Alsacia y Alemania en navidad.
El segundo viaje “navideño” a tierras alsacianas.
( 6 viajes en 10 años... ¡No está mal!)
¡DATOS ACTUALIZADOS!
Este fue el segundo viaje a tierras alsacianas y alemanas en navidad, pero no el último. Hemos regresado a Alsacia en 2002, 2006, 2007, 2009 y 2010 y repetiremos en 2011, así que no se nos acaban las ganas de volver.
Todos estos viajes se encuentran disponibles en esta web y dado que la información disponible de la zona es muy, muy amplia os animamos a revisar también el resto de los relatos. Con el tiempo hemos tenido ocasión de recorrer a fondo Alsacia, pero también la vecina y encantadora Selva Negra, así como otras zonas de Alemania. No importa, todo resulta francamente "apetitoso". Y el que prueba, repite. Seguro.
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Alsacia en navidad es una experiencia mágica. |
FICHA TÉCNICA DEL VIAJE |
Noviembre/Diciembre 2002 (datos actualizados en 2010) |
Duración del viaje:
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10 días y medio. |
Kilometraje total: |
4.303 |
Relato publicado en “El Camping y su Mundo” (nº 191 - noviembre 2004) |
Nota: A pesar del tiempo transcurrido desde la realización del viaje, se ha actualizado toda la información susceptible de ser puesta al día, por lo que su contenido mantiene, en la medida de nuestras posibilidades, su plena vigencia.
Hacemos también constar que la información práctica que se facilita en el relato se hace a título personal, con la intención de que pueda resultar lo más útil y ajustada posible. No obstante recomendamos que, en evitación de sorpresas y contratiempos, antes de emprender el viaje, confirméis los horarios, precios, y demás datos susceptibles de variación o modificación. ¡Y buen viaje! |
RUTÓMETRO |
FECHA | ETAPA | KM./DÍA |
Viernes, 29 de noviembre ‘02 | Valladolid - Camping de Le Muret (F.) | 553 |
Sábado, 30 de noviembre ‘02 | Le Muret -Obernai | 965 |
Domingo, 1 de diciembre ‘02 | Obernai-Wangenbourg | 93 |
Lunes, 2 de diciembre ‘02 | Estrasburgo | 83 |
Martes, 3 de diciembre ‘02 | Ruta por la Selva Negra y el País del Reloj de Cuco. | 237 |
Miércoles, 4 de diciembre ‘02 | Riquewihr, Kaysersberg, Colmar | 129 |
Jueves, 5 de diciembre ‘02 | Traslado a Lauterbourg (F.) Heidelberg | 297 |
Viernes, 6 de diciembre ‘02 | Alemania: Calw, Stuttgart y Ludwigsburg | 285 |
Sábado, 7 de diciembre ‘02 | La Ruta del Vino Alemán y el norte de Alsacia | 129 |
Domingo, 8 de diciembre ‘02 | Lauterbourg - Área de Bordeaux-Cestas | 1.005 |
Lunes, 9 de diciembre ‘02 | Área de Bordeaux-Cestas - Valladolid | 527 |
| TOTAL | 4.303 |
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Y VOLVIMOS A ALSACIA POR NAVIDAD...
Alsacia se encuentra al noreste de Francia y es la región más pequeña del país vecino. El Rin forma la frontera natural con La Selva Negra alemana. Su capital es Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo.
Históricamente Alsacia siempre formó parte del Imperio Alemán hasta que, en el siglo XVII, el rey Luis XIV la anexionó al reino de Francia. Aunque posteriormente ha cambiado de manos varias veces, han sabido desarrollar un carácter particular y bien definido. Las localidades conservan los nombres germánicos y también las tradiciones navideñas, sólo que corregidas y mejoradas.
Alsacia es una maravilla en cualquier estación del año. Sus coquetos pueblos de casas de entramado de madera, muy bien cuidados, se cubren de flores en la época estival, dejando paso en Navidad a espectaculares adornos en calles y edificios: muñecos de nieve; Papás Noel trepando fachadas; ositos de peluche; cajas de regalo… y un sinfín de motivos navideños más se encargan de transmitir al visitante un ambiente mágico sin igual.
Para Alsacia, la Navidad es un atractivo turístico de primer orden. ¡Incluso disponen de una caravana publicitaria que recorre las principales ciudades centroeuropeas! Y les debe funcionar porque estaba a reventar de gente. Aún siendo una región de reducidas dimensiones, sus múltiples atractivos requieren tiempo y conviene afinar mucho en el diseño del itinerario para que no se nos quede nada importante en el tintero.
Este es un viaje muy especial para todos los que disfrutamos con el ambiente navideño. Y es que en pocos lugares se vive la Navidad con tanto entusiasmo e intensidad como en Alsacia. Y en Alemania. En el viaje del año 2000 nos gustó tanto lo que vimos que en diciembre 2002, parafraseando un conocido anuncio de TV… ¡Volvimos a Alsacia por Navidad!.
