El Languedoc:
El viaje más "gafado"
del mundo
(del nuestro, claro)
FICHA TÉCNICA DEL VIAJE |
19 a 28 de febrero de 2011
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Duración del viaje: Una semana
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Kilometraje total: 3.794, pero hubieran tenido que ser 1.300 menos...
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Pendiente de publicación en la revista "El Camping y su Mundo" |
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El plan de viaje que tenía que haber sido y no fue:
FECHA | ETAPA | KMS. |
Sábado, 19 febrero 2011 | Valladolid - Deyme (cerca de Toulouse) | 714 |
Domingo, 20 febrero | Deyme - Carcassonne - Beziers | 186 |
Lunes, 21 febrero | Le Cirque de Navacelles - Gorges du Tarn | 285 |
Martes, 22 febrero | Montpellier - Beziers | 230 |
Miércoles, 23 febrero | Sète - Cap d’Agde | 130 |
Jueves, 24 febrero | Narbonne | 46 |
Viernes, 25 febrero | Perpinyà/Perpignan - Salses le Château - Gruissan | 232 |
Sábado, 26 febrero | Pézenas - Canal du Midi | 77 + 38 |
Domingo, 27 febrero | Colombiers/Beziers - Urrugne/St. Jean de Luz | 500 |
Lunes, 28 febrero | Urrugne/St. Jean de Luz - Valladolid | 365 |
| Total Kms. | 2.803 |
“Y el que fue en realidad…”
FECHA | ETAPA | KMS. |
Sábado, 19 febrero 2011 | Valladolid - Peaje de Sames (A64) - Came - Valladolid | 448 x 2 (896) |
Domingo, 20 febrero | EN VALLADOLID, DE NUEVO | |
Lunes, 21 febrero | Valladolid - Came / Came - Área de Lac Audejos A64 - (Área - Taller en Artix - Área) | 448 + 53 + 7 + 35 (543) |
Martes, 22 febrero | Área de Lac Audejos A64 - Artix (taller) Artix - Fenouillet (Toulouse) - Artix Artix - Área des Corbières A61 | 7 220x2 337 |
Miércoles, 23 febrero | Área des Corbières A61 - Colombiers (camping) Beziers - Narbonne | 79 + 22 + 45 |
Jueves, 24 febrero | Cap d’Agde - Sète - Montpellier | 202 |
Viernes, 25 febrero | Perpinyà/Perpignan - Salses le Château - Gruissan | 110+19+102 |
Sábado, 26 febrero | Pézenas - Canal du Midi | 77 + 38 |
Domingo, 27 febrero | Colombiers/Beziers - Pancorbo (Burgos) | 679 |
Lunes, 28 febrero | Pancorbo - Valladolid | 198 |
| Total Kms. | 3.794 |
Y nos las prometíamos muy felices...
Nos gusta salir en enero o febrero con la caravana. Una semanita de relax en algún lugar tranquilo y con buena temperatura es un excelente plan de viaje para los meses invernales. Después de los fantásticos días pasados en la Selva Negra en diciembre, disfrutando del ambiente navideño con nuestros amigos, le llegaba el turno a unos días de “relax” en pareja, sin prisas ni agobios.
En años anteriores hemos gozado de las envidiables temperaturas de la Costa Azul francesa; de la Toscana italiana; de la Costa del Sol malagueña o de Benidorm en invierno. En 2011 elegimos visitar el Languedoc francés, en su vertiente mediterránea. El País Cátaro también se encuentra en el Languedoc, pero eso “materia” para otro viaje. Narbonne y Montpellier son de esas ciudades por las que se pasa, pero pocas veces se para, así que ahora había llegado su momento.
