FICHA TÉCNICA DEL VIAJE |
Año: |
Abril 2001 (datos actualizados en 2013) |
Duración del viaje: |
8 días y medio. |
Kilometraje total: |
4.731 |
Relato publicado en “El Camping y su Mundo” (nº 160 - octubre 2001) |
Nota: A pesar del tiempo transcurrido desde la realización del viaje, se ha actualizado toda la información susceptible de ser puesta al día, por lo que su contenido mantiene, en la medida de nuestras posibilidades, su plena vigencia. Hacemos también constar que la información práctica que se facilita en el relato se hace a título personal, con la intención de que pueda resultar lo más útil y ajustada posible. No obstante recomendamos que, en evitación de sorpresas y contratiempos, antes de emprender el viaje, confirméis los horarios, precios, y demás datos susceptibles de variación o modificación. ¡Y buen viaje! |
RUTÓMETRO |
FECHA | ETAPA | KM./DÍA |
Viernes, 6 de abril 2001 | Valladolid-Area Autopista Bordeaux-Cestas | 599 |
Sábado, 7 de abril 2001 | Area Autopista Bordeaux-Cestas Area Autopista Belga | 1.069 |
Domingo, 8 de abril 2001 | Area Autopista Belga - Camping (Zeist) Keukenhof (Lisse) - Haarlem | 299 |
Lunes, 9 de abril 2001 | Apeldoorn - Deventer - Zutphen | 228 |
Martes, 10 de abril 2001 | Hattem - Zwolle - Giethoorn - Lelystad | 340 |
Miércoles, 11 de abril 2001 | Leiden - Katwijk aan Zee - Hook van Holland - Delft - Rotterdam | 256 |
Jueves, 12 de abril 2001 | Gouda - Oudewater - Kinderdijk - Dordrecht Utrech | 204 |
Viernes, 13 de abril 2001 | Zeist - Parque Atracciones “De Efteling” “De Efteling” - Área Autopista francesa A-1 Antes de París | 79 + 426 |
Sábado, 14 de abril 2001 | Área Autopista francesa A-1 - Valladolid | 1.231 |
| TOTAL | 4.731 |
Una tarde de febrero de 2001 nos reservaba un futuro que ni sospechábamos. Entre loncha y loncha de bacon, preparando una merienda, se me ocurrió hacer el siguiente comentario a mi esposa Rosa: «¿Sabes qué me pide el cuerpo? Ir a ver tulipanes..., aunque me temo que eso tendrá que ser ya para otro año…».
«¿Y eso?» me preguntó.«Pues porque florecen ahora y, evidentemente, ahora no es momento de ir» apuntillé con resignación, Pero para mi sorpresa replicó -dejando de paso patente mi ignorancia en cuestiones florales- «los tulipanes florecen en abril, no en febrero, y la Semana Santa cae en abril este año, así que… sí podemos ir".
Dicho y hecho, que estas cosas, como lo de ir al matrimonio, no conviene pensarlas demasiado. Ya desde nuestra anterior visita a Holanda, hace seis años, nos habíamos quedado con ganas de volver, especialmente en la época de los tulipanes. Era la ocasión que estaba esperando, pues.
Para poner la guinda al pastel sólo faltaba que nuestros amigos Pepe y Nany, de Castellón, con quienes pensábamos pasar los días de pascua, se subieran también al carro. Una simple llamada telefónica fue suficiente y sólo una hora después de aquel inocente comentario ¡ya se habían sumado al proyecto!.
La prevista visita al nacimiento del río Mundo, en la provincia de Albacete, iba a tener que esperar una mejor ocasión. En su lugar… ¡La «OperaciónTulipán» acababa de ponerse en marcha!
LA PLANIFICACIÓN DEL VIAJE Y LA BÚSQUEDA DE INFORMACIÓN.
Una vez decidido que Holanda iba a ser nuestro destino y teniendo en cuenta que ya habíamos recorrido años antes Ámsterdam y las localidades más turísticas, para este viaje quisimos volver a ver algunas de esas localidades tan bonitas, pero, por supuesto, descubriendo nuevos lugares, quizás no tan famosos, pero también muy interesantes, pues Holanda es uno de nuestros países favoritos y por algo será.
Lo que está fuera de discusión es que, para despejar dudas, nada mejor que una buena preparación e información, si deseamos aprovechar bien el tiempo en un viaje de semejante envergadura.
Con la documentación que recogimos en “Fitur”, (Madrid), en las guías turísticas, en internet y de las casi veinte cartas que escribimos a las Oficinas de Turismo locales holandesas, fuimos reuniendo paulatinamente las piezas del «puzzle».
Para la elección de los camping, utilizamos una guía que nos proporcionaron en “Fitur”. En la actualidad, Internet es “la herramienta” por excelencia y la guía ACSI es una magnífica guía de camping de Europa: www.eurocampings.es
Nota actual: Preparar un largo viaje resulta tan apasionante como disfrutarlo en vivo y en directo. Después de haber estado varios años recorriendo Europa, no nos cabe ninguna duda de que el éxito se gesta en una librería especializada y solicitando documentación a la Oficina de Turismo del país de destino. La información es esencial para planear la ruta y las actividades que realizaremos si pretendemos aprovechar a tope el siempre escaso tiempo de vacaciones. Además, ésa es la mejor base para improvisar con acierto durante el viaje, si es menester... ¡y casi siempre suele serlo!
