aspectos. Aparcamos sin problemas en el parking público aledaño a la plaza y pasamos el resto de la tarde recorriendo el mercadillo y cenando, faltaría más, en los muchos puestos de comida existentes. 

 

   

Así son los mercadillos alemanes

 

El típico "bar-molinillo"

 

"GLÜHWEIN Y BRATWURST"

La variedad gastronómica de los mercadillos alemanes es amplia, aunque la salchicha o "bratwurst" –con sus diversas variedades- lógicamente es “la estrella” del evento. Sin embargo quien busque cerveza, sorprendentemente en esas fechas no la encontrará, salvo en contadas ocasiones en forma de “cervezas de navidad” (Weihnachts Bier), típicas de la época, tanto en Alemania como en Francia (Bière de Noël). Recomendamos encarecidamente que hagáis acopio de ellas en los supermercados de ambos países, aunque en Francia son más fáciles de encontrar. El coste compensa de sobra. Y algo de vinos, por supuesto.

 

La bebida “oficial” en navidad es el “Glühwein” o vino caliente (“Vin chaud” en el país vecino). Vino tinto, muy caliente y muy especiado. Está muy bueno y muy, muy caliente lo que se agradece cuando las temperaturas son bajitas. También lo venden “sin alcohol” para niños y abstemios. Es habitual que cada ciudad alemana tenga un tipo de taza, especialmente decorada para la ocasión, para servir el “Glühwein”. Coleccionistas del mundo... ¡ojo al dato!.

 

La conciencia ecológica alemana es elevada y cobran el importe de la taza al servir. Al devolverla, reintegran su importe. Lo mismo ocurre con la vajilla. Nada de vasos o platos de plástico. En Alemania lo normal es que sean de loza y también cobren una fianza (pfand) hasta que se devuelva. En Francia, en cambio, el plástico campa a sus anchas generando toneladas de residuos de difícil eliminación. Y no estaría nada mal que aquí también aprendiésemos de ellos. ¡Bien por los alemanes!

 

Y VOLVIMOS A LA SUIZA "A ORILLAS DEL RIN"

 

El lunes había llovido bastante, aunque de forma suave, pero las previsiones del tiempo anunciaban una ligera mejoría para el martes y el miércoles. Tras un conciliábulo general de todo “el equipo”, decidimos alterar el plan original, adelantando al martes la visita a las cataratas del Rin y otras localidades suizas a orillas del río, como Stein am Rhein y Schaffhausen, que estaba prevista para el jueves. Así aseguramos, en lo posible, la visita “seca” a Suiza. Y la jugada salió bien. A Schaffhausen no pudimos verla por falta literal de tiempo, pero sí la visitamos en nuestro anterior viaje a tierras suizas.

 

Teníamos por delante casi 200 km. y debido al problema ya comentado con el peaje de autopista suizo, decidimos hacer la ruta por carreteras convencionales y por la orilla alemana o suiza según se terciara. Por eso madrugamos un poco más ya que el ritmo de marcha iba a ser, lógicamente, bastante más lento de lo habitual.

 

BAD SÄCKINGEN (Alemania)

La primera parada la hicimos en Bad Säckingen, localidad germano-suiza separada por el Rin y cuya principal característica es el puente cubierto de madera, del medievo, que une ambas orillas. Si lo visitáis, veréis que, a mitad de puente, está “la línea fronteriza” señalada por los escudos de ambos países y una línea en el suelo. 

 

   

El puente cubierto sobre el Rin

 

"Justo" sobre la frontera...

 

Bad Säckingen es un pueblo pequeño, con alguna que otra casa de entramado de madera, pero que salvo por el puente, no tiene demasiado interés.

Y ENTRAMOS EN SUIZA NO SIN PEGAS...

Entramos en Suiza por uno de esos pasos fronterizos “rurales”, en el cual el aduanero, tan antipático de costumbre como aburrido, se dedicó a pedirnos toda la documentación que le vino en gana. Hubo que hacer acopio de paciencia, porque al "amigo" ya sólo le faltó pedirme el teléfono...