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El solecito se agradece mucho en los meses fríos
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La primera intención había sido visitarlas, “de pasada”, rumbo de nuevo a Niza y la Costa Azul, pero “un estudio detallado de la zona” reveló que había suficientes puntos de interés como para pasar allí una buena semana de vacaciones sin necesidad de hacer 500 km extra hasta la Costa Azul. Y como las temperaturas medias en invierno son similares, pues no lo pensamos más y elegimos el camping “Les Peupliers” de Colombiers -uno de los pocos abiertos en invierno en la zona- como base de operaciones. Su proximidad a Béziers y a la autopista A9 lo hacían ideal para tal cometido. Más información en www.camping-colombiers.com
La preparación del viaje
Todo buen viaje requiere su tiempo de preparación. El “Aquí te cojo, aquí te mato” a la hora de viajar puede ser muy excitante en ocasiones, pero la mayoría de las veces el éxito de un viaje se deberá a una buena y cuidadosa preparación previa.
En nuestro caso, al viajar con la caravana, la elección del camping suele ser el primer paso, pues su ubicación es fundamental para el plan de visitas por la zona elegida. Y más en temporada baja, cuando la oferta de camping se reduce drásticamente y hay que “ajustarse” a los abiertos. Y ese era nuestro caso, pues si la oferta veraniega en la costa mediterránea del Languedoc y del Rosellón es tremendamente abundante, no ocurre lo mismo entre octubre y marzo. Poco había para elegir: el de Colombiers o el “Camping La Nautique”, junto al cruce de las autopistas A-61 y A-9. Optamos por el primero por su mejor situación para las visitas que queríamos llevar a cabo.
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La entrada del Camping "Les Peupliers" - Colombiers
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La ruta para llegar al Languedoc desde Valladolid, vía Irún, es la más cara cruzando Francia, pues todo su recorrido se realiza, en territorio francés, por autopistas de peaje. Ver las mejores rutas para cruzar Francia.
Y salimos hacia Carcassonne
Salimos de Valladolid un sábado, 19 de febrero de 2011, con nuestra caravana “Rapido” -de techo elevable- rumbo a Carcassonne, una vieja conocida a la que nos apetecía regresar, aunque el tiempo no acompañaba, pues llovía lo suyo. Nuestra intención era pernoctar ese día en el camping de Deyme, localidad próxima a Toulouse y muy cercana a la autopista A-61. De esa manera, a la mañana siguiente, pararíamos en Carcassonne, antes de continuar viaje hasta el camping de Colombiers.
Carcassonne es uno de los mayores exponentes de ciudad medieval, con su muralla y sus torres puntiagudas perfectamente restauradas. La localidad dispone de camping, pero cierra en temporada baja. No obstante hay un parking, de pago -habilitado para autocares, autocaravanas y caravanas- junto a la muralla y ese era nuestro destino para dejar la caravana mientras pasábamos el día recorriendo callejuelas medievales, disfrutando del “Cassoulet” de pato, la excelencia gastronómica típica de la zona. Así lo hicimos la anterior vez, rumbo a Suiza. Sin embargo esta vez no llegamos ni a Deyme, ni a Carcassonne…
Y empezaron los problemas...
Llovía copiosamente, pero el viaje transcurría sin problemas hasta que, en el peaje de Sames -en la autopista A-64 al poco de pasar Bayona y a 435 km. de casa- un golpe seco en la rueda izquierda de la caravana hizo saltar todas las alarmas al arrancar de nuevo tras recoger el ticket del peaje.
Si algo ayuda decididamente a encajar mejor la adversidad, es procurar ver siempre lo positivo de lo que nos pase. El “cling, cling” que sonaba en la rueda al iniciar la marcha me resultó demasiado familiar y no invitaba precisamente al optimismo. Afortunadamente -ya he dicho que había que ver lo bueno de la cosa- estábamos en un peaje con zona de parking y allí nos detuvimos para ver qué había pasado. Con un simple vistazo mis temores se confirmaron. De nuevo habíamos roto un rodamiento. El primero fue a la vuelta de Inglaterra, 2003.
El "cling - cling" que oíamos era el tapón del eje, que bailoteaba dentro del tapacubos, forzado por la rotura del rodamiento, que desplaza el centro del eje, como puede apreciarse en la foto. Por ese motivo es muy, muy importante llevar puesto un tapacubos en la rueda, más allá de su efecto "embellecedor". La pérdida del tapón es un problema muy serio, pues incluso llevando un repuesto, sería imposible circular, pues la grasa se escaparía sin remedio. ¡Menudo cómo quedó "de engrasado" el tapacubos!. De todas maneras ahora llevamos un tapón de repuesto por si acaso, que nunca se sabe.