Es evidente que tanto las guías turísticas como la demanda de información sigue siendo algo totalmente vigente en plena “era de internet”, pero no es menos cierto que la red de redes ha simplificado sobremanera la tarea de recopilar información. De todas maneras tiene su gracia recordar “como nos buscábamos la vida” cuando hacía falta. Y una o varias guías turísticas siguen siendo tan valiosas como antaño.
TODO A PUNTO.
Puesto que todos ya conocíamos Holanda y como ya he mencionado, acordamos dedicar los escasos días disponibles en conocer ciudades y pueblos un poco apartados de los circuitos turísticos tradicionales. La salida se planteó para el viernes 6 de abril y el retorno para el Sábado Santo.
A fin de hacer el viaje en comandita con nuestros amigos, acordamos encontrarnos entre las 20.00 y 20.30 h. en el área de servicio de Pagozelai, en la autovía A-15 entre Pamplona y San Sebastián y así lo hicimos. Ellos viajan con una caravana «Knaus Südwind 440» y nosotros con una «Rápido Club 39T».
Como ya es habitual cuando salimos hacia el norte, pernoctamos en el área de autopista de Bordeaux-Cestas, muy cerca de la circunvalación de Burdeos. Es una gran área, con estación de servicio, restaurante y un hotel “Campanile”. Si a pesar de sus enormes dimensiones no hubiese sitios libres para estacionar – lo que ya nos ha pasado alguna vez – frente al hotel “Campanile” hay un túnel que enlaza con el área del otro lado, dirección España. Allí suele ser más fácil encontrar hueco para pasar la noche.
A las siete de la mañana nos pusimos de nuevo en marcha desde el Área de autopista de Bordeaux-Cestas, con intención de pernoctar cerca de la frontera holandesa, aún a mil kilómetros de distancia.
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En ruta hacia Holanda
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La ruta hacia París fue la habitual en los últimos viajes y es la que nos parece que mejor combina rapidez y economía después de haber probado distintas alternativas en años anteriores. Recordemos que las autopistas francesas tienen la mala costumbre de gravar a los vehículos o conjunto de ellos, con aprox. un 50% de recargo en las tarifas de automóvil, si se superan los dos metros de altura. Afortunadamente, nuestra caravana, de techo elevable, no rebasa esa medida, pero no es lo habitual para la mayoría de caravanistas, así que un “uso racional” de las autopistas de peaje supone un ahorro considerable en la factura final del viaje.
Nota actual: En aquellos “buenos viejos tiempos” todavía no estaba terminada la autovía A-1, entre Armiñón y San Sebastián, por el puerto de Etxegárate, ni mucho menos el novíismo tramo de peaje de la AP-1 entre Vitoria y Eibar. Así que tanto en España como en Francia, la ruta que actualmente hacemos ha variado ligeramente desde la época de este relato.
No obstante, para saber más de la mejor ruta para llegar a París desde la frontera de Irún, pinchad en la foto...
| La mejor ruta hacia la frontera belga...
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Pero volvamos al relato… comimos en la enorme Área de “Orleáns-Gidy”, en la autopista A-10. Tras pasar el peaje de Artenay, un amable francés nos avisó que uno de los neumáticos de la caravana de Pepe y Nany mostraba un sospechoso abultamiento en uno de los flancos.
Buscamos un lugar donde parar en Artenay y allí cambiamos la rueda. En efecto, el neumático tenía un enorme “chichón” en el costado. Una vez superados los problemas que nos dio el dichoso “trineo” donde se aloja la rueda de repuesto, pudimos reanudar la marcha.
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Cambiando la rueda de Pepe, con "mirón" incluido...
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Y llegamos a París. Estuvimos dudando si tomar la circunvalación exterior, la A-104 llamada también «La Francilienne», que enlaza las diversas autopistas que confluyen en París y que suele tener menor riesgo de padecer los famosos «bouchons» parisinos, o cruzar la ciudad por las autopistas interiores, ruta veinte kilómetros más corta que la anterior, pero mucho más problemática por el enorme tráfico que soporta.
Arriesgamos y dejamos atrás «La Francilienne». Craso error. A dos kilómetros del desvío nos topamos con un atasco de dimensiones siderales. Afortunadamente todavía estábamos a tiempo de rectificar el desaguisado y logramos dar la vuelta sin mucha dificultad. Solamente perdimos un cuarto de hora en la maniobra y por la A104 no tuvimos otro problema que el pésimo drenaje del pavimento que dificultaba la visibilidad, pues en ese momento llovía a base de bien.
El viaje hasta la frontera belga, vía Lille, discurrió apaciblemente por la autopista A1 de peaje. Cruzamos los 180 km del territorio belga y a las 00,30 h. hicimos noche en el área de servicio de Minderhout, la última antes de Holanda.
Nota actual: Holanda es un país encantador y con muchas cosas interesantes para ver y hacer. Los amantes de las bicicletas estarán en su salsa, por ejemplo.
Sin embargo y dado que el país no es demasiado grande, dependiendo del tiempo libre disponible, es perfectamente posible incluir en el itinerario del viaje alguna parada en tierras belgas: Brujas y Gante serían destinos “seguros”, pero Bruselas es también muy atractiva. Si queréis conocer más sobre lo mucho que ofrece Bélgica, así como nuestra experiencia en suelo belga, pinchad aquí.