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Obernai (Alsacia)
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Seducidos por nuestros relatos sobre el encanto de los mercadillos, el aroma a vino caliente y las espléndidas decoraciones navideñas de casas y comercios, esta vez «el cuerpo expedicionario» había crecido respecto al anterior viaje y estaba compuesto por Elena, su marido Fernando y Fernando Jr.; Gonzalo, su hija Inés, - ambos ya «veteranos» de Alsacia como nosotros - sus cuñados Pilar y Felipe, mis cuñados Isabel y Lamine, Rosa, mi esposa y quien escribe estas líneas.
PREPARANDO EL VIAJE...
El conocer la zona fue de gran ayuda para preparar el viaje, pero desde luego no nos cansaremos de insistir en la importancia que tiene una cuidadosa preparación para el éxito del viaje. Si quieres leer más sobre cómo preparar a fondo un viaje por libre, pincha aquí.
Esta vez optamos por repartir la estancia a partes iguales entre Alsacia y Alemania. Ni que decir tiene que si vais por primera vez, os faltará tiempo para disfrutar de todo lo que Alsacia ofrece, por lo que os recomendamos dejar Alemania para mejor ocasión, aunque una visita a la Selva Negra siempre será muy de agradecer.
Estar a caballo entre ambos países permite comprobar, a pesar de lo mucho que los une, lo distintos que pueden llegar a ser. Recordemos que Alsacia, actualmente francesa, ha sido históricamente germánica y ello puede constatarse fácilmente tanto en los topónimos, como en muchas de sus costumbres. Sin embargo, el estilo de vida y los horarios son muy diferentes. Por ejemplo, a las siete de la tarde los mercadillos franceses cierran sus puertas y todo el mundo desaparece de la calle. En cambio a esa hora los alemanes abarrotan los mercadillos navideños – suelen cerrar entre las ocho y media y las nueve de la noche- para degustar sus especialidades gastronómicas o para entrar en calor con un “Gluhwein” o un «Vin Chaud» (vino caliente), que reconforta los ánimos del más pintado.
Gracias a la experiencia del primer viaje, ya sabíamos que en los fines de semana había varios mercadillos gastronómicos en los alrededores de Obernai y por eso decidimos que nos convenía llegar a destino el sábado por la noche para poder disfrutarlos, aunque eso fuera a costa de «apretar» el plan de viaje. Y es que, en muchos pueblos, los mercadillos navideños y otras apetecibles actividades sólo tienen lugar los fines de semana. En las ciudades y localidades importantes, en cambio, suelen estar durante todo el período de Adviento.
En Centroeuropa, la Navidad se celebra durante el período de Adviento, desde finales de noviembre al día de Navidad. Por eso, para nosotros, el puente de la Constitución es el momento ideal para darse el gusto de unas vacaciones “invernales”. Eso sí, dada la lejanía, nos veremos obligados a reservar la semana entera de vacaciones para poder salir un viernes por la tarde y regresar el domingo de la semana siguiente.
Nota actual: en estos tiempos de auge de internet, la búsqueda de información resulta cada vez más fácil y mejor. Para saber dónde y cuándo se celebran los distintos mercadillos navideños -y otras actividades- en la geografía alsaciana, consultad la siguiente web:
www.marche-de-noel-alsace.com
Y para los mercadillos alemanes podéis consultar:
www.weihnachtsmarkt-deutschland.de
Una está en francés y la otra en alemán tal y como se podría suponer, así que tendréis que recurrir a los traductores on-line de Google o cualquier otro. No os desaniméis por ello porque lo importante es disponer de una buena información, que es algo fundamental para el éxito del viaje. ¡Qué el tiempo libre es un bien muy escaso y hay que aprovecharlo a tope!
A menudo el temor al frío y al mal tiempo suele ser uno de los “frenos” más usuales para evitar viajar en invierno. Sin embargo, tras seis viajes a Alsacia, en general podemos decir que la climatología de la zona, en diciembre, es bastante soportable y hasta el invierno de 2010 jamás nos había nevado, pero no tuvimos problemas especiales, así que la climatología invernal no debiera desanimar a nadie que disponga de una caravana mínimamente preparada para el frío, que son la inmensa mayoría.
Heladas sí las ha habido y la temperatura suele rondar entre 0º y 10º de media. Las lluvias suelen aparecer a menudo, pero la mayoría de las veces han sido chaparrones de poca entidad. El sol, eso sí, no suele dejarse ver demasiado, pero cuando sale, se agradece mucho. Resumiendo, hasta ahora el mal tiempo nunca nos ha fastidiado el viaje, así que os animamos a conocer una zona que, a buen seguro, os maravillará y querréis volver muchas veces más. Este viaje de 2002 fue, en términos de frío, el peor, por la tremenda humedad ambiente. El mejor, por temperatura, ha sido el de 2009. El resto, pues ni mucho ni poco.
RUMBO A ALSACIA
El viernes 29 de noviembre por la tarde, las cuatro caravanas salimos de Valladolid. El trayecto discurrió sin problemas y pernoctamos en el camping de Le Muret, a 50 kms. de Burdeos. A las 7 salimos hacia Obernai, nuestro destino a 965 km.
