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    (Pincha en la foto para acceder al viaje al Cabo Norte)

 

    Visitamos Finlandia en 2004, regresando del Cabo Norte y cruzándola de norte a sur.

 

    En el Relato del Cabo Norte encontraréis toda la información acerca de nuestra visita al país de los fineses: Inari y su museo Sami; Rovaniemi y la Casa de Papá Nöel, junto al “Napapiiri”, el Círculo Polar Ártico en suelo finlandés. Porvoo, en el sur del país y, por último, la capital, Helsinki. Una ciudad bastante más interesante de lo que pudiera parecer. Desde allí embarcamos rumbo a Estocolmo.

 

    Desde Helsinki tomamos un ferry a Tallinn, la capital de Estonia, para una “visita-express” -de ida y vuelta en el día- a la “Pequeña Praga” por su encanto y belleza.

 

A continuación incluimos la parte del viaje al Cabo Norte  correspondiente a Finlandia:

 

LA “EXCITANTE” FINLANDIA.

 

¿Y Finlandia, qué tal? Pues para nosotros... un "flash". Cuesta imaginar un país más soso, monótono y antipático. Soso y monótono porque el país es una llanura interminable de bosques de abetos y antipático porque sus gentes, serlo, lo son y mucho.

 

No hay más que verle la cara a Räikkonen, el “saleroso” ex-piloto de Fórmula 1, para hacerse una idea. Nunca jamás hemos tenido tantos problemas para encontrar alguien que nos indicase, por ejemplo, donde coger un tranvía. Les ibas a preguntar algo, te miraban como si fueras a robarles la cartera ¡y se largaban como alma que lleva el diablo!. Increíble, lo nunca visto. Cero patatero en amabilidad y simpatía. En el mejor de los casos, adustamente correctos y punto. Nada que ver con sus vecinos noruegos o suecos. Por cierto, en Finlandia hay que avanzar una hora más el reloj.

 

¿Y no dicen que ese es también “el País de los 1.000 Lagos”?. Pues sí, eso dicen. No hay más que echar un vistazo al mapa para darnos cuenta que Finlandia es, en realidad, un lago salpicado de tierra. Así que ingenuamente pensamos que, al cruzar el país de norte a sur, iríamos disfrutando a tope del paisaje lacustre. Pues tampoco. No exageramos al confesar que, de Rovaniemi a Helsinki, durante 800 km. de carretera apenas si vimos unos pocos. ¿El motivo?. Los sempiternos árboles que bordean la carretera impiden totalmente la visión. Incluso tentamos la suerte circulando por carreteras secundarias por si sonaba la flauta, pero ni por esas.

 

Después nos enteramos que la mejor zona para disfrutar de los lagos es la de Savonlinna, que era precisamente donde teníamos previsto ir. Sin embargo en Rovaniemi decidimos modificar la ruta y bajar directamente hacia Helsinki y poder estar así un día más en la capital. En aquel momento ni remotamente imaginábamos que ver lagos desde el coche sería casi como pedir peras a un olmo. Y para colmo, las pocas veces que los veíamos, en ese momento no había un lugar adecuado para parar con la caravana a fotografiar el paisaje. Será una bobada, pero para mi fue muy frustrante.

 

 

INARI Y EL MUSEO LAPÓN AL AIRE LIBRE.

 

Bueno, tampoco todo en el país fue negativo. Nos gustó mucho el “Museo Lapón al Aire Libre” de Inari, ideal para conocer a fondo la cultura sami, repleto de casas de madera y con una zona museística muy interesante. Mucho mejor que el “Sapmi Park”, desde luego, al menos en temporada baja. 

 

Zapatos lapones en el museo de Inari

 

 

 

LA “CASA DE PAPÁ NOEL” EN ROVANIEMI.

 

Sin embargo la famosísima “Casa de Papá Noel”, en Rovaniemi, ha sido un chasco más a añadir a la ya larga lista, que no por esperado fastidia menos, aunque por las fotos ya nos temíamos lo peor. El complejo es una enorme e inhóspita explanada de piedra con impersonales edificios a ambos lados, donde lo único que pretendía evocar la navidad era un villancico sonando por megafonía. El paraje estaba desierto. ¡Incluso llegamos a pensar que habían cerrado antes de hora!. 

 

"Solos" en la Casa de Papá Noel

 

Si esperáis encontrar un montaje al estilo Disney, id cambiando de idea. El exterior de la “Casa” sigue la tónica del país, frío y anodino. El vestíbulo es igual de decepcionante; ni rastro de bulliciosos elfos fabricando juguetes; sólo un trineo lleno de regalos y poco más para “dar ambiente”. 