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Gracias al tapacubos no perdimos el tapón del eje
| | Así queda la rueda cuando se rompe el rodamiento |
Faena al canto. No obstante -a pesar del contratiempo que eso suponía- me quedé tranquilo, pues por suerte no se habían producido daños accesorios (neumático, llanta, eje, etc), que sí se hubieran producido al rodar sin advertir el desaguisado de inmediato, que es lo que nos pasó ocho años atrás. Y si algo aprendimos entonces es que conviene llevar repuesto de todo. ¡Así que, por supuesto, llevábamos un recambio del rodamiento por si nos pasaba de nuevo lo que acababa de sucedernos!. Sólo había que encontrar quien nos lo cambiase. ¡Y encima había dejado de llover!
Y llegó la grúa...
Aunque eran las 15 horas de un sábado y en sábado los talleres franceses cierran a las doce de la mañana, esperábamos que nos pudieran sacar del atolladero sin demasiados problemas. Estábamos aparcados en un lugar seguro, así que llamamos a la asistencia en viaje de la caravana -ojo, el remolque requiere su propio seguro de asistencia en viaje si los daños le afectan en exclusiva, pues si bien el remolque está incluido en el seguro del coche, éste sólo queda incluido cuando es el vehículo tractor el que no puede circular, así que mucho ojo, porque esa fue otra de las cosas que aprendimos en 2003. Leer más sobre esta cuestión
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Hala, "condenados" a ir detrás de nuestra caravana...
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Puestos al habla con la asistencia en viaje, lo primero que nos dijeron era que no podían enviarnos su grúa, pues al haber ocurrido la incidencia dentro de una autopista de peaje, había que avisar a las propias de la autopista a través de los postes SOS. Ciertamente lo había olvidado de otras ocasiones (el reventón de rueda a la vuelta de Chequia, por ejemplo), así que fui a pedir auxilio a las garitas de peaje, desde donde llamaron a la grúa. Afortunadamente también hablo francés fluidamente, lo que se agradece sobremanera cuando pasan cosas así. La grúa no tardó demasiado en llegar y tras evaluar la avería, el mecánico me dijo que podía repararla en su taller siempre y cuando dispusiera de la pieza de recambio. Como le aseguré que la tenía conmigo, pues asunto resuelto, con unas horas el asunto estaría zanjado. Tras subir la caravana a la grúa, llegamos al “Garaje Parabis et fils”, agente Citroën en el cercano pueblo de Came.
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En el garaje "Parabis et fils" de Came (Francia)
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Por cierto, las tarifas de grúa en la autopista francesa hasta el taller más cercano están tasadas de antemano y varían según el peso del vehículo averiado y las horas o días del servicio. Los sábados, domingos y festivos o cualquier día entre las 18 h y las 8 h. hay un recargo de 50% sobre la tarifa ordinaria. (114,50 ó 171,75 € para vehículos hasta 1,8 toneladas). Para el pago de esos honorarios, la asistencia en viaje se pondrá en contacto con el gruísta. Si no tenemos seguro que lo asuma, entonces habrá que rascarse el bolsillo.
La “reparación” del rodamiento...
Todo iba estupendamente dentro de la desgracia, pero lo peor estaba por llegar. El rodamiento de marras, no quiso aparecer por ninguna parte, para desesperación nuestra, a pesar de poner patas arriba la caravana entera. Hubiera jurado donde estaba, pues no hacía tanto que lo había tenido en mis manos y con esos asuntos soy muy cuidadoso, pero tras más de una hora de búsqueda infructuosa nos topamos con la dura realidad: ¡el rodamiento se había esfumado! Era increíble, pero cierto.