 

Por eso mismo si se “tiene algo que ocultar” -comida en abundancia, por ejemplo, pues legalmente sólo puede introducirse alimentos en el país para un día de viaje- lo mejor es elegir una aduana concurrida para entrar en Suiza en vez de un paso secundario porque el riesgo de problemas se reducirá bastante. Y con bastante tiempo perdido tras “los pertinentes trámites aduaneros”, por fin pudimos entrar en el país de Heidi.

 

Aunque generalizar está muy feo, realmente los suizos tienden a pecar de demasiado pejigueras, con la honrosa excepción del aduanero de Basilea y alguno más supongo. Es una verdadera pena que un país tan bonito tenga unos habitantes tan cargantes. Ya hemos comentado antes que en el viaje a Suiza de 2005 tuvimos un buen ramillete de anécdotas al respecto.

 

LAS CATARATAS DEL RIN

Las cataratas del Rin eran nuestro primer destino en tierras suizas. El cielo gris amenazaba con descargar agua a raudales, pero se contuvo. Éstas se encuentran a las afueras de Schaffhausen y son muy espectaculares. Las recorrimos desde ambas orillas y es impresionante tener aquella masa de agua tan cerca. Se entra por el castillo de Laufen y un camino con miradores va descendiendo por la orilla izquierda hasta casi “meterse” en plena cascada. En el relato del viaje a Suiza encontraréis una descripción más amplia de la visita. 

 

   

Las cataratas del Rin

 

El agua casi se puede tocar...

 

El cambio de día tuvo algunas consecuencias, pues el mercado navideño de Schaffhausen empezaba el jueves y era martes. Ese detalle, unido a que el tiempo se nos echó encima más de lo previsto, nos hizo desistir de visitar tan bonita ciudad. Sus casas pintadas, sus puertas medievales y las fuentes barrocas la hacen digna de una visita a fondo, pero como la mayoría de los “expedicionarios” ya la conocíamos, optamos por marcharnos a Stein am Rhein, pueblo aún más bonito si cabe, pues ese sí que no nos lo queríamos perder bajo ningún concepto. 

 

STEIN AM RHEIN, LA JOYA SUIZA DEL RIN...

Tras recorrer los veintipocos kilómetros que separan Schaffhausen de Stein am Rhein, aparcamos en pleno casco urbano dispuestos a pasear por su espectacular calle principal, llena de casas renacentistas y medievales, con sus características fachadas decoradas con pinturas, como si de un gran lienzo se tratase. En muchos aspectos Schaffhausen y Stein am Rhein son parecidas, sólo que ésta última es mucho más pequeña y más acogedora. 

 

Fachadas pintadas en Stein am Rhein

 

Stein am Rhein carece de mercadillo navideño como tal. Había alguna que otra caseta solitaria –otras estaban aún en construcción- pero al caer la noche –a las cinco ya es totalmente oscuro- las luces navideñas daban una atmósfera muy particular a la ciudad. 

Otra consecuencia de la alteración del horario de visitas previsto es que hizo coincidir la hora de comer con la visita a las cataratas y allí no había nada “donde repostar”. Como el apetito apretaba, echamos mano de las pocas cosillas que había en los coches para matar el gusanillo, con la esperanza de que en Stein pudiéramos “vengarnos” cumplidamente. Pero tampoco fue así, pues ya hemos comentado que no hay mercadillo ni nada que se le parezca para saciar las ganas de comer. 

 

   

Alguna caseta sí había...

 

Stein "solitario"

 

La solución “a tan grave problema” fue tan simple como eficaz. Nos metimos en el supermercado del pueblo, compramos unos quesos y embutidos y de pie en un banco de la calle “merendamos” como pudimos.

 

Un punto a tener en cuenta al visitar Suiza es que habitualmente los supermercados sólo aceptan ciertas tarjetas de crédito -sobretodo, locales- entre las cuales no se cuenta ni la Visa ni la Mastercard. Es decir, habrá que pagar en efectivo la mayoría de las veces, lo que nos obligará a disponer de moneda suficiente para esos menesteres, cantidades que no suelen ser de poca monta. Si no recuerdo mal, sólo en la cadena “Migros” aceptan Visa. Y no es de las más extendidas en el país...