Y no podemos olvidar a Francia. El Périgord es una zona preciosa para hacer una parada, tanto a la ida como a la vuelta, a tan sólo 850 km. de Valladolid. Pincha aquí, para conocer nuestros viajes al Périgord. Y dado que también se cruza París, pues qué duda cabe que la ciudad de la luz es otro destino muy tentador. Y no digamos ya si vamos con niños… entonces Disneyland y el Parc Astérix son dos golosinas que nos estarán esperando…; En fin, que hay mucho para elegir. ¡Y hacerlo no será cosa fácil!.
AL FIN EN HOLANDA… BUSCANDO CAMPING…
A las siete de la mañana entrábamos en el país del queso de bola – que, por cierto, no veréis en los mercados locales- camino de Reeuwijk, a las afueras de Gouda, para acampar en el camping «De Reeuwijkse Hout».
Como el país es de reducidas dimensiones y los lugares que pensábamos visitar no distaban más de cien kilómetros de la zona centro, decidimos quedarnos todos los días en el mismo camping y desplazarnos a las ciudades en función de los días de mercado. Los mercadillos holandeses son bastante animados.
Supimos de los días de celebración por una de las guías turísticas utilizadas. No obstante pedimos confirmación de fechas y horarios a las Oficinas de Turismo locales. (Actualmente esa función la cumple Internet con creces…).
En un primer momento elegimos como base de operaciones el camping «De Krakeling», estratégicamente situado en Zeist, próximo a Utrech, muy bien comunicado y perteneciente a la cadena holandesa «Tulip Campings», que siempre es garantía de buenas instalaciones.
Posteriormente, y a consecuencia de un cambio en el plan de visitas previstas, optamos por probar suerte con el camping de Reeuwijk, que aunque no es de «Tulip», está también bastante bien situado. www.hollandtulipparcs.nl/
A las ocho de la mañana llegamos al camping de Reeuwijk y nos encontramos con la desagradable sorpresa de que, por ser domingo, la recepción no abría hasta las nueve, pero eso no fue ningún problema porque aunque el entorno era idílico, rodeado de canales, casitas y prados, el camping resultaba cutre y desangelado. Además las parcelas estaban encharcadas por las abundantes lluvias caídas. No hizo falta pensarlo mucho... ¡A Zeist, que la primera intención suele ser la que vale!
Así pues, a las nueve de la mañana llegamos al camping «De Krakeling» y, como era de esperar, tenía otra pinta. El camping nos encantó. Las instalaciones sanitarias eran estupendas, especialmente las duchas que disponen de un maravilloso vestidor, pero está visto que no acabamos de encontrar el camping «redondo». Todos tienen alguna pega. En este caso el agua caliente de las duchas y de los fregaderos eran de moneda y no había papel en el W.C. No obstante el precio de la estancia fue fantástico: 36 florines por todo (2.700 ptas), incluida la luz. Dispone de supermercado, restaurante, pista de tenis, de ping-pong y karts a pedales. Estuvimos muy a gusto y es totalmente recomendable. www.dekrakeling.nl
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Camping De Krakeling
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NOTA: Teniendo en cuenta los avances experimentados gracias a la fotografía digital y a los numerosos viajes a Holanda posteriores a 2001, incluiremos fotos tomadas en diversos momentos para ilustrar mejor el relato. No obstante, la diferencia entre las "originales" de este viaje y las otras, es evidente.
EL KEUKENHOF, EL MAYOR PARQUE FLORAL DE EUROPA.
Una vez instalados y con el sol por compañía, salimos a ver mundo. Como el tulipán era el «leit-motiv» del viaje y teniendo en cuenta que, al ser domingo, las ciudades suelen estar «muertas», pensamos que era el día idóneo para disfrutar del mayor parque floral europeo, el famoso «Keukenhof», situado en la localidad de Lisse. www.keukenhof.nl
Allí nos esperaban 32 hectáreas de parterres florales y pabellones en los que se exponían todas las variedades habidas y por haber de tulipanes y otras flores de bulbo. El parque abre solamente un par de meses en primavera y digamos que sería imperdonable ir a Holanda en estas fechas y no darse una vuelta por allí.
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Paseando por el Keukenhof
| | Sin tulipanes no hubiera habido viaje...
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No es que sea barato (1.500 ptas. adultos y la mitad los niños hasta 12 años), pero se pueden pasar bien a gusto cinco o seis horas rodeados de las flores más espectaculares y exóticas que se pueda imaginar. En particular el pabellón dedicado a las orquídeas fue una pasada. En los meses de verano también abren con motivo de las flores estivales: dalias, gladiolos, etc.
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Un típico organillo holandés
| | En el Keukenhof
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El parque abrió sus puertas el 22 de marzo y cerró el 24 de mayo. Nosotros lo visitamos el 8 de abril. No sabemos si sería debido a las lluvias y al frío, pero había más parterres sin flores que con ellas abiertas. A la vista de los folletos publicitarlos esperábamos encontrar mucho más colorido y no tanto «verde». Por eso el aspecto de los jardines fue un pelín decepcionante. No obstante nos gustó. Hizo mucho frío, pero no llegó a Ilover.
Curiosamente el tan nombrado «país de los tulipanes» hace poco honor al nombre. Hemos visto más tulipanes al pasar por los pueblos franceses -que son los reyes de la jardinería europea- que en la mismísima Holanda. Por supuesto que los veréis en las ciudades y pueblos holandeses, pero realmente hay muchos más narcisos que tulipanes en los jardines, sin ir más lejos.