Tras varios problemas mecánicos en el coche de Isabel y Lamine y tras no pocos apuros finalmente conseguimos llegar al camping de Obernai, “Le Vallon de l’Ehn”, a las once y cuarto de la noche. Aunque a pocos kilómetros del camping todavía nos esperaba “la traca final”, pues reventó la rueda de la caravana de Isabel y Lamine, “que estuvieron sembrados” durante todo el viaje. Menos mal que, a pesar de todo, no nos pasó nada irreparable y, aunque cansados, logramos llegar a Obernai tal y como estaba previsto. Como la recepción cierra a las siete de la tarde y hay barrera, pasamos la noche en el parking de la entrada.
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El parking del camping "Le Vallon de l'Ehn" (Obernai)
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Por cierto, las chicas de recepción, -Annie y Carolina- son amabilísimas y estuvieron encantadas de volvernos a tener allí. La sorpresa fue que… ¡Nos recibieron con un ejemplar de “El Camping y su Mundo” en el que aparecía el relato de nuestro anterior viaje a Alsacia y en el cual hablábamos elogiosamente de su camping que es muy, pero que muy bueno. ¡Os podéis imaginar la ilusión que nos hizo!.
Nota actual: Cada vez que regresamos a Obernai, se alegran mucho de vernos y ya me llaman “el periodista”, pues dicen que no nos imaginamos la cantidad de personas que han visitado el camping animados por nuestros relatos publicados en “El Camping y su Mundo”. Eso está bien. A ver si sigue cundiendo el ejemplo ahora con la web…
El camping municipal de Obernai, "Le Vallon de l'Ehn" es modélico. Inaugurado en 1999 dispone de calefacción en unos servicios modernos y bien hechos. Tiene «estación» de llenado/vaciado para autocaravanas, aunque a base de fichas de pago. Los enchufes son de seguridad, de tres bornes. Además es barato. Pagamos por todo, luz incluida, unas 2.550 ptas. aprox. (17,40 € en 2011 - parcela, 2 adultos y electricidad. Descuento del 10% con la tarjeta de camping internacional.) Calidad a buen precio, la combinación ideal. Solamente hay un “pero”, y es que en esas épocas, a causa de las lluvias, el suelo de hierba suele estar bastante embarrado, pero también es cierto que se suelen encontrar soluciones al problema. En cualquier caso, es un camping muy bueno.
La web es www.obernai.fr/fr/Le-Camping-municipal-103.html
Nota actual: Diez años de visitas a Alsacia enseñan mucho y, como era de esperar, la ruta que hoy en día seguimos ha cambiado un poco respecto a la de este viaje de 2002. Las autovías francesas han aumentado (no tanto ni tan deprisa como sería de desear, pero lo suficiente como para que ahora la ruta sea mucho más cómoda y segura).
Si queréis conocer la mejor ruta para llegar a Alsacia y al sureste de Alemania ahorrando en peajes, pinchad aquí. Y si, además, queréis ahorrar unos euros al repostar en Francia, dada la gran variedad de precios en las gasolineras, haced lo mismo en este otro enlace.
MERCADILLOS NAVIDEÑOS Y “LAS VENTANAS DE ADVIENTO” EN “LA SUIZA ALSACIANA”
El domingo amaneció con un tibio sol, al que poco volvimos a ver durante todo el viaje.
Obernai es el lugar ideal para disfrutar de calles engalanadas, de fachadas de entramado de madera adornadas con un sinfín de ositos, muñecos de nieve, cajas de regalo o Papás Noel trepando por la pared. Durante los fines de semana de adviento celebran el «Mercadillo Gastronómico de Navidad» en el que degustamos las especialidades de la tierra: el vino caliente, los «bretzel», la «tarte flambée» , la sopa de caracoles o el «spaëtzle de la abuela” a base de pasta de patata —el spaëtzle— frita con salchichas y tocino, “menú de régimen”, vamos.
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Haciendo los honores en Obernai |
Nota actual: El encanto de Obernai como pueblo navideño no ha decaído en absoluto, pero desgraciadamente ese mercadillo gastronómico que aquí narramos ya no existe como tal. Actualmente se instala una versión mucho más “light” a base de productos “du terroir”, es decir, patés y otros productos de la zona, pero con muchas menos paradas “para comer in situ” que hace unos años. Haberlas, haylas, pero el mercadillo ya no es tan sugerente como antaño. A cambio ahora está abierto durante todo el Adviento. El mejor día para visitar Obernai es el jueves, pues por la mañana se instala el mercado semanal (termina a las 13 horas) y el ambiente es fenomenal.
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Fachadas decoradas | | Obernai |
A las tres de la tarde nos acercamos a Wangenbourg, para hacer la llamada «Ruta de las Ventanas de Adviento». Este pueblo y los de alrededor son famosos por la decoración e iluminación navideña de sus ventanas, sin embargo sólo lo recomiendo si no se tiene nada mejor que hacer porque, a pesar de la publicidad, ni hay tantas ventanas decoradas ni son tan espectaculares como el rimbombante nombre da a entender.