La cosa se ponía fea por momentos. En el mejor de los casos la avería no estaría reparada hasta el lunes, pero para colmo de males, el garajista tampoco nos aseguraba que fuera a tener la pieza ese mismo día. Llamamos a casa por si el rodamiento se hubiera quedado allí, pero tampoco estaba. Volvía a llover con ganas y dado que la zona de Bayona la conocíamos sobradamente, tampoco había demasiadas razones para quedarnos esperando a que el rodamiento cayera del cielo, por muchas noches de hotel que el seguro nos pusiera a disposición. Así pues optamos por… ¡volver de inmediato a Valladolid! Nuestro amigo Manolo nos aseguró que el lunes a primera hora tendríamos el repuesto en las manos sin falta. Así que carretera y manta y de vuelta a casa a pasar el domingo. Total “sólo” íbamos a meternos 900 km entre pecho y espalda por un rodamiento que no estaba donde se suponía que tenía que estar…
De vuelta a por la caravana…
Tal y como nos aseguró nuestro buen amigo Manolo - que si no existiera, habría que inventarlo- a las diez de la mañana estábamos de nuevo rumbo a Francia con el nuevo rodamiento en el bolsillo y preguntándonos aún dónde narices podía estar el otro. Tras dos días perdidos, 900 kilómetros a mayores y una factura después, por fin a las cuatro de la tarde del lunes la caravana volvía a estar enganchada y a punto de marcha. Seguía lloviendo y Carcassonne se había quedado en el tintero, pero las aguas volvían a su cauce o eso creíamos…
Y la flecha de enganche se sumó a la fiesta…
Tras unos kilómetros circulando, yo notaba la caravana rara, como si fuera algo”retenida” o algo así, claro que llovía mucho y en esas circunstancias las sensaciones no son las mismas que en seco. Decidimos parar en la primera área de autopista, que resultó ser la de Lacq Audéjos. Lo primero que hice fue comprobar que la rueda no estuviera caliente, pero no, estaba bien fría. “Mejor, -me dije- creo que te estás volviendo algo paranoico”. Sin embargo en aquel mismo momento y por pura chiripa hice un descubrimiento aterrador, de consecuencias gravísimas de no haberlo advertido a tiempo: ¡la flecha de enganche de la caravana se estaba desgarrando y, por tanto, expuestos a perder la caravana! Era increíble, no habíamos salido de una y, sólo cincuenta kilómetros después, ya estábamos metidos en la siguiente. ¡Y encima dando gracias de nuevo por el descubrimiento!
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La "raja" se puede ver en la parte derecha de la flecha
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La suerte, por ídem, no nos había abandonado del todo. ¡Estábamos en un lugar con gasolinera y con las salvadoras “Páginas Amarillas” (“Pages Jaunes” en francés)! La suerte seguía de nuestra parte, pues descubrí alborozado que… ¡A siete kilómetros de allí, en el pueblo de Artix, había un taller de reparación de caravanas! Sin embargo no cogían el teléfono. Rosa aventuró que, quizás por ser lunes, el taller estuviera cerrado, pues muchos comercios y talleres franceses cierran los lunes porque abren los sábados. Había que comprobarlo. Desenganchamos el coche y me fui en busca del taller milagroso. En efecto, hasta las nueve del martes no abrían. Regresé al área y allí pernoctamos a la espera de que, a la mañana siguiente y con suerte, nos pudieran reparar la caravana. Un nuevo misterio se había sumado a la sorprendente ausencia del rodamiento en la caravana. ¿Por qué se había roto la flecha de enganche?
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Expuestos a perder la caravana... ¡Da miedo pensarlo!
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A la caza y captura de la "flecha"…
Teniendo en cuenta que era muy poca la distancia al taller y que la rotura parecía capaz de aguantar el envite sin tener que llamar a la grúa, nos arriesgamos a llegar circulando despacito. Afortunadamente el enrolladísimo dueño de “Euroloisirs” -concesionario de caravanas de Artix- se tomó muy en serio nuestro problema y ante la falta de recambio, empezó la localización de la pieza, que milagrosamente apareció en Toulouse, pero que no llegaría… ¡hasta el día siguiente! Un día más perdido ya era demasiado, así que ni cortos ni perezosos decidimos ir de nuevo a la caza y captura de otra pieza. Así que nos dispusimos a recorrer los 220 kilómetros que nos separaban de la ansiada "flecha" en dos horas, antes de que cerrasen el almacén de Toulouse a las doce de la mañana. Por si fuera poco había que cruzar todo Toulouse para llegar a Fenouillet, pero había que intentarlo. Y lo logramos. Gracias al GPS y a que nos esperaron gentilmente, a las doce y cinco minutos entrábamos por la puerta.