Terminamos el día dando una vuelta por la típica ciudad de Haarlem, con bonitos edificios en la plaza del mercado y aledaños. A pesar de ser domingo había bastante animación. Los holandeses hacen bastante vida en la calle, lo cual se agradece.
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Grote Markt - Haarlem
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RUTA POR “LA HOLANDA DESCONOCIDA”.
Al día siguiente nos dirigimos al este del país, a la boscosa provincia de Gelderland, una zona también atractiva, pero mucho menos conocida.
El lunes era día de mercado en Apeldoorn, ciudad moderna cuyo único interés es el «Apenheul», un parque en el cual viven en libertad varios cientos de monos y que ya visitamos en nuestro anterior viaje.
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Apeldoorn |
Como nos apetecía verlo de nuevo, dejamos a nuestros amigos en el mercado y para allá nos fuimos, pero nos llevamos un buen flash. ¡Estaba cerrado como medida ante la fiebre aftosa!.Toma ya. Lo fastidioso del caso fue la falta de información fiable en su web. Pocos días antes la había consultado y nada decían del cierre a pesar de llevar ya una larga temporada clausurado. Si no se ocupan de actualizar la información de poco sirve Internet…
Después del chasco no nos quedó más remedio que hacer de tripas corazón y volver al mercadillo de Apeldoorn. Nada mejor que la gastronomía para superar los malos tragos. Probamos los mejillones fritos y el pescado ídem, compramos varios tipos de queso y.. ¡fresones de Lepe!. En general los precios nos parecieron muy razonables. La vida no está cara en Holanda.
Nos reunimos con nuestros amigos y nos marchamos a la ciudad medieval de Deventer, a pocos kilómetros de distancia.
A lo largo del río Ijssel hay un ramillete de ciudades que pertenecieron en tiempos a la floreciente Liga Hanseática. De aquellos tiempos conservan un importante legado medieval y arquitectónicamente constituyen un punto y aparte respecto a otras ciudades holandesas más conocidas.
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La "ruta hanseática" holandesa |
Deventer es una bonita ciudad, con sorprendentes y recoletos rincones medievales. Destaca el Bergkerk, el barrio antiguo, estupendamente conservado. La arquitectura es típicamente hanseática y recuerda mucho a los edificios de la ciudad alemana de Lübeck. La enorme plaza del Brink y el edificio de la báscula merecen una ojeada.
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Deventer - La báscula
| | Plaza del Brink
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Luego nos acercamos a Zutphen, otra ciudad muy parecida a Deventer. Después de dar una vuelta por su casco antiguo y contemplar su horroroso ayuntamiento «moderno», nos dirigimos al diminuto pueblecito de Bronkhorst, de sólo 160 habitantes, del cual la guía decía que está totalmente bajo la protección del Patrimonio Nacional.
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Zutphen | | Zutphen |
No pudimos llegar, pues es necesario tomar un transbordador para cruzar el Ijssel y a las seis de la tarde éste dejaba de funcionar Llegamos veinte minutos después y nos quedamos con un palmo de narices. Regresamos al camping y acabamos la jornada jugando al ping-pong y dando unas vueltas con los karts de pedales.
MÁS “HOLANDA DESCONOCIDA”…
El martes volvimos a la misma zona para dar una nueva batida al resto de ciudades hanseáticas. La lluvia nos acompañó hasta Hattem, un minúsculo, encantador y pintoresco pueblecito a las afueras de Zwolle, sin embargo tuvo el detalle de abandonarnos al bajar del coche.
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Hattem | | Hattem |
Además de la iglesia, el ayuntamiento y la puerta medieval de puntiagudas torretas, la principal atracción es el museo del ilustrador Anton Pieck, muy conocido por sus láminas de ambiente holandés que hicieron furor hace años en el campo de las manualidades para hacer cuadros en tres dimensiones con decimonónicas escenas cotidianas holandesas.
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Las típicas imágenes de Anton Pieck
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El museo, que expone la obra del autor, es muy bonito e incluye la entrada a otro etnográfico. Allí nos enteramos que Pieck también había diseñado el parque de atracciones «De Efteling», dedicado a los cuentos de hadas y que pensábamos visitar el Viernes Santo.
Al lado de la puerta medieval hay una bombonería impresionante. A través del escaparate nos quedamos embelesados contemplando el obrador mientras hacían huevos de pascua. No os describimos el delicioso aroma que salía de la tienda, aunque es mejor que lo comprobéis personalmente…
Nos trasladamos a Zwolle, a sólo tres kilómetros de distancia. Sus canales tienen forma de estrella, pero tal detalle no se aprecia a simple vista. Tiene un agradable centro urbano y comercial, siendo su «monumento» más sobresaliente la espectacular «Sassenpoort», la única puerta medieval que queda en la ciudad y que parece sacada de un cuento de hadas.
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Zwolle - Sassenpoort
| | Zwolle |
Las obras en una calle de Zwolle nos jugaron la mala pasada de impedirnos el acceso directo a la carretera de Giethoorn, nuestro siguiente destino. Buscando otra salida que no estuviese cortada nos acabaron mandando al quinto pino, obligándonos a rodear por completo la ciudad. ¡Eran otros tiempos! Ahora, con el GPS, eso no hubiera pasado...