 

Eran las seis de la tarde, aproximadamente, cuando tuvimos que decidir qué hacer. La posibilidad de regresar a Schaffhausen, para darle una vuelta no nos convenció, pues a esas horas la ciudad estaría ya desierta. Por eso optamos por ir aún un poco más lejos y acercarnos a Konstanz, la ciudad alemana a orillas del Bodensee o Lago Constanza. Nos convenció la idea de que los horarios tardíos alemanes nos permitieran rematar la faena cenando en el mercadillo navideño local. ¡Teníamos “mono” de mercadillo después del fiasco de Stein!

 

Y FIN DE FIESTA EN KOBLENZ

Konstanz es una bonita ciudad, con edificios muy interesantes y un muelle rematado por una gran figura de mujer sosteniendo una antorcha, a orillas del lago. Lo más atractivo de es que allí “todo es original”, pues su cercanía a Suiza evitó que fuera bombardeada durante la guerra. Si en otras localidades el Rin separa ambos países, en este caso “la frontera” entre Konstanz y Kreuzlingen –la ciudad suiza- es una calle. El casco urbano está dividido, pero que quede claro que “el lado bonito” es el alemán.

 

Pusimos rumbo al mercadillo, a orillas del lago, pero la visita fue más breve de lo previsto, pues resulta que allí también cerraban a las 20 horas. ¡Debe ser cosa del “efecto helvético”!. No obstante, aunque con prisas, al menos pudimos cenar. De todas maneras la verdadera causa de llegar justos de tiempo al mercadillo fue toparnos con un compatriota que vivía allí y con el que estuvimos charlando un buen rato, ignorantes de que las casetas cerraban bastante antes de lo habitual en tierras germanas. 

 

   

Vista del mercadillo desde el muelle

 

El muelle de Koblenz

 

Obviamente llegamos muy tarde al camping, pues estábamos a más de 200 km. de Colmar. Cruzamos la Selva Negra de este a oeste, sin problemas de tráfico o de nieve y nos fuimos a la cama cansados, pero contentos.

 

FREIBURG IM BREISGAU, LA CAPITAL DE LA SELVA NEGRA

Con Freiburg (Friburgo) nos pasó algo parecido a lo de Baden Baden. Las otras veces que la habíamos visitado siempre había sido de noche y ya teníamos ganas de verla de día. En especial porque todas las mañanas, hasta las 13 horas, se pone el mercado de frutas y verduras alrededor de la magnífica catedral gótica. Así que había llegado la hora de saldar cuentas... 

 

El mercado diario de Friburgo

 

No obstante, antes de salir hacia la capital de la Selva Negra hicimos la “tradicional visita” al un supermercado alsaciano en busca de los productos típicos de la zona: las cervezas de navidad, los “bredeles” (pastitas típicas alsacianas) y demás delicias gastronómicas locales. 

De Colmar a Friburgo se cruza el Rin, que ejerce de frontera natural entre Francia y Alemania. Sin embargo y gracias a ello, tenemos a mano un estupendo y didáctico “pasatiempo” en lugar de puestos aduaneros: ver cómo funcionan las esclusas del río, en Vogelgrun

 

Las esclusas del Rin

 

 

El tráfico fluvial es lo suficientemente intenso como para que, tras una breve espera si cabe, podamos coincidir con alguna de las grandes barcazas que navegan por él. Hay un aparcamiento justo al lado en el que dejar el coche mientras se disfruta de la visión de las esclusas llenándose y viceversa. Es un recomendable “espectáculo gratuito” apto para todas las edades, pues no es algo que se suela ver fácilmente.

 

Al lado se encuentra la central eléctrica de Vogelgrun, con sus coloristas murales pintados. Si a alguien le interesa el tema de “los tiempos de visita”, hay que pensar en, al menos, una media hora de duración para este “evento”.

 

Llegamos a Friburgo - Freiburg im Breisgau - a eso de las doce pasadas, a tiempo de pasear por el mercado. Al lado del templo gótico veremos el precioso edificio medieval de la antigua “Casa de contrataciones”, la Kaufhaus, de color rojo y con sus dos características torretas puntiagudas a ambos lados. 

 

   

Friburgo - La Kaufhaus

 

La catedral

 

 

 

Bien acompañado en el pórtico de la catedral

 

 

 

El portal de la catedral de Friburgo

 

El mercado es el típico de frutas, verduras y otros comestibles, pero nos gusta mucho “vivir los mercados”. Además permiten tomar contacto directo con el “nivel real de vida” de los lugareños. Alemania no es cara. Es más, las diferencias con España son casi anecdóticas. Algo más altas, pero tampoco demasiado.