Así pues, tras un nuevo “rally-sprint” de 440 km, a las tres de la tarde estábamos de regreso en Artix. El mecánico, que era nieto de españoles, se puso manos a la obra de inmediato. Bueno, parecía que las cosas empezaban a enderezarse, aunque todo aquello era bastante surrealista… ¡1.300 km. recorridos en busca de un rodamiento y una "flecha de enganche" era una locura auténtica! La reparación no estuvo tampoco exenta de problemas, pues el diseño de la pieza había variado un poco y los anclajes del freno de mano no coincidían. Afortunadamente se pudo resolver la cuestión a base de montar la palanca del freno viejo y a las seis de la tarde la caravana estaba de nuevo a punto… o casi.
Al sacarla del taller advertimos con renovado estupor -porque no hay dos sin tres- que la rueda izquierda estaba algo frenada. ¡Ya decía yo que algo pasaba con esa rueda! Hala, otra vez adentro con ella, que había llegado la hora de los frenos. Finalmente y tras unos ajustes, la caravana no volvió a dar guerra en todo el viaje, que ya iba siendo hora. Pasamos la noche en el “Aire des Corbières”. Así el viaje empezaba de nuevo casi cuatro días después.
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Y tras descansar en el "Area des Corbières", salió el sol
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Y llegamos, por fin, al Languedoc
Algo estaba cambiando. ¡Si incluso salió el sol y todo! Como Dios aprieta, pero no ahoga, finalmente llegamos a “Les Peupliers”, el camping de Colombiers, pueblo cercano a Béziers. Es un pequeño camping familiar con piscina. Estaban reformando los servicios y como suele ser habitual en temporada baja, la ocupación se limitaba a unas cuantas caravanas y autocaravanas de jubilosos jubilados de toda Europa. Es lo bueno de la época… ¡Se respira una tranquilidad envidiable! Las tarifas también fueron muy asequibles, 16 euros por noche.
Acampamos y, al enchufar, ¡la luz no funcionaba! ¡Qué raro! Me dio la risa tonta, porque aquello ya era de traca. O nos había mirado un tuerto o estábamos siendo víctimas de algún programa de cámara oculta. No podía ser de otra manera. Tras las comprobaciones de rigor, un cable suelto del enchufe resultó ser el responsable del desaguisado. Como consuelo lucía el sol…
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Al fin llegamos al Languedoc. ¡Costó lo suyo!
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Antes de comer nos acercamos a la vecina Béziers, pequeña ciudad en lo alto de un cerro, con un interesante casco antiguo y catedral fortificada, recuerdo de tiempos mejores. Teniendo en cuenta que en Francia el comercio suele cerrar de 12 a 14 horas, poco ambiente callejero pillamos, pero tras los días tan poco “saludables” vividos, pasear tranquilamente por calles semivacías, con buena temperatura y bajo un bonito sol era un cambio más que notable. La ciudad se hizo tristemente famosa por la matanza de sus ciudadanos durante la cruzada cátara, aunque nada queda de aquella época.
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Béziers - La Catedral
| | La Catedral
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Béziers | | Colombiers, el pueblo del camping, desde la catedral
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La tarde la pasamos en Narbonne, una ciudad bastante más interesante, con importantes vestigios romanos y medievales. “Le Palais des Archevèques” y la catedral gótica, dedicada a los santos Justo y Pastor, son dos de los monumentos más relevantes de la ciudad. En la “place de l’Hôtel de Ville”, la del ayuntamiento, además del palacio arzobispal, se encuentran visibles los restos de la “Via Domitia” romana.