En suma, perdimos una hora a lo tonto y el hambre -era hora de comer empezaba a hacernos mella. Cuando al fin encontramos la tan deseada carretera, paramos a comer en una zona de picnic al lado de un canal por el que navegaban imponentes barcazas que te saludaban al pasar. Estos holandeses son de lo más amable.
Por fin llegamos a Giethoorn, una minúscula aldea que recibe el apodo de la «Venecia Holandesa», un lugar muy diferente a lo que habitualmente podemos ver en el país de los molinos.
El pueblo es un conjunto de casas de techo de paja, aisladas, rodeadas de agua y unidas a tierra firme por puentecitos de madera. Es de lo más bucólico que podáis imaginar. Unas barquitas de motor eléctrico ofrecen paseos por los canales.
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Giethoorn |
En la entrada del pueblo hay un amplísimo aparcamiento y tres campings en los alrededores. Confesaremos que en Edam, el encantador pueblecito próximo a Ámsterdam y famoso por su mercado de quesos, también hay canalillos muy parecidos a Giethoorn, ¡y no tan lejos!. De todas maneras, la visita no defrauda en absoluto.
Eran ya las seis de la tarde cuando pusimos rumbo a Lelystad, la capital de la provincia de Flevoland, una provincia entera ganada al mar por los laboriosos holandeses. Vale la pena darse una vuelta para observar la obra de ingeniería que ello implica. Aunque sea de reciente creación -tiene unos treinta años de existencia- Lelystad no tiene realmente nada de especial. Para ser sinceros es fea de narices. Lo que ocurre es que el autor de la guía decidió echarles una manita con eso de la «arquitectura ultra-moderna en una ciudad de diseño y bla, bla, bla» y logró embaucar a unos incautos como nosotros. Ciertamente el edificio de cristal de la estación de tren es interesante, pero el resto de la ciudad es totalmente impersonal, como tantas otras en el mundo. Si queréis ver impactantes edificios modernos, Rotterdam sí es vuestra ciudad.
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Lelystad - La estación de ferrocarril
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Y ACABAMOS EN “EL BARRIO ROJO” DE AMSTERDAM…
Acabamos el día en Amsterdam por expreso deseo de nuestro hijo Miguel -de trece años- a quien la idea de conocer el famoso «Barrio Rojo» le atraía especialmente. Debo reconocer que, aunque en principio no teníamos previsto volver a la capital, Amsterdam me gustó mucho más que la otra vez. Me encantan sus estrechos edificios con gabletes de mil y una formas. Además el ambiente nocturno y cosmopolita le daba un toque especial.
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La Torre de la Moneda
| | El mercado de flores
| | El Kaizergracht
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Mercado de Albert Cuyperstraat
| | Plaza del Dam
| | Amsterdam es bicicleta...
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«El Barrio Rojo», la zona dedicada a la prostitución, con sus sexshops, shops, museos de marihuana y otras «hierbas», presentaba un llenazo impresionante. En los márgenes del canal Achtergracht, nos habíamos congregado una muchedumbre de «guiris» para contemplar ese ambiente singular y sorprendente, pero triste en el fondo. Aunque pueda llamar a atención, resulta bastante deprimente contemplar la «carne humana» expuesta en un escaparate con un reservado detrás.
Nota actual: Aunque Ámsterdam no fuera uno de los destinos elegidos en este viaje, está claro que no puede faltar en el itinerario si se visita el país por vez primera. Como tampoco pueden olvidarse los encantadores pueblecitos de Edam (mercado de queso, los miércoles), Volendam y Marken, situados en las cercanías de la capital. Su visita es inolvidable, de veras.
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Volendam | | El Zuiderzee desde Volendam
| | Volendam |
Y por el sur del país tenemos también a Middelburg y al “Plan Delta”, el gran dique que protege a Holanda de las inundaciones procedentes del Mar del Norte. Aunque todos estos lugares los visitamos por primera vez allá por 1994, en 2007, a la vuelta de Berlín, los recorrimos de nuevo. Pinchad aquí, para saber más de nuestra visita a Ámsterdam y alrededores.
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"De Miniatuur" - Middelburg
| | Los diques, al fondo
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En especial os puede interesar nuestra experiencia en el camping Gaasper, a las afueras de Ámsterdam y excelentemente comunicado con el centro gracias al metro que hay muy cerca del camping. www.gaaspercamping.nl
BUSCANDO LA DESEMBOCADURA DEL RIN…
El miércoles amaneció lluvioso, aunque el sol fue adueñándose del día, pero sin conseguir enmascarar del todo el intenso frío - que como veis nos ha acompañado todo el viaje- aderezado con un viento más que considerable. El tiempo es muy inestable por aquellas latitudes. La otra vez que estuvimos, en agosto, Ilovió a diario a raudales, así que ahora nos dimos por satisfechos porque, aunque Ilovió mucho estando en el coche, apenas tuvimos que usar los paraguas.
Nuestro primer destino fue la ciudad universitaria de Leiden, cuna de Rembrandt, una de las ciudades holandesas más típicas. Era día de mercado. Lo encontraréis a lo largo del canal del Nieuwe Rijn y la verdad es que no es gran cosa. No obstante aporta una nota de color a la ciudad y siempre puedes probar especialidades gastronómicas que habitualmente no ves por aquí.