 

Por supuesto allí tampoco faltaban los típicos puestos de salchichas, así que, para ir haciendo boca, cayó la primera del día, porque después teníamos previsto ir a comer al mercadillo navideño –que es muy bueno- en la plaza del ayuntamiento y aledaños. 

 

A por salchichas...

 

Y así lo hicimos. Degustamos varias especialidades –lo bueno de ir en grupo es que se pueden probar muchas más cosas sin gastar más por ello, “economía de escala” lo llaman. Recorrimos el resto del gran mercado navideño y reservamos mesa para cenar, al día siguiente, en la cervecería “Martin’s Brau”. 

 

   

El mercadillo navideño

 

Friburgo - La Martin's Tor

 

“Martin’s Brau” es una de las más famosas y reputadas cervecerías de la ciudad –junto a la puerta medieval- y nos apetecía mucho cenar ahí. Nos la recomendó una paisana que conocimos el año anterior y nos prometimos que, en cuanto nos fuera posible, además de tomarnos una cervecita, también volveríamos para cenar. En particular nos recomendó probar las dos especialidades de la casa, el codillo de cerdo y el guiso de ganso. Como no era cosa de pasarnos el día en Friburgo hasta la hora de la cena, reservamos mesa para el jueves, a modo de “fin de fiesta en la zona”, pues el viernes iniciaríamos la vuelta a casa. 

 

   

La "Martin's Bräu"

 

Los típicos "cascanueces"

 

Aunque Friburgo sea la capital de la emblemática Selva Negra, la zona más bonita y más típica de tan reputada región alemana es el “país del reloj de cuco”, enclavado en pleno “corazón” de la Selva Negra y que tiene a la localidad de Triberg como epicentro. En Schonach, a las afueras de Triberg, se encuentra el reloj de cuco más grande del mundo. Si el tiempo disponible lo permite, hacer una excursión a los tupidos bosques de coníferas, viendo los “cucos” pueblos de la zona, es un destino totalmente recomendable. leer más sobre el “país del reloj de cuco” en el viaje a alsacia de 2002. 

 

Schonach - El segundo reloj de cuco más grande del mundo

 

Pasamos el resto de la tarde en Thann, ciudad alsaciana de segundo orden, con una bonita catedral, eso sí. Decimos lo de “segundo orden” porque realmente en Alsacia hay muchas otras localidades más dignas de una visita, lo que ocurre es que así también vamos conociendo nuevos lugares. Sin embargo, para un primer o segundo viaje se puede borrar tranquilamente a Thann del “plan de ruta” si se quiere aprovechar bien el tiempo. 

 

   

La catedral de Thann

 

El mercadillo navideño

 

El interés de la ciudad se centra, pues, en su catedral y, en esta época del año, también en el pequeño mercadillo navideño que se coloca alrededor de la misma. Nuestra intención era “cenar” allí, pero la oferta gastronómica era más escasa de lo previsto y se reducía a un puesto de “crêpes” y otro de café y té, que sin embargo disponía de una carpa que nos resultó muy útil para protegernos del calabobos que estaba cayendo en aquellos momentos. Con esos “mimbres” hubo que conformarse... ¡Ya habría tiempo de liquidar el apetito en el camping si fuera menester...!

 Al coger los coches para regresar al camping, la batería del nuestro decidió “morirse” a traición y sin previo aviso. Simplemente se negó a arrancar. Así son los coches actuales, fallan sin avisar o incluso, a veces, “avisan” incluso en exceso. Afortunadamente vamos preparados “para la vida moderna” y llevamos equipo para salir airosos de “casi” cualquier problema. Echamos mano a los cables de batería y gracias al coche de Gonzalo que nos hizo “de nodriza”, pudimos arrancar y llegar al camping sin más contratiempos. Al día siguiente ya nos ocuparíamos de solucionar “definitivamente” el tema.