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Narbonne - El Canal de la Robine
| | Narbonne - Catedral de San Justo y Pastor
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El centro de Narbona es pequeño, por lo que medio día es más que suficiente para rendirle visita. El canal de la Robine y su puente edificado, le “Pont des Marchands”, es otro rincón muy pintoresco.
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Narbonne - Palacio Arzobispal
| | Narbonne - Pont des Marchands, puente cubierto
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Restos de la Via Domitia
| | Recorrido de la Via Domitia romana
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La situación se normaliza
Los avatares vividos los últimos días nos obligaron a replantear el plan de visita, pero no nos agobiamos demasiado si algo se quedaba en el tintero, lo único que deseábamos era descansar y punto. La verdad es que si en algún viaje nos tenían que pasar tantos contratiempos, éste era el candidato perfecto. ¡Al menos pudimos permitirnos el lujo de perder tiempo sin sufrir en exceso! De estar rumbo al Cabo Norte no hubiera sido lo mismo. Y lo cierto es que, al final, acabamos viendo casi todo lo que queríamos ver, que no es poco. El que no se conforma es porque no quiere.
El jueves por la mañana nos acercamos a Cap d’Agde, renombrada localidad de veraneo que, como suele ser normal en invierno, estaba casi desierta. Visita al mirador desde donde se ve el cabo que le da nombre y hala, a Sète, la ciudad natal de Georges Brassens.
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Con "Una" en el Cap d'Agde
| | Sète, al fondo, desde el Cap d'Agde
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Puerto deportivo de Cap d'Agde
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Sète, con su canal repleto de embarcaciones y sus restaurantes de pescado me pareció muy interesante. Por supuesto le hice los honores a su reputada “Boullabaise” en el restaurante “La Calanque”. Aunque comer en Francia no suele ser ni barato ni abundante en general, Sète es una agradable excepción. Los menús son completos, variados y a precios “normales”.
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Sète, el canal
| | Sète, el canal |
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"La Boullabaise" de Sète
| | El menú del restaurante "La Calanque"
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Por la tarde nos acercamos a Montpellier, ciudad natal del rey Jaime I el Conquistador y capital de la región de Languedoc-Roussillon. En el ayuntamiento y junto a la tricolor, ondean las banderas del Languedoc-Roussillon -la cruz occitana- y la cuatribarrada catalana en recuerdo de tiempos pasados.
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"Cóctel" de banderas en el ayuntamiento de Montpellier
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El casco antiguo medieval de Montpellier -Le Vieux Montpellier-, peatonal en su mayor parte, resulta muy agradable de pasear, con rincones y edificios realmente bonitos, entre los cuales destaca la Place de la Canourgue y su “Fuente de los Unicornios”.
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La Place de la Canourgue y la fuente de los Unicornios
| | Los unicornios y la catedral
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"Le vieux Montpellier"
| | Y un comercio "plus vieux encore"...
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Junto al barrio medieval, se alza el barrio neoclásico, con el arco de triunfo y la Promenade du Peyrou, parque presidido por la estatua ecuestre del Rey Sol.
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El arco de triunfo - Montpellier
| | La Promenade du Peyrou y el Rey Sol a caballo
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Nos llamaron también la atención los mojones de piedra pintados, algunos de gusto un tanto dudoso ciertamente, pero es indudable que aportan "un toque original y vistoso" al paisaje urbano.
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Los mojones decorados
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Sin comentarios
| | Sin comentarios | | Sin comentarios |
La plaza de la Comédie, centro neurálgico de la ciudad, divide en dos la parte antigua y moderna. El arquitecto Ricardo Bofill es el autor del “Quartier Antigone”, original conjunto de edificios neoclásicos, acristalados, columnatas y fuentes. Junto a él se alza el centro comercial “Le Polygone”, que fue donde aparcamos. El tráfico es caótico en febrero, así que no quiero ni pensar qué puede pasar en verano.