La ciudad ofrece varios puntos de interés, empezando por el ayuntamiento. La iglesia es enorme, para variar. En pleno centro está el castillo, que se quedó en mera fortaleza circular que recuerda a una plaza de toros. La reja de entrada está adornada con unos bonitos blasones de vivos colores. La visita es gratuita.
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Leiden | | Leiden |
La zona del canal del Oude Rijn -el antiguo Rin- es de foto y el canal Rapenburg es un repertorio de elegantes edificios señoriales. También hay varios museos.Vimos la ciudad en un par de horas y luego nos acercamos a la localidad de veraneo de Katwijk aan Zee, que no tiene otro interés que ser el lugar de desembocadura del Viejo Rin, reducido ya a la categoría de canal de tercera división. La desembocadura “buena” es la de Rótterdam.
Es curioso lo que sucede con el Rin. Procedente de Alemania, al poco de entrar en tierras holandesas se bifurca en varios «brazos» bautizados con distintos nombres, formando un amplio delta. Así se convierte en el Waal, en el Lek y en el “Oude Rijn” o Viejo Rin. Antes de desembocar en el Mar del Norte el Waal, el brazo más caudaloso, se une con el imponente Mosa y forma en Rotterdam la entrada al mayor puerto del mundo y ahí es donde “realmente” desemboca el gran río, aunque le hayan “robado” su nombre.
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Katwijk aan Zee - Desembocadura del "Viejo Rin"
| | Desembocadura del Mosa y Rin
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De Katwijk bajamos hacia Hook van Holland, la «Punta de Holanda», lugar donde se ve la desembocadura del Waal/Mosa, llamado «Nieuwe Maas» o Nuevo Mosa. Soplaba un viento tan helado que nos hicimos la foto de rigor en un pis-pas y nos subimos pitando al coche antes de quedarnos congelados allí mismo.
Camino de Hook van Holland cruzamos La Haya, que no tiene mucho interés arquitectónico, pero que alberga una joya como «Madurodam», un precioso parque con los principales monumentos holandeses en miniatura. Lo vimos la vez anterior y nos encantó. Desde luego gusta lo mismo a niños que a mayores.
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"Madurodam" - La Haya/Den Haag
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DELFT Y ROTTERDAM.
Comimos en un parque de Hook, donde el frío viento era más soportable y después nos acercamos a Delft, otra de las preciosas ciudades de la zona. La plaza del Markt, con el ayuntamiento y la iglesia que guarda el panteón real holandés, la Grote Kerk, es muy bonita.
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Canales en Delft | | La Grote Markt y el Ayuntamiento
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La Grote Kerk
| | El panteón de Guillermo de Orange
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Todo el centro es reseñable. Los jueves es día de mercado. En una de las cafeterías de la plaza, -mientras los holandeses cenaban- nosotros merendábamos los típicos «Poffertjes», una especie de buñuelos aplastados que se sirven acompañados de azúcar, helado, chocolate, licor, nata, etc. Los de Delft no fueron los mejores que hayamos probado, pero podían pasar. Sin embargo los cafés -con pinta de agua sucia- resultaron verdaderamente deprimentes.
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Los Poffertjes
| | La porcelana azul de Delft
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La porcelana azul es característica de Delft. En la fábrica -«De Porceleyne Fles» -bien señalizada por toda la ciudad- podréis, por una módica entrada, visitar la exposición, observar el proceso de fabricación y ver en directo a varios artistas decorando las piezas. Es una gozada.
Como colofón nos acercamos a Rotterdam, a doce kilómetros, para contemplar el «Kijk Kubik», un curioso y originalísimo edificio construido a finales de la década de los 70, a base de cubos dispuestos en forma de «rombo» de color amarillo. Situaros en el centro del patio interior e intentad averiguar cómo están amuebladas, es un entretenimiento muy divertido.
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Los "Kijk Kubus" desde el puerto viejo
| | Dentro de la Kijk Kubus
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El puerto viejo
| | Arquitectura moderna en Rotterdam
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Rotterdam es básicamente una ciudad nueva, pues quedó arrasada por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Quizás porque no esperábamos mucho de ella, nos impactó aún más y constituyó una agradable sorpresa, porque tiene unos edificios vanguardistas realmente preciosos.
Muy cerca de las casas cúbicas se encuentra la «Witte Huis» o «Casa Blanca» -construida a finales del s. XIX- que fue durante muchas décadas el rascacielos de Europa. Ahora parece un gnomo rodeado de gigantes, pero eso no le resta un ápice de elegancia. En confianza, nos gustó Rotterdam.
OUDEWATER Y “LA BÁSCULA DE LAS BRUJAS”.
Ese jueves lo empezamos en Oudewater, un encantador pueblecito cercano a Gouda, la cuna del famoso queso del mismo nombre.
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Descripción |
La principal atracción de Oudewater, aparte de su conjunto medieval, es «La Casa de la Báscula de las Brujas». Durante la época de la Inquisición y la Caza de Brujas, esta casa adquirió un protagonismo especial.
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El museo de la báscula
| | Todos en la báscula
| | No soy brujo...
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El emperador Carlos V concedió al pueblo el fuero de probar si una acusada -casi siempre eran mujeres- era sospechosa de ser bruja o no. El asunto era bastante curioso, hasta gracioso diríamos, si no fuera porque realmente no tenía ninguna gracia. Como se partía del hecho de que las brujas para volar en sus escobas tenían que pesar mucho menos que el resto de los mortales, la prueba consistía en pesarlas. Si pesaban menos que lo que su constitución física hacía pensar, pues a la hoguera con ellas. En cambio, a las que entraban dentro del peso correcto se les suministraba el correspondiente certificado quedando así definitivamente exculpadas. Por lo visto, el Tribunal de Oudewater, desmarcándose de las habituales corruptelas de la época, actuó siempre con corrección y nunca condenó a nadie por pesar menos de lo previsto. Un consuelo.