 

LA ALSACIA MÁS TÍPICA, PARA “EL ÚLTIMO DÍA”

 

El jueves sería, esta vez, el último día de estancia en la zona y lo íbamos a dedicar a recorrer algunos de los lugares más emblemáticos de Alsacia –que no los únicos- como Colmar, Riquewihr y Eguisheim, dejando la cena en la cervecería de Friburgo a modo de “guinda” del pastel de nuestro recorrido por los tres países.

 

Como no podía ser de otra manera el día empezó muy temprano para Gonzalo y un servidor, pues a las ocho de la mañana estábamos ya en un taller de Colmar para sustituir la batería “difunta”. Tres cuartos de hora más tarde y con algunos euros de menos en el bolsillo, estábamos de vuelta al camping con la flamante batería nueva. El resto de la expedición campista ya estaba a punto de marcha y de allí nos fuimos a por el resto, alojado en el hotelito de Bischwihr.

 

EGUISHEIM

Personalmente me apetecía mucho volver a Eguisheim, un encantador pueblo medieval, con un curioso trazado urbanístico en forma de óvalos concéntricos, a pocos kilómetros de Colmar. Por supuesto está llenito de casas de entramado de madera y, en las calles había pequeños belenes (crèches) que animaban el paseo. 

 

   

Eguisheim

 

El "palomar" de Eguisheim

 

Sin embargo la “deseada” visita a Eguisheim iba a tener un regusto agridulce para mí, pues al hacer una foto de grupo, enganché el trípode con el pie al salir corriendo para posar, con un triste resultado, pues la cámara de fotos -nueva por otra parte- también acabó “muerta” a causa del soberano trastazo. 

 

   

Eguisheim

 

La plaza de la iglesia

 

 

COLMAR

De Eguisheim fuimos a Colmar, la joya de la corona alsaciana. Colmar es una pequeña ciudad que conserva un espléndido casco antiguo que milagrosamente se ha salvado de las mil y una guerras que han tenido lugar por allí. Pasear por sus calles es una delicia en cualquier época del año –en verano los balcones están llenos de flores- pero en navidad es cuando alcanza su cénit. Y el barrio de la “Petite Venise” –la Pequeña Venecia- con sus canales, como no podía ser de otra manera con tal nombre, es muy especial.

 

 

   

Descripción

 

Descripción

 

La ciudad dispone de cuatro “mercadillos” navideños a cada cual más bonito. Lo bueno de los mercadillos alsacianos y alemanes es que tienen una oferta muy variada y aunque se vean muchos, cada uno tiene su punto y no cansan en absoluto. Y como remate, la oferta gastronómica en Colmar es abundante y variada.

 

Colmar, cuna de Bartholdi –el escultor de la Estatua de la Libertad de Nueva York- tiene muchos atractivos, entre los que se cuentan el propio museo del escultor y la Maison Pfister o la antigua Aduana. A la entrada de la ciudad, viniendo de Estrasburgo, veréis una réplica de la famosa estatua.

 

Con lo mucho que hay por ver, conviene contar con más de medio día para poder disfrutar la ciudad a fondo. Y si la intención fuera visitar también unos cuantos museos, entonces habría que ir pensando en dedicarle la jornada entera. En nuestro caso, como Colmar es ya una “vieja amiga”, nos centramos en los mercadillos y a eso de las cinco de la tarde nos acercamos a Riquewihr -situada en plena ruta del vino de Alsacia- que es una pequeña gran maravilla que no hay que perderse bajo ningún concepto.

 

Con Riquewihr nos pasa lo mismo que con Colmar, que ya lo conocemos muy bien, pero nos encanta cada vez que lo vemos. De hecho es un diminuto pueblo con una calle mayor y otras aledañas, rebosante de rincones fantásticos y de adornos y figuras navideñas, que hacen de la visita una auténtica delicia. Sus ventanas decoradas son una auténtica pasada. La visita a fondo puede llevar unas tres horas o más bien a gusto.

 

Además la novedad de aquel año, muy positiva para el visitante, fue que el mercadillo pasó a ser permanente durante todo el adviento y no sólo durante los fines de semana. De todas maneras, el pueblo es tan increíble que tampoco lo necesita para ser lo más de lo más, aunque no cabe duda que se agradece.