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La Place de la Comédie - Montpellier
| | El centro comercial "Le Polygone"
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Perpinyà y el Rosselló
El viernes, con un imponente viento de poniente, pusimos rumbo a la capital del Rosselló ("Roussillon" para los franceses), Perpinyà o Perpignan también para los franceses. La ciudad va recuperando poco a poco su identidad catalana y eso se nota en el ambiente, en la doble denominación de las calles y en otros muchos pequeños detalles urbanos.
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Nombres de calles en francés y catalán
| | "Souvenirs" catalanes
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Y tampoco podía falta la Sardana
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Le Castillet (El Castellet), con sus almenas, es el edificio emblemático de Perpinyà/Perpignan. El casco antiguo es colorido y muy mediterráneo como no podía ser de otra manera.
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Le Castillet / El Castellet (Perpinyà)
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Sus edificios medievales, vestigios de su relevante papel en tiempos de la Corona de Aragón, son el “Palais de la Députation”, sede de la antigua representación de las Cortes Catalanas en el Rosellón y la “Loge de Mer”, la antigua lonja medieval. El sol seguía acompañándonos.
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La Loge de Mer / La Llotja de Mar
| | Palais de la Députation / Hôtel de Ville Palau de la Diputació - Ajuntament |
Por la mañana intentamos visitar el mercadillo de la Place Cassanyes, que se celebra los viernes, pero fue imposible encontrar aparcamiento. Está muy alejado del centro y no es nada del otro mundo, así que no merece la pena perder tiempo allí. Es mejor aprovecharlo paseando por las estrechas callejuelas del casco antiguo o tomando un café en la Place de la République.
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La Place de la République
| | Aquí, vista desde otro ángulo.
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La catedral de Perpinyà
| | Calle típica
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Por la tarde, de regreso al camping, vimos por fuera el espectacular castillo de Salses, construido por los Reyes Católicos y que todavía conserva su antigua majestuosidad. Lástima que perdiéramos el Rosselló en el siglo XVII. Cosas de la Historia, con mayúscula...
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El castillo de Salses - Salses le Château |
Después nos acercamos a la villa de pescadores de Gruissan, cuya fama no acabamos de comprender. Aparte del terrible viento que azotaba árboles y visitantes, el pueblo nos pareció cutre y soso a más no poder. Quizás es que no supimos apreciar sus encantos, así que acabamos el día en el supermercado haciendo acopio de especialidades locales, que la gastronomía también es cultura: anchoas, brandada de bacalao o el “Muscat de Rivesaltes”.
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Gruissan - Esto fue lo más bonito que logramos ver...
| | Gruissan bajo un tremendo vendaval
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Gruissan - Visto desde ahí incluso parece bonito...
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Pézenas y las esclusas del Canal du Midi
El sábado era el último día de estancia y aprovechando que era día de mercado en Pézenas, reputada localidad medieval, allí que nos fuimos.
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Pézenas - Ambiente de "jour de marché"
| | Mucha animación y gran mercadillo de los sábados
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El casco antiguo es realmente excepcional, con edificios y callejuelas espectaculares. ¡Qué pueblos más bonitos tienen los franceses! Merecieron la pena los casi 80 kilómetros de distancia.
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Pézenas - La Vielle Ville
| | Rincón pintoresco
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Festival de arcadas en el Hôtel de Lacoste | | Más rincones bonitos
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Tranquilidad en las calles del casco viejo
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Además probamos la afamada especialidad de Pézenas, el “Petit Pâté”, un dulce de almendra y pasta quebrada con pinta de seta que hará las delicias de los más golosos.
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"Les Petits Pâtés" de Pézenas
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Por la tarde y como despedida, paseamos por las esclusas de Fonséranes, parte esencial del Canal du Midi, situadas a las afueras de Béziers. El Canal du Midi -que cruza todo el Languedoc desde Sète a Toulouse- es la gran obra del ingeniero Riquet realizada durante el Siglo de las Luces. Con sus ocho desniveles, constituyen una espectacular obra de ingeniería. En verano es posible navegar por ese tramo del canal y superar semejante desnivel. Rodeadas de un parque, su visita es un paseo muy entretenido.