La visita a la casa-museo es una curiosa experiencia. Por el módico precio de 3 florines (225 ptas. - 4,5 euros en 2013) -los niños pagan la mitad- pasaréis un rato instructivo y divertido. En la planta superior hay una pequeña exposición con murales que cuentan la historia de la brujería en holandés e inglés. En la planta baja está la famosa báscula y una chimenea con una bruja preparando brebajes. El museo lo atiende un amable hombretón que controla bastante el castellano porque pasa los inviernos en Benidorm. Te facilita un interesante dossier, perfectamente traducido al castellano, sobre las prácticas inquisitoriales contra la brujería. También está disponible en catalán. Finalmente, antes de abandonar la casa, «has de pasar la prueba». El holandés procedió “al pesaje” -echamos unas buenas risas mientras estábamos “suspendidos”- y a emitir el correspondiente certificado… en castellano. Lo tienen bien muy preparado. Después de tan insólito trance podemos asegurar que ninguno de los «expedicionarios» quedamos bajo sospecha. Y Con el salvoconducto bajo el brazo nos acercamos a Gouda.
El centro histórico es muy bonito, destacando su ayuntamiento gótico el más antiguo de Holanda una auténtica filigrana en piedra situada en mitad de la plaza del mercado. Éste se celebra los jueves de 9 a 13 horas. Allí podréis degustar quesos de mil y un sabores. El «gouda con cominos», por ejemplo, está de miedo. Otro punto de interés es su iglesia, esta vez la más grande del país, con 123 metros de longitud- aunque, también para variar, lamentablemente cerrada.
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Gouda - El ayuntamiento
| | La báscula por fuera
| | La báscula por dentro
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Desde luego Gouda es un destino ineludible en todo viaje a Holanda que se precie. Y mejor aún si se visita en día de mercado (jueves), con su tremendo bullicio. Aalkmar es otra localidad muy atractiva -que esta vez no visitamos, pero sí rumbo al Cabo Norte- famosa por su mercado de los viernes y por “pasear” a los quesos en esas “camillas” tan típicas, camino de la báscula (De waag) que no falta en ningún pueblo holandés.
De allí nos dirigimos al “Kinderdijk”, la mayor concentración de molinos que queda en Holanda y en Europa, en la localidad de Alblasserdam, cerca de Rotterdam. Este conjunto de decena y pico de molinos de viento, de los cuales uno es visitable, es patrimonio de la Unesco. En verano funciona una barcaza que da un paseo por el dique que discurre entre los molinos. El viento que soplaba cuando llegamos era tremendo algo lógico en un paraje Ileno de molinos de ídem-y lo que menos apetecía era pasear.
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La mayor concentración de molinos en el Kinderdijk |
Después de comer nos esperaba Dordrecht, la «cuna de los Países Bajos», pues en el edificio llamado «Het Hof», en un tranquilo patio interior tan característico de aquella zona, se firmó el pacto de unión entre Guillermo de Orange y los otros jefes contrarios a la dominación española en Flandes. Fue la primera sede del gobierno independiente.
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Dordrecht | | Dordrecht |
La ciudad tiene un amplio repertorio de edificios históricos, principalmente caracterizados por sus fachadas torcidas e inclinadas a causa del progresivo hundimiento del suelo La vista desde la zona del muelle es atractiva y el conjunto urbano es bonito, pero particularmente yo esperaba algo más de Dordrecht.. Lo que sí nos impresionó fue el altísimo molino de viento de la ciudad.
EL “KOOPAVOND” O “LA TARDE DE COMPRAS”.
En Holanda es costumbre la Ilamada «tarde de compras» o “koopavond”. Un día a la semana los comercios cierran a las 20 ó 21 horas en lugar de las habituales seis de la tarde. Eso tiene la ventaja de mantener “viva” la ciudad durante más tiempo y, para nosotros, eso significa que “podemos alargar” la jornada de visitas un poquito más. Vamos, que el día da más de sí, pudiendo visitar más lugares.
En Utrecht ese día es el jueves, en otras ciudades, el viernes. Aprovechando que estaría animada hasta más tarde, decidimos pasar las últimas horas del día en la ciudad universitaria. Vaya por delante que no es gran cosa comparada con otras ciudades ya comentadas.
La torre de la catedral, preciosa, es la más alta de Holanda con 112 metros de altura y quizás lo más característico de la ciudad, sea su «Oude Gracht» -El Viejo Canal- que tiene como elemento diferenciador el disponer de «muelles» laterales por los que antiguamente descargaban las mercancías, aunque actualmente las terrazas de las cafeterías han ocupado ese romántico lugar. Claro que eso sólo pasa en verano, porque nosotros los vimos bien, pero bien vacíos.
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Utrecht | | Utrecht |
El resto de la ciudad no destaca por nada en particular Si vais a ir, os recomendamos aparcar en los parking cubiertos situados en los límites del casco antiguo, porque meterse por las callejuelas del centro histórico es dar vueltas y más vueltas para acabar sin encontrar hueco.
