aleta
La maleta es la sombra de todo viajero. Su fiel compañera.
La ventaja de ser campistas es que normalmente nos liberamos de ella, salvo en el trayecto entre la caravana y nuestra casa, claro. Y en ocasiones ni eso.
Con el auge de las aerolíneas “low cost” las pobres maletas han pasado claramente a la categoría de “apestadas”. Ahora la consigna de moda es “Ahorra en maletas”. El tamaño sí importa y el peso, también. Y lo que nos cobran por ella…
Si a la hora de coger un avión hay que subirse primero a una báscula para que no nos cueste más la maleta que el billete, con la caravana hemos de tener una consideración similar, aunque a priori resulte más barata.
“El peso sí importa”, porque el margen oficial de carga de las caravanas no suele ser para tirar cohetes y pocas veces va acorde a su capacidad. ¡Suele caber mucho más de lo que la “masa máxima” de la caravana permite!
Por lo tanto la tentación de llevar más cosas de la cuenta es grande y el riesgo de no cumplir con la letra legal más real de lo que parece. La sombra de la autoridad competente y de la ITV planea nuestras cabezas.
Moraleja: carga lo justo y comprueba el nivel de carga (o el peso, que todo hay que decirlo) antes de salir de casa.
Así viajaremos más seguros en todos los sentidos.
Seguro.