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Las Esclusas de Fonséranes
| | Fijáos en la forma ovalada de la esclusa
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El Canal du Midi antes de las esclusas
| | Vista de Béziers desde las esclusas
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Impresionante obra de ingeniería del siglo XVIII
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Un epílogo y algunas cuestiones inquietantes
Llegó la hora de regresar a casa. Si la primera mitad del viaje fue un cúmulo de contratiempos pasados por agua, la segunda fue lo que se suponía que tenía que ser: tranquila, agradable y soleada. Pernoctamos en el camping “Monumento al Pastor” de Pancorbo.
El viaje de regreso no tuvo más historia que una intempestiva nevada matutina al salir del camping, que nos dejó coche y caravana hechos un cromo con la sal de la carretera. No quedó otra que llevarlos a lavar de inmediato para evitar que la corrosión de la sal hiciera de las suyas. Así pues había llegado la hora de sacar valiosas lecciones de lo sucedido y también de contestar algunas preguntas que seguían y aún siguen sin respuesta:
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Pancorbo - Y nevaba y nevaba...
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¿Por qué se rompió el rodamiento? Pues parece que ni por culpa del tiempo ni por poca calidad del material. Amigos mecánicos estudiaron el tema y no supieron dar una razón clara. Estaba bien engrasado, tenía menos de tres años (de hecho el otro rodamiento estaba perfecto) y era de primera marca.
¿Pudo influir el hecho de llevar presiones elevadas en el neumático -4 kilos de presión por recomendación de un mecánico francés, tras tres reventones casi consecutivos entre 2006 y 2007- que sometieran a la rueda y al eje a un esfuerzo suplementario? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que es conveniente revisarlos con frecuencia y mantenerlos siempre bien engrasados. ¡Y, por supuesto, llevar siempre uno de repuesto en la caravana! Amén de reducir un poco la presión de las ruedas, claro.
¿Y qué pasó con el misterioso rodamiento? Al volver lo busqué sin éxito. Era como si lo hubieran abducido, porque hubiera jurado -bueno de hecho lo juré y perjuré- que lo había guardado en la caravana por la cuenta que me tenía, pero resultó que no y tampoco estaba en el garaje. Unos meses después, y sin buscarlo, finalmente apareció en un lugar absolutamente extraño. El cómo pudo llegar allí es algo que, de vez en cuando, aún me quita el sueño…
¿Por qué se rompió la flecha del enganche? Eso es aún más misterioso. Por si alguien lo piensa, no nos subimos a la caravana sin bajar antes patas cuando está enganchada al coche, que suele ser la causa más normal de tales roturas. Algún caso conocemos.
El francés que lo reparó, aventuró la hipótesis de una sacudida brusca en algún bache o badén, pero no me convence mucho porque desde la salida del taller hasta el descubrimiento no pasó nada raro. Y juraría que estaba bien al abandonar el taller. Lo cierto es que unas decenas de kilómetros después el cabezal estaba rajándose. ¿Fatiga del material, quizás? No lo sabemos. ¡Suerte que lo descubrimos a tiempo!. Si no…
Si algún amigo lector puede aportarnos algo de luz al tema, se lo agradeceremos. Estamos a vuestra disposición en contacto@francisco-colet-viajesycaravaning.com.
¿Y la rueda frenada? Esta cuestión es la única que se ha resuelto definitivamente. La causa estaba en una rotura de la funda del cable que impedía, en ocasiones, su deslizamiento correcto. Por eso algunas veces se frenaba y otras no. Cosas de la edad, que los cables de freno también se deterioran. Lo que está claro es que los elementos mecánicos de una caravana, aunque pocos y sencillos, requieren atención y cuidados permanentes para evitar molestos contratiempos o aún peor, accidentes de gravísimas consecuencias. Así que nadie descuide el mantenimiento.
En suma, que este “viaje de relax” -aunque algo menos relajado de lo previsto, pero con final feliz- pasará a nuestra pequeña historia como el “Viaje más gafado de la historia” (de la nuestra). Y es que nos las hemos visto de todos los colores…