La anécdota del día la tuvimos al toparnos con un escaparate de una “academia de español” en cuya pizarra estaban estudiando… ¡una lista de tacos!. ¡Menuda juerga nos llevamos con los alumnos a través del escaparate!
EL PARQUE DE ATRACCIONES “DE EFTELING”.
Y con el Viernes Santo llegó el último día de estancia en tierras holandesas, el cual reservamos para el parque de atracciones «De Efteling», dedicado a los cuentos de hadas.
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El Efteling y la "Goldene Gaard"
| | En la entrada del "bosque de los cuentos"
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En un principio pensamos visitarlo al inicio del viaje, pero una información de última hora en Internet nos hizo saber que no lo abrían hasta jueves Santo. Así que cambiamos al «Efteling» por el «Keukenhof». Y es que la información es poder…;
«De Efteling» está situado en Kaatsheuvel, en el sur de Holanda, muy cerca de Breda. Como ya íbamos de vuelta, nos llevamos la caravana, con idea de aparcarla en el mismo parque. De camino al parque de atracciones nos despedimos de nuestros amigos castellonenses, quienes empezaban ya el regreso a casa.
Al cerrar el parque a las seis de la tarde, optamos por proseguir el viaje al salir y pernoctar, pasado París, a quinientos kilómetros de distancia, para no tener problemas de tráfico. Aparcar con la caravana no es problema. Disponen de una zona habilitada para caravanas y autocaravanas al lado mismo de la puerta de acceso.
Al entrar hay que seguir las señales de aparcamiento para «turismos» y, una vez dentro, los guías ya te orientan hacia la zona correspondiente. El parking cuesta 10 florines (750 ptas.). Se paga con una ficha que entregan en taquilla junto a las entradas. Admiten tarjetas de crédito. Y hablando de ellas, hemos notado mucha diferencia en relación al anterior viaje, hace ya siete años. Ahora hay muchos más cajeros automáticos por toda Holanda, cosa que no sucedía antes. Todos aceptan Visa y en muchos comercios también. Un panorama mucho más favorable para el visitante amante del dinero de plástico.
Volvamos al «Efteling», que ha sido recientemente reformado. Además de las típicas atracciones de todo parque que se precie, sus señas de identidad son «El bosque de los cuentos de hadas» y «El poblado de Laaf». El primero es una zona ajardinada a través de la cual pasearéis por los más conocidos y universales cuentos de hadas. Gnomos, elfos, setas-vivienda, la Caperucita y Hansel y Gretel os acompañarán durante el recorrido. www.efteling.com
El otro elemento distintivo del parque es «El poblado de Laaf», una imaginaria aldea de maravillosas y extravagantes casitas de techo de paja, en cuyo interior encontraréis a los habitantes de Laaf, unos simpáticos y orondos «muñegotes», representando escenas de la vida cotidiana del pueblo: la panadería, la escuela, el lagar, el molino...; una preciosidad.
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El poblado de Laaf
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Los aficionados a «las emociones fuertes» tampoco quedarán decepcionados con las dos montañas rusas del parque; una de ellas de madera. Tampoco faltan ni las «Aguas bravas» ni las habituales atracciones «de agitación»: montañas rusas, etc.; os recomendamos por su espectacularidad y belleza la atracción llamada «De Goldene Gaard», en la que, montados en una vagoneta de tres plazas, os pasearán por mundos fantásticos de gnomos, hadas, elfos, trolls... ¡Es una auténtica delicia!.
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El rey de los gnomos
| | La casita de Hansel y Gretel
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En verano, en los días en que el parque cierra más tarde, quizás pueda ser posible verlo entero en un solo día, pero cerrando a las seis, no hay tiempo material para una visita completa, siendo aconsejables dos jornadas para disfrutar tranquilamente de todo lo que ofrece, Afortunadamente tiene unas tarifas muy económicas, 43 FI. (3.200 ptas/día adultos). En 2013 el precio es algo más alto... 35 €.
Después de las compras de rigor en las maravillosamente ambientadas tiendas del parque -de precios muy asequibles- nos pusimos en carretera, despidiéndonos de Holanda hasta nueva ocasión.
DE VUELTA A CASA…
Al poco de salir, encontramos un atasco monumental en dirección Rotterdam. Menos mal que nos coincidió justo con una salida de autopista y, de esa manera, pudimos abandonar aquella ratonera sin padecer más contratiempos. Así, por carreteras secundarias llegamos a Bélgica y aunque la intención era pernoctar pasado París, el cansancio nos hizo parar en el área de autopista de Vémars, próxima a Senlis, unos cuarenta kilómetros antes de la capital. El frío seguía apretando. Por la mañana el parabrisas apareció con una gruesa capa de hielo.
El sábado nos tenía preparado un bonito día de coche. Más de mil doscientos kilómetros nos separaban de Valladolid, pero aunque fuera llegando de madrugada, queríamos dormir en nuestra cama. Realmente fue una tontería que nunca más hemos vuelto a hacer, pues 1.240 km. de una sentada son una pasada. Pero bueno…
Arrancamos a las siete de la mañana y después de un largo, largo viaje, a las doce y medía de la madrugada aparcábamos en casa -muy cansados, pero también muy satisfechos- dando así por finalizada la «Operación Tulipán». Si el viaje os ha gustado, ya lo sabéis: ¡a Holanda a ver tulipanes… en abril!