¿Hubiera existido esta web sin nuestras caravanas?. La pregunta se responde sola...; y está claro que sin su concurso nunca hubiéramos viajado tanto y tan bien. Así que es de justicia hacerl un pequeño y sentido homenaje a nuestras queridas compañeras de fatigas, porque gracias a ellas hemos vivido momentos fantásticos e inolvidables. Y lo más importante, ¡también hemos hecho grandes, grandes amigos!.
·La “Krause 2900”, nuestra primera caravana (1995 – 2000):
Nos estrenamos en el caravaning con ella, con la “Krause 2900” (de origen “Pluma”, famosa marca portuguesa) y convivimos casi seis años con ella.
La pequeña Krause 2900 en Beaconsfield (Inglaterra)
Ya he comentado en otras partes de esta web que yo era, en aquellos años, muy reacio a “arrastrar una caravana”, pero tras unas vacaciones totalmente pasadas por agua en Holanda y en tienda de campaña, a Rosa se le acabó la paciencia y me instó a comprarnos una caravana o, de lo contrario, “tramitaba su baja en el club de viajes”...
Gracias a aquello, en la feria de muestras de Valladolid- 1994 nos sumamos al caravaning, eso sí, con una caravana pequeña y ligera que nos cupiera en el garaje de casa. Y así empezó todo.
Como las diferencias de viajar con caravana –aunque fuera en un modelo sencillo- a hacerlo con tienda de campaña son más que notorias, pronto aprendí que merecía la pena circular más despacio a cambio de disfrutar de no pocas comodidades: cocina, frigorífico e incluso, como máxima expresión “del confort”, llevábamos un “porta-potti químico” “para las emergencias”. Además de no pasar frío ni mojarnos, claro.
Estrenamos la caravana en junio de 1995 y nuestro primer destino fue el camping “Ruta de la Plata” de Salamanca. El “bautizo” fue sonado. ¡Llegamos a casa sin claraboya!. Era de esas que se cierran a presión y no debimos cerrarla bien porque volviendo a casa, el aire la arrancó de cuajo. Así que el estreno se saldó con la instalación de una claraboya nueva, una Fiamma de manivela, con la que salimos ganando bastante.
Con los años fuimos introduciendo muchas “mejoras” que mejoraron su utilidad y confort: cortinas y fundas más vistosas, un magnetotérmico en lugar del sistema de fusibles y una batería autónoma, un armarito para el wc químico (que deslizaba sobre una plataforma con ruedas), un armario extra en la parte trasera, un cabezal de ferodos que obligó a adaptar la lanza, luz de avance, pilotos traseros nuevos, rueda de repuesto y un toldo playero casero. En fin, que acabamos convirtiendo al patito feo en casi un cisne...
Con ella recorrimos gran parte de Europa sin mayores problemas que algún fallo de “masa eléctrica”, fallo muy común en las caravanas, y un reventón de rueda, amén de la claraboya, claro...
No obstante los años fueron pasando y cada vez fuimos exigiendo mayores dosis de confort y espacio. El chico creció y ya no cabía igual de bien, además teníamos que desmontar la cama cada día para comer, con lo cual llegó el momento de darle el relevo...
·Y llegó la “Rapido 39 T Club”, de techo elevable,(2000 - .......):
No fue fácil elegir sustituta a la fiel “Krause”. Encontrar un modelo que cumpliese “el pliego de condiciones” por tamaño y confort y que, además, entrase sin problemas en el garaje y que girase también sin problemas en la calle no resultó nada sencillo. Y es que no queríamos renunciar a la comodidad de tenerla en casa. Y eso que nosotros vivimos en el centro de Valladolid...
La solución llegó de la mano de la marca “Rapido” y sus caravanas de techo elevable, lo que permitía entrar en el garaje sin problemas. Incluso nos fuimos un fin de semana a Burdeos a verla “en persona”, pues el concesionario “Tanis Caravanas” de El Escorial no la tenía en stock.
Ciertamente es un tipo de caravana que ofrece muchas ventajas en circulación. Su baja altura le da mucha estabilidad, además de gastar menos combustible gracias a su mejor aerodinámica y con la ventaja añadida de que no paga recargo en las autopistas francesas al no superar los dos metros de altura.
A cambio, en su “debe” hay que anotar que su techo elevable le resta un importante espacio en cuestión de armarios, un mayor peso a igualdad de tamaño con una caravana convencional y también un precio de adquisición superior. En cualquier caso sus ventajas eran tan fundamentales para nosotros que cualquier inconveniente nos parecía irrelevante. La prueba es que, nueve años después, seguimos encantados con ella.
Al igual que la “Krause” ésta tampoco se ha librado de incorporarle algunas “mejoras”, aunque esta vez “de detalle”: batería autónoma, ventiladores para el arcón del magnetotérmico y para el frigorífico, alguna balda accesoria en el armario de la cocina, para-soles de ventana y lo mejor de todo... ¡un termo-calentador de acuario en el depósito del agua para tener agua calentita...!.
Y también al igual que con la “Krause”, durante el regreso del viaje inaugural, esta vez a Cudillero, también sufrimos la primera “avería” de la caravana: ¡esta vez se estropeó la cerradura de la puerta!.
En cualquier caso eso son gajes del oficio para cualquier caravanista y lo realmente importante es que seguimos estando plenamente satisfechos con nuestra querida “Rapido” y esperamos seguir compartiendo viajes y experiencias con ella por muuuuuucho tiempo.