adrugar
Madrugar y vacaciones son dos conceptos con bastante poco “feeling”, pero a veces no les queda más remedio que acabar llevándose bien.
De eso algo sabe el refranero cuando nos recuerda que “A quien madruga, Dios le ayuda”.
Y cuando de desplazarse y de aprovechar el tiempo se trata, el refrán adquiere toda su dimensión.
Viajando el tiempo es oro y para aprovecharlo suele ser conveniente -aunque no forzosamente agradable- madrugar más de lo que nos gustaría.
Quienes no estén dispuestos a madrugar, pues bien, pero yo les desaconsejaría plantearse viajes muy lejanos.
Más que nada porque el tiempo es un bien demasiado escaso para desperdiciarlo durmiendo…