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"Ventana de Adviento" en Wangenbourg |
Al ser domingo, había mercadillo navideño en el polideportivo del pueblo, perdido en mitad del campo. Como allí no hay cafeterías donde reunirse, habían acondicionado la pista con largas mesas corridas para que la gente pudiera sentarse a charlar y a tomar una cerveza o un café de andar por casa. Terminamos nuestra primera jornada en Obernai, en compañía de una estupenda «bière de Noël», cervecita suave, tostada y dulzona, típica de la zona y de la época.
ESTRASBURGO: LA CAPITAL DE LA NAVIDAD Y SU "RELAIS+TRAM".
El lunes visitamos Estrasburgo, ciudad espléndida, que presume con razón de ser «la capital de la Navidad». Tres enormes mercadillos navideños, una iluminación espectacular, un árbol de navidad gigantesco en la plaza Kléber y calles adornadas así lo atestiguan. Eso sin olvidar sus otros encantos: la catedral de piedra rosada, los edificios medievales, el barrio de la “Petite France” con sus casas de entramado de madera, las cuatro torres de los «Puentes Cubiertos» o la zona de las Instituciones Europeas.
Empezamos la visita por el Parlamento Europeo, en la periferia de la ciudad. El edificio es imponente, -flanqueado por las banderas de los países de la Unión Europea- y aparcar es fácil en los alrededores, cosa que no puede decirse del centro de la ciudad.
Para eso aprovechamos una propuesta inteligente y original de la alcaldía estrasburguesa: los «Relais-Tram» (P+R), una fórmula de aparcamiento disuasorio y transporte en tranvía, ida y vuelta, para todos los ocupantes del vehículo por (3,10 € en 2011). Hasta las 20,00 h. se puede coger el tranvía con ese billete. El parking no cierra pasada dicha hora. Hay varios P+R en la periferia de Estrasburgo. Si visitáis la zona europea, situada al norte de la ciudad, el P+R más próximo es el de “Rives de l’Aar”. Y si venís del sur, de Obernai por ejemplo, el más adecuado es el de “Elsau”, que se encuentra junto a la autovía, junto a la salida nº 4 de la A-35.
Pinchad en el enlace a la web del ayuntamiento de Estrasburgo para leer más sobre los "Relais + Tram".
Podéis encontrar más información turística y navideña de Estrasburgo -la capital de la navidad- pinchando aquí.
Una vez en el centro, fuimos a la catedral para ver en acción el famoso reloj astronómico que sólo funciona a las doce del mediodía. Es un cacharro enorme, con figuritas que se mueven. El gentío abarrota el escaso espacio disponible y hay que acudir con mucha antelación si se quiere coger un buen sitio para verlas bien, pero nos pareció que no merece gastar ni tiempo ni dinero en él. La catedral, en cambio, es fantástica. La entrada es gratuita, pero por el reloj hay que pagar 70 cts. de euro (en 2002) por persona. En 2011 el "donativo" ya asciende a 2 euros/pax.
Más info en www.cathedrale-strasbourg.fr/horloge.aspx
El mercadillo de la plaza de la catedral es digno de ver, al igual que el de la plaza Broglie o el de dulces y «bredeles» de la plaza de la Gare. Los bredeles son unas pastitas típicas de navidad, con sabor a canela y otras especias. Están buenísimas, pero no son nada baratas.
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Estrasburgo. Catedral y mercadillo navideño
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Estrasburgo tiene, al menos, cinco grandes mercadillos navideños, por lo que precisa el día completo sin lugar a dudas, especialmente si se quiere ver por fuera el parlamento. Así que no os olvidéis de madrugar el día de Estrasburgo… porque a las ocho en punto cierran los mercadillos…;
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El grupo con los Ponts Couverts
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El Mercado del "Bredele". Estrasburgo
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LA SELVA NEGRA Y “EL PAÍS DEL RELOJ DE CUCO”
El martes amaneció lluvioso, pero no nos hizo demasiado la pascua. Hicimos una pequeña ruta por la zona central de la Selva Negra, entrando por Lahr hasta Triberg, la cuna de los relojes de cuco y donde encontraréis la cascada más alta de Alemania.
El paisaje de la famosa Selva Negra es un compendio de verdes valles, casitas de tejados enormes y colinas tapizadas de oscuras y altísimas coníferas, que por eso mismo lo llaman «Selva Negra»… ¡Son tan frondosas que casi no entra la luz en el bosque!. Las carreteras están en buen estado y hay muchas menos curvas de las esperadas.
Triberg es un pueblo dedicado en cuerpo y alma al reloj de cuco. Los hay para todos los gustos y bolsillos. La verdad es que los precios no nos parecieron nada exagerados. Vale la pena darse una vuelta por las innumerables tiendas dedicadas a esos bonitos relojes de madera.
La entrada a la cascada más alta de Alemania, está en el mismo pueblo. Es una larga cascada que cae en terrazas, con un sendero acondicionado para recorrerla de abajo a arriba. También es posible acceder en coche siguiendo la carretera a Schonach. A los pocos km. veremos una explanada a modo de aparcamiento con la inscripción «Hoch Deutschland Wasserfall» - La cascada más alta de Alemania - y en pocos minutos andando llegaremos a mitad de cascada. Es bonita y vale la pena darse el paseíto. Claro que hay que tener en cuenta que, en esa época del año, anochece muy pronto y a las cuatro de la tarde ya habrá muy poca luz en la cascada.
Nota actual: En invierno ahora iluminan la cascada en cuanto anochece. Si podéis, no dejéis de verla. En 2010 la nieve nos lo impidió. Como también no nos dejó llegar a Schochach, pero es que ese fue el peor día de todo el viaje en términos climáticos.
Leer más sobre la cascada más alta de Alemana (en alemán), con horarios y precios:
www.triberg.de/cms/front_content.php?idcat=47
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La cascada es enorme. Eso sólo es un pedacito...
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En Schonach, un diminuto villorio próximo a Triberg, se encuentra el primer reloj de cuco que presumió de ser el más grande del mundo. Ahora lo ha desbancado el de la fábrica de relojes Eble, a las afueras de Triberg, viniendo del norte. Éste de Schonach se encuentra montado en un chalet que hace las veces de «casita» de cuco. Se puede visitar, pero estaba cerrado en esas fechas.
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Descripción |
De camino a Triberg, pasaréis por Gutach, aldea situada en un precioso valle, donde abundan las casas con los tejados típicos de la zona, algunos de paja. Allí está el “Museo al aire libre de la Selva Negra”, aunque en invierno está cerrado.
Acabamos la jornada en el bonito pueblo de Schiltach. La triangular plaza mayor, la Marktplatz, está totalmente rodeada de edificios de entramado de madera.
POR FIN, LA ALSACIA MÁS PINTORESCA
Al día siguiente hicimos un recorrido por la zona más típica de Alsacia. Ningún viaje a esa región puede presumir de estar completo si no se visita Riquewihr, Kaysersberg y Colmar.
Riquewihr, que aún conserva parte de sus murallas, es un pueblo de cuento, en plena “Ruta del Vino Alsaciano”. Sus variedades de vinos tienen ganada una merecida fama mundial y las viñas invaden por completo el paisaje. Los pueblos que forman la ruta son muy bonitos y conviene dedicarles tiempo si se puede. Abundan las casas de los viticultores que venden sus caldos. Es algo sugerente, aunque una opción económicamente mejor es pasar por el supermercado donde encontraréis buenos vinos a mejores precios.
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Riquewihr - El Dolder
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Riquewihr es, sobre todo, su calle mayor, en cuyo extremo se encuentra el Dolder, una maravillosa torre de entramado de madera con reloj. Todo el pueblo es de postal y puede decirse que vive la Navidad como pocos. Actualmente (2010), el mercadillo navideño dura todo el Adviento, no como antes.
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Riquewihr. Calle típica
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Riquewihr |
Kaysersberg, a pocos kilómetros, es también muy bonito. En una de las esquinas que dan al puente medieval hay una tienda de recuerdos (en la que hay que bajar unos escalones para entrar) que tiene los mejores precios del pueblo. Además el tendero es muy amable y habla español. En los fines de semana se instalan varios mercadillos navideños.
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Kaysersberg |
Y todavía faltaba el plato fuerte del día, Colmar. Su centro histórico es una maravilla que milagrosamente ha escapado intacta a las mil y una guerras habidas por aquellos lares y por eso conserva tantos y tan buenos edificios medievales. También hay varios mercadillos navideños a cual más bonito. No penséis que son más de lo mismo, cada uno tiene su propio estilo y nunca hay dos iguales. Gran parte del centro es peatonal. El barrio de “La pequeña Venecia”, llamada así por sus canales, es una hilera de casas de colores de entramado de madera, que forman un conjunto muy vistoso.
Después de comer en Kaysersberg, un grupito se fue a hacer fotos a Colmar para aprovechar las últimas horas de luz y los que ya la conocíamos, hicimos acopio de vinos y cervezas de navidad en el supermercado. Una vez reunidos todavía tuvimos tiempo de dar una vuelta por el casco viejo. Lugares clave son “La Maison des Têtes” o la “Maison Pfister”, edificios de gran espectacularidad, y también podremos ver la casa-museo natal de Bartholdi, el autor de la Estatua de la Libertad neoyorquina.
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La estatua de la libertad
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Colmar |
Nota actual: Colmar tiene cinco buenos mercadillos y si queremos hacer una visita sosegada a la ciudad, teniendo en cuenta que a las siete cerrará todo, lo mejor es plantearse el día visitando Riquewihr por la mañana y Colmar después. Todo lo que sea sobrecargar el día con otras cosas irá, indefectiblemente, en detrimento de Colmar. Al loro, pues.
EN TIERRAS GERMANAS: HEIDELBERG, STUTTGART Y LUDWIGSBURG.