 

Su edificio más emblemático es el “Dolder”, el torreón de entramado de madera que preside la calle mayor. Muy cerca del Dolder se encuentra otra de las atracciones más afamadas de Riquewihr, la tienda de objetos de navidad de “Käthe Wohlfarht”. Es visita casi obligada porque su decoración interior es maravillosa. La marca alemana de artículos navideños, especialmente de madera, tiene en Riquewihr una de sus reputadas tiendas. Seguro que os encanta.

 

Lo interesante de la visita a Riquewihr sería ver el pueblo “de noche”, iluminado, pues a diferencia de lo que nos ocurría con Friburgo, las anteriores habían sido siempre por la mañana. La verdad es que, iluminado, Riquewihr presenta otro aspecto, tan seductor o más que a la luz de día. Nos hubiéramos quedado muy a gusto un rato más en Riquewihr, pero tampoco nos amargaba un dulce la idea de cenar en “Martin’s Brau” y teníamos por delante una horita de viaje.

 

A las nueve estábamos sentados en las abarrotadas mesas de la cervecería y nos regalamos una estupenda cena a base de especialidades germánicas, aunque el famoso codillo nos falló. Y no resultó nada caro porque comimos y bebimos a lo grande, sólo por unos 20 euros por persona...

 

A la salida, además, nos encontramos con un grupito de vallisoletanos –qué pequeño es el mundo- y de esa manera, con mucha pena, dimos por finiquitada la estancia en Alsacia, Suiza y la Selva Negra.

 

RUMBO A BURDEOS.

 

El viernes, muy temprano, acompañé a Marta al aeropuerto y, a media mañana, estábamos todos ya camino hacia Burdeos, porque, para volver, las tres vallisoletanas “aéreas” habían cambiado “el pajarito” por nuestros coches.

 

Como casi 900 km. separan ambas localidades y para no hacer el viaje muy pesado –saliendo a esas horas de la mañana llegar con el camping abierto era literalmente imposible- pernoctamos en uno de los pocos camping del recorrido abiertos en esas fechas: el “Suisse Océan” de La Souterraine.

 

La sorpresa agradable de la noche fue descubrir que, en el restaurante del camping, servían un buffet frío bastante bien surtido. Así que no lo pensamos mucho y cambiamos la cena de circunstancias en la caravana por ese inesperado buffet. Y es que esas sorpresas siempre son de agradecer…

 

Sin madrugar en exceso, llegamos a Burdeos a las dos de la tarde, bajo un aguacero de campeonato. El tiempo había empeorado clarísimamente. Acampamos en el camping “Beau Soleil” de Gradignan, a las afueras de la ciudad, aunque “el bello sol” no apareció ni por asomo. Es un buen camping, pero no muy grande y salvo en fechas intempestivas –como era el caso- suele estar siempre lleno los fines de semana. O sea, que si pensáis visitarlo, no estaría de más reservar plaza con antelación, por si acaso.

 

Pasamos la tarde en la ciudad, esencialmente recorriendo su calle peatonal más famosa, la Rue St. Catherine, así como su mercado navideño, situado junto al gran teatro, en l’Allée de Tourny. La verdad es que, en cuestión de mercadillos navideños, como los de Alsacia, ninguno.  

 

No es que el de Burdeos no esté bien, que lo está, pues es grande y bien surtido, pero después de volver del “sancta sanctorum navideño” el regusto que queda “es como que le falta algo”. Bueno, la verdad es que esa sensación la tenemos siempre que estamos fuera de Alsacia. Ni París, ni Nantes, ni Dijon en navidad, le hacen sombra alguna a su región más al noreste. Y, para mayor fastidio, los precios eran considerablemente más altos.  

 

De todas maneras la experiencia fue positiva porque sirvió, al igual que la parada en Dijon a la ida, para “alargar” un poco más el contacto con las navidades vecinas, evitando que el viaje terminase con dos días consecutivos de carretera. Es muy posible que, en lo sucesivo, lo hagamos así otra vez. De esa manera el trayecto se hace más llevadero y más agradable, pues al anochecer tan pronto, se agradece acortar el tiempo de viaje.

 

Y así, tras un tranquilo regreso a casa, pusimos punto y final a un divertido, bonito y agradable periplo por tres países “viviendo a tope la navidad centroeuropea”. Y no será, por supuesto, el último.

 

 

 

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