 

Entrada de la Casa de Papá Noel - Rovaniemi

 

 

Salvo la sala donde se encuentra “Papa Noel” y que reproduce “su casa con chimenea”, con una decoración mucho más cuidada, el resto está muy poco aprovechado. Es triste decirlo, pero lo único que parece interesarles son los 17 € que cuesta hacerse la foto con el protagonista del lugar. Eso sí, a tamaño DIN A4 y con derecho a rectificación si no quedas satisfecho. 

 

Con el "auténtico" Papá Noel

 

Menos mal que Papá Noel fue muy enrollado y nos reímos mucho con él, en inglés, “of course”. Las sosas tiendas del centro comercial tampoco ayudaron a mejorar el panorama, aunque no nos resistimos a comprar algunos adornos para el árbol de navidad. Tradición obliga. Después de todo... ¡estábamos en casa de Papá Noel!. 

 

Interior del Centro Comercial

 

 

El complejo navideño de la Casa de Papá Noel se encuentra en el mismo "Círculo Polar Ártico" (Napapiiri, en finés) y ya se encargan ellos de "darle color" al asunto...

 

 

Cartel del "Napapiiri" por si alguno no sabía donde estaba...

 

 

 

Junto a la "línea" divisoria...

 

En fin, que eso es lo que hay. Muy cerca encontraréis un mini-parque de atracciones para los más pequeños, el “Santa Park”, pero en esas fechas ya estaba cerrado. Y así, tras la foto de rigor cruzando la línea, dejamos atrás el “círculo polar ártico”. 

 

Lagos junto al camping de Rovaniemi

 

 

ROVANIEMI, PORVOO Y HELSINKI.

 

Acampamos en Rovaniemi, ciudad de arquitectura moderna y anodina –aquí los nazis también se ocuparon de no dejar piedra sobre piedra- famosa por las creaciones del arquitecto Alvar Aalto. Bueno, le dimos una vuelta en coche y nos fuimos a cenar y a dormir. Ahí fue cuando decidimos sustituir la visita a la región de los castillos lacustres de Savonlinna y alrededores, por una día más de estancia en la capital, en Helsinki.

 

Al día siguiente cruzamos el país de norte a sur, sin ver apenas lagos. Increíble, pero cierto, ¡no pude sacar ni una foto de los lagos!. No es que no se pueda, pero en las contadas ocasiones en que ello era posible, no había donde parar con la caravana para hacer la foto. ¡Incluso tomamos una carretera secundaria con intención de que nuestra suerte mejorase, pero ni por esas!. Y así discurrió el viaje hasta llegar a la costera Porvoo, con su casco antiguo de casas de madera y sus pequeños almacenes del puerto.

 

 

Almacenes en Porvoo

 

La capital, Helsinki, nos ha parecido muy señorial y tranquila. Un día basta para disfrutar de sus puntos de interés: el animado mercado del puerto, el Senado, la ortodoxa Catedral Uspensky, la “Tempeliaukkio” – una moderna iglesia excavada en plena roca – el monumento a Sibelius o el estadio olímpico. Sí, por lo menos Helsinki nos ha gustado, aunque sus habitantes sean tan bordes. 

 

 

 

La catedral Uspensky

 

 

Helsinki - Altar y retablo de la Catedral Uspensky

 

 

 

Helsinki - Monumento a Jean Sibelius

 

El “Rastila Camping”, a las afueras de la ciudad, tiene la parada del Metro en la misma puerta. Conviene explicar que, para llegar al “Kauppatori”, -el mercado del puerto y a las terminales de ferries a Tallinn y a Estocolmo-, hay que bajarse del metro en la Estación Central, salir a la calle y coger el tranvía 3T, que tiene un recorrido circular. 

 

Mercado en el "Kauppatori" - Helsinki

 

 

 

Frente al parlamento finlandés. Helsinki.

 

Calculad al menos una hora desde el camping a la terminal. Los billetes de metro cuestan 1 euro y durante una hora pueden hacerse todos los transbordos con tranvías y autobuses. El billete para todo el día cuesta 5 €. El metro carece de barreras, de lo que se deduce que la gente debe ser muy cívica. Recelosa, pero cívica. Algo es algo. El nivel de vida parece similar al nuestro, tanto en parque automovilístico como en precios, sólo un poco más altos en general.

 

 

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