El jueves nos mudamos a Lauterbourg, a 100 km al norte. Lauterbourg es la localidad más al noreste de Francia, y su camping, el único camping abierto en la zona esas fechas. Conviene tener presente que en todo el trayecto apenas hay gasolineras. La última es una «Elf» (actualmente es una “Total”) en la circunvalación de Estrasburgo y después ya no hay nada de nada hasta Alemania, salvo que nos desviemos a algún pueblo, claro.
Nota actual: Si ahora tuviéramos que acampar por esa zona norte de Alsacia, no elegiríamos Lauterbourg como “cuartel general”. Entre Karlsruhe y Baden Baden, en Alemania, hay varios camping abiertos todo el año, mucho mejor situados y también bastante mejores. Pero en 2002 eso no lo sabíamos…
Una vez acampados en el camping «Les Mouettes», a eso de las doce de la mañana nos fuimos a Heildelberg, la romántica ciudad alemana, situada a 100 km de distancia.
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Camping "Les Mouettes"
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"PATINAZO" EN HEIDELBERG
Al llegar a Heildelberg vimos un cartelito de «P+R» que lo señalaba a 200 metros a la derecha. Después del buen sabor de boca de la experiencia estrasburguesa con esa modalidad de aparcamiento, era el momento de probar los «P+R» alemanes, sin barruntar que, en lugar de aparcar, nos íbamos a llevar una sorpresa morrocotuda.
Yo iba el primero y tras seguir las indicaciones de “P+R” (evidentemente con poca fortuna), en lugar de un parking, acabamos encontrándonos frente a una especie de gorila con uniforme de camuflaje, que lucía un inquietante y descomunal fusil de asalto, y que no dio precisamente saltos de alegría al ver llegar a cuatro coches de golpe y porrazo, deteniéndose delante suyo. Con semejante “armario” enfrente me dije: «Qué curioso modo de vigilar los aparcamientos tienen en Heildelberg», pero no hacía falta ir a Salamanca para comprender que «el gorila» no era precisamente el vigilante del P+R… ¡Nos habíamos metido de cabeza en los dominios del Tío Sam, en pleno cuartel norteamericano!.
Una vez aclarado el entuerto, dimos media vuelta en busca de un “aparcamiento menos vigilado”, claro que tampoco hubiera estado del todo mal, porque cuando al fin encontramos el dichoso P+R - cuyo parecido con el de Estrasburgo era pura casualidad- ¡Salimos de allí aún más deprisa que del cuartel americano!. Aquello era una explanada asfaltada en medio de ninguna parte, con una cutre parada de bus al lado y con la inquietante presencia de unos sujetos con pintas muy poco tranquilizadoras.
Nota actual: Digamos que, en descargo de los alemanes, después hemos tenido numerosas ocasiones de comprobar que también tienen buenos P+R, aunque sin llegar a la excelencia del de Estrasburgo o Brujas, que incluyen transporte gratuito para todos los ocupantes.En general son aparcamientos -cubiertos o al aire libre- situados en la periferia de las grandes ciudades y cerca de una parada de transporte, generalmente de metro (U-Bahn) o del tren suburbano (S-Bahn). Suelen cobrar entre 1 y 2 euros por aparcar todo el día, pero los ocupantes deben pagar religiosamente su billete de transporte. Conviene estudiar la posibilidad de comprar bonos para abaratar el coste. Leer más sobre los P+R de Stuttgart en (alemán):
www.stuttgart.de/item/show/15355/1/slnk/309361
Pero volvamos a nuestro relato. Una vez repuestos de tanto sobresalto, subimos en coche al castillo. Parte del mismo se encuentra en ruinas después de que el «Rey Sol», amigo de pocas bromas, arrasara la ciudad en el siglo XVII cuando los alemanes se negaron a entregarle la ciudad, a modo de compensación, sólo porque su mujer, que era hija del Príncipe Elector Carl Ludwig, no le había dado descendencia. Luis XIV se sintió “estafado” por la ausencia de hijos y quiso devolver a la muchacha a su padre, a quien la cosa no le hizo mucha gracia. “El Rey Sol” se agarró un cabreo regio y exigió la entrega de Heidelberg. El resto es historia. Así pues la ausencia de principitos y las malas pulgas de Luis XIV son los verdaderos motivos por los cuales la ciudad hoy es barroca en su totalidad. Hubo que rehacerla por completo, pues a Luis XIV estaba claro que no le gustaban las cosas a medias…
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Patio del castillo de Heidelberg
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Los grandes atractivos del castillo son el gigantesco barril de 210.000 litros de capacidad y el museo de la farmacia. La vista de los tejados de Heidelberg también es digna de ver.
Acabamos en un parking cubierto en pleno centro, en el nº 12 para ser exactos. La ciudad es muy coqueta. Hauptstrasse, que discurre paralela al río Neckar, es la calle comercial y peatonal por excelencia. Es muy larga y los estupendos mercadillos navideños de la ciudad se encuentran en las plazas que Hauptstrasse cruza. En el más grande degustamos las especialidades gastronómicas alemanas e hicimos algunas compras aprovechando que los precios son más bajos que en Alsacia. El ambientazo es tremendo en los cientos de casetas.
En Alemania, por una cuestión ecológica de reducción de residuos, los platos y tazas son de cristal. Al servirte pagas una fianza que te devuelven al final de la consumición. Cada ciudad suele tener su propio tazón de cristal decorado en el que sirven el famoso «Gluhwein» o vino caliente, especiado con canela, naranja y que pega de lo lindo. El vaso se puede comprar y suele costar de euro a euro y medio. De todas formas no todo es maravilloso. ¡En algunos puestos fríen con una grasaza que huele a pelos de demonio!.
STUTTGART: EL PARAÍSO “MERCEDES” Y “PORSCHE”.
El viernes regresamos a tierras alemanas, con un apretadísimo programa de actividades que no pudimos cumplir en su totalidad por falta de tiempo. A las 8,15 de la mañana salíamos en dirección a Stuttgart, a unos 120 km de distancia, con idea de visitar los museos Mercedes y Porsche, y su mercadillo navideño, uno de los más grandes de toda Alemania.
El día amaneció muy frío y gris, pero sin llover. Hicimos una parada en Calw, al norte de la Selva Negra, uno de esos pueblecitos de casas de entramado de madera tan típicos de la zona. Si vais justos de tiempo podéis prescindir de la visita. A nosotros eso nos costó no ver el mercadillo de Stuttgart, uno de los mayores de Alemania y que esperamos poder ver en otra ocasión, pues “ocupa”gran parte del centro urbano. (Esa espinita nos la quitamos en 2009, visitando el nuevo museo Mercedes, fantástico, y el mercadillo navideño de Stuttgart, más fantástico si cabe)
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Calw. La Selva Negra
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Nota actual: Los dos museos que comentamos en el artículo han sido espectacularmente renovados, por lo que la información relativa a los mismos ya no tiene valor en la actualidad. Mercedes, por su parte, ha inaugurado un nuevo edificio, de vanguardista arquitectura en una ubicación muy próxima al del antiguo y esperemos que mejor señalizado que entonces. Más información en www.museum-mercedes-benz.com
Porsche, asimismo, no le ha andado a la zaga y en 2008 ha inaugurado un museo acorde a su prestigio, en la misma zona de su fábrica. Más información en www.porsche.com/.../aboutporsche/porschemuseum/
Como en verano habíamos visitado ya los dos museos, eso nos permitió ir derechitos al Museo Mercedes sin invertir la hora y pico larga que nos costó encontrarlo, debido a la falta adecuada de señalización. Es impresentable que una marca de ese nivel, con un imponente museo de tres plantas, gratuito para más señas y al cual te llevan en un autocar también gratuito, no tenga una señalización a la altura de las circunstancias.
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El antiguo Museo Mercedes
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De todas maneras es una visita ineludible, incluso para quienes no sean forofos del automóvil. Sólo por el valor histórico de los vehículos vale la pena. Allí veréis el primer vehículo a motor, así como la primera moto de la historia, pasando por el coche del emperador Hiro Hito, el del Papa Pablo VI, «las flechas de plata» de la época de Fangio, el vencedor de las 24 horas de Le Mans, el fabuloso SLK 500, varios vehículos cazarrécords y tantos otros que harán las delicias de los aficionados y de los que no lo sean. Además tienen el detalle de prestar gratuitamente un “audio-guía” en castellano.
Al museo, se llega por la autovía de circunvalación B10. Si venís del norte, el museo queda a la izquierda. No esperéis encontrar indicaciones de «museum»; hay que seguir las de “Stadium” para encontrarlo. Cerca del estadio ya veréis un cartelito de “Museum”. Una vez en ese punto ya sólo queda seguir las indicaciones, pues estaréis a unos 200 m del enorme aparcamiento para visitantes. Desde el mismo, a unos 25 m a la izquierda, en una rotonda, está la parada del autobús gratuito que conduce al museo situado en el interior de la fábrica. Es el único medio de acceder al museo. El museo abre de diez a cinco de la tarde. Los lunes cierran. La visita lleva un par de horas. A la salida comimos en el aparcamiento acompañados de un frío de aúpa.
Nota actual: evidentemente los apuros que aquí relatamos como parte del viaje, ya han sido superados. En primer lugar porque vivimos el auge de los GPS y, en segundo lugar, porque la señalización ya es muy buena.
En 2009 aparcamos en el P+R de Vaihingen, a las afueras de Stuttgart. Pagamos un euro de parking para todo el día, aunque hay que pagar los billetes del S-Bahn, el tren suburbano.
ARQUITECTURA ALEMANA DE VANGUARDIA Y EL MERCADILLO NAVIDEÑO DE LUDWIGSBURG.
Del museo Mercedes nos acercamos a un conjunto de arquitectura racionalista que Isabel tenía mucho interés en ver, edificado para la exposición de 1928 por los más prestigiosos arquitectos de la época, Le Corbusier entre ellos. Después, la idea era pasar por el mercadillo navideño de Stuttgart, pero el tremendo atasco nos hizo desistir del empeño. Eran las 15,15 h. y habíamos desistido también de la visita al museo Porsche, situado en Zuffenhausen, a las afueras de Stuttgart, ya que cierran a las 16 h. Sin embargo, al estar cerca, pensé que bien podríamos intentarlo, así no se quedarían sin verlo y emprendimos una excitante contrarreloj.
No fue fácil dar con el museo “Porsche”, porque aunque la señalización es buena desde la autopista, no lo es desde el barrio de las casas de Le Corbusier, pero lo logramos y dispusimos aún de veinte minutos para echarle el ojillo al museo, suficientes, porque es muy pequeño. Lo cierto es que la aventura nos dejó muy buen sabor de boca. El museo Porsche no tiene nada que ver con la fastuosidad de su rival Mercedes. Es gratuito también y expone unos veinte modelos, especialmente de competición. Nota actual: Ya hemos comentado que actualmente hay un ultramoderno museo.
Como no era cuestión de meterse de nuevo en los atascos y ya había oscurecido, optamos por ir a Ludwigsburg, al «Mercadillo Barroco de Navidad». Se celebra en la plaza mayor. Es grande y bien decorado, pero lo único «barroco» que encontramos son las dos iglesias que hay en la plaza. Fue un chasco enorme porque esperábamos ver gente disfrazada de época, pero sólo era un buen mercadillo y nada más. Nos consolamos al calor de las salchichas y del vino caliente que tampoco estuvo mal. El frío apretaba y se notaba claramente que el tiempo iba cambiando a peor. A las 21,30 h. entrábamos en la caravana con el frío y la humedad metida en los huesos. La cercanía del Rin era “la culpable”.
LA “DEUTSCHE WEINSTRASSE” O “RUTA DEL VINO ALEMÁN”.
El sábado era el último día «de visita” del viaje y el ánimo colectivo empezaba a estar casi tan gris como el cielo de la mañana y lo que vimos ese día tampoco ayudó a mejorarlo. Del viaje de verano se nos había quedado en el tintero una ruta por la famosa «Deutsche Weinstrasse» o «Ruta del Vino Alemán». Así que decidimos «quitarnos la espinita», pero visto lo visto, no vale la pena. Quizás en verano, con las hojas de parra engalanando los pueblos, el paisaje sea más sugerente, pero en diciembre desde luego no lo es.
Una vez más fuimos «víctimas» del entusiasmo desbordante del autor de la guía turística «Fodor’s-Aguilar» de Alemania, al describir con elogiosos epítetos la zona. Pues bien, a excepción de Dörrenbach, el resto es puro montón. En éste nos tomamos un reconfortante cafetito caliente en «Der Linden», una taberna graciosamente decorada con ositos de peluche. Su dueña, una teutona muy simpática, estuvo encantada de tener españoles en su local.
A media tarde, ya a oscuras, regresamos a Francia, para darnos una vuelta por el mercadillo de Wissembourg, localidad en la que “Caravanas Bürstner” tiene una factoría, la otra está en Kehl, al lado de Estrasburgo. Durante los fines de semana casi todos los pueblos alsacianos montan el suyo. Con unos buenos vasos de vino caliente y con las compras que hicimos a precios de risa en un tenderete de una asociación benéfica local nos marchamos encantados del pueblo.
La última visita del viaje fue para Hunspach, pueblo perteneciente a la “Asociación de Pueblos más Bonitos de Francia”. Es chulo de veras. Lástima que de noche las blancas fachadas de entramado de madera no luzcan igual. A plena luz el pueblo ha de ser una maravilla. Por supuesto también tenían montado su fiestazo y su inevitable mercadillo navideño. Incluso los personajes de la navidad alsaciana andaban por allí: “Christkindel”, representación del niño Jesús con aspecto de hada madrina y “Hans Trapp”, una especie de «hombre del saco» alsaciano, orondo y vestido con traje de pieles, encargado de castigar a los niños malos.
La anécdota del día corrió a cargo del “Hans Trapp” de turno, que resultó ser un alto cargo de Renault, ¡que había vivido varios años en Valladolid!. El mundo es un pañuelo. El hombre, afabilísimo, estuvo encantado de encontrar «paisanos» tan lejos y pasamos un buen rato charlando con él.
Al día siguiente nos esperaba una larga jornada de viaje, pues la intención era llegar a dormir al camping de Le Muret, a 1.053 kms. de distancia, pero si el viaje de ida había sido una pesadilla, el regreso fue una maravilla. Cruzar Francia un domingo de diciembre nos permitió lograr un promedio casi de récord para cuatro caravanas circulando en formación: ¡92 kms/h!.
BROCHE DE ORO.
El trayecto del lunes fue de trámite, poniendo así el broche de oro a una semana mágica, llena de sugerentes aromas y vivencias. Un auténtico regalo para la vista y los sentidos. Una experiencia inolvidable de veras. Sólo es cuestión de pronunciar la frase mágica… ¿Qué, nos vamos a Alsacia esta Navidad?.
Otros relatos sobre nuestros viajes a Alsacia y la Selva Negra, con información actualizada:
El viaje de 2000 - Alsacia y Friburgo
El viaje de 2006 - Alsacia y la Línea Maginot
El viaje de 2007 - Alsacia, Alemania